¿Qué misterios atesora aún la Amazonia?
En su cuna peruana, el gran río Amazonas se llama Vilcanota, y así transcurre hasta la frontera con Brasil. Desde allí, y hasta Manaos, cambia su nombre por el de Solimões, y es al unirse con el oscuro cauce del río Negro cuando por fin toma su legendario nombre.
En su cuna peruana, el gran río Amazonas se llama Vilcanota,
y así transcurre hasta la frontera con Brasil.
Desde allí, y hasta Manaos, cambia su nombre por el de Solimões, y es al unirse con el oscuro cauce del río
Negro cuando por fin toma su legendario nombre.
Navegar por esta incomparable cuenca representa algo más
que una mera aventura. Es adentrarse, y por la puerta grande,
en una naturaleza indómita que devora sin piedad todo aquel
elemento extraño al precioso balance de su funcional sistema.
Una vez allí, los amantes del asfalto y cultores de la vida
urbana pueden verse reflejados en los versos de Baudelaire,
cuyo soneto Correspondances recuerda a un hombre desconcertado
y confuso pues se ha alejado, sin darse cuenta, de su
primera cuna: la naturaleza. Sin embargo, en esta parte del mundo, quienes habitan el litoral
del gran río, prueban que lo contrario es posible.
El estado de Amazonas se ubica en el extremo soroeste
de Brasil y cuenta con una superficie aproximada de
1.577.820 kilómetros cuadrados. ocupa cerca del 20 por ciento
del territorio del país.
Su nombre, asignado a partir de 1856, se debe al río,
descubierto por Francisco de Orellana en 1542. Dadas las
difíciles condiciones de acceso al territorio, la llegada de los
españoles fue bastante tardía con respecto al resto del país.
Hasta hoy, a la capital Manaos sólo se puede acceder por
vía fluvial o aérea.
Esto explica que recién en 1669, perdida en medio de la
selva virgen, surgiera una pequeña aldea que luego de establecida
pasó dos siglos aislada del mundo. Recién en 1890,
este asentamiento rebautizado como Manaos vio florecer su
infraestructura social y cultural, gracias a la explotación del
caucho y la concentración de sus exportaciones. Los magnates
de este tráfico, endulzados por una aparentemente inagotable prosperidad, decidieron transformar a la ciudad en una
metrópoli al estilo de las del Viejo Continente. Testigos de aquella época, todavía maravillan por su magnificencia
el Teatro Amazonas y la plaza San Sebastián, concebidos por el italiano Domenico de Angelis. Allí, en su desmedido
afán vanguardista, la nueva aristocracia de la capital se deleitó
con los más afamados artistas europeos de aquel tiempo.
Por su parte, la Aduana y el muelle flotante, proyectados y prefabricados en Inglaterra, se mantienen tal y como entonces.
De la misma manera, el mercado municipal [diseñado a
imagen y semejanza del de Les Halles de París] y el Palacio
Río Negro [antigua residencia de un comerciante alemán],
transportan por unos instantes al esplendor de antaño.
Una nueva inyección de prosperidad económica convirtió
a la zona en un polo de intensa actividad comercial e industrial, cuando en 1967, con la creación de la Zona
Franca de Manaus, numerosas empresas
se instalaron allí.
Pasos perdidos
El clima de la región se define como tropical
y húmedo. Y ese aire caliente y denso
es el primer abrazo de bienvenida al visitante.
Con una temperatura media de 33
grados, las estaciones se concentran en
una temporada veraniega y otra marcada
por las lluvias que afectan a la región, desde
diciembre a junio.
Es entonces cuando el río crece, y
grandes extensiones de territorio quedan
por completo sumergidas bajo sus aguas,
sin que por este motivo se vea menazada la simbiosis de los integrantes de este ecosistema. Muy por el contrario, ésta se
nutre de ellas.
No es preciso alejarse demasiado de la urbe para encontrarse con la fauna y flora selvática. Dentro de la misma ciudad, la
empresa Varig ofrece una primera aproximación
en el Hotel Tropical Manaus, impresionante
complejo que conjuga en un
mismo predio la calidez de la arquitectura
horizontal y amplia, con la eficiencia de una
moderna torre. A las comodidades usuales
de un alojamiento turístico, el hotel agrega,
para sorpresa del huésped, un jardín de orquídeas y un zoológico donde es posible admirar las especies más representativas
de la región. Además, un embarcadero
propio habilita un rápido acceso y conexión
con otros puntos de la cuenca.
Para disfrutar un bocado más suculento
de selva tropical, cruzando los 22 kilómetros
que separan ambas márgenes del Río
Negro, es posible vivir la jungla desde el cómodo
y seguro marco de un hotel cinco estrellas.
El hotel de selva TIWA Eco-Resort
ofrece pintorescos bungalows sobre palafitos,
en medio de una laguna natural donde
no desentona un diseño que, integrado
al paisaje, resalta la exquisita madera local.
Esta clara invitación a dejarse llevar y
olvidar, esta vez sí, el mundanal ruido,
compite en solaz, con la tentación de
abandonar la modorra contemplativa y azuzar
el espíritu explorador, mediante expediciones
por el bosque.
Para los más intrépidos, intentar el focagem
de yacarés, colma con creces las
ansias de aventura. Estos safaris nocturnos
se efectúan en rápidas lanchas que recorren el río, a la luz de un faro piloto,
que busca inexplicables puntos brillantes
en medio de la más densa oscuridad.
Una vez hallados, los experimentados
guías que acompañan los paseos demuestran
al asombrado observador que
esos minúsculos puntos fosforescentes,
son, en realidad, los hipnotizados ojos de
un enorme saurio que disfrutaba del fresco
de la noche.
El ritmo de la selva sorprende por momentos.
La percepción del paso de las horas,
para quien es ajeno a su dinámica, es inexplicable. La actividad es intensa pero
los minutos parecen tan elásticos que una
vida entera puede transcurrir en el espacio
de una hora.
Este reposo, que jamás llega a convertirse
en parsimonia, es palpable también
en los caboclos y ribeirnhos, que moran en
las riberas del río.
Sin atisbos visibles de incomodidad alguna,
estos personajes interrumpen sin
más sus tareas diarias y hacen gala de un
instinto narrador extraordinario para contar,
a quien esté dispuesto a escucharlos,
asombrosas historias ocurridas a algún padre
o abuelo, siempre experimentados
hombres de selva, que en algún momento
de sus vidas se encontraron cara a cara
con la anaconda, la indiscutida reina de la
selva. Así es. En esta jungla, ni la pantera
onça, ni el yacaré, ni tan siquiera el hombre,
son signos rivales de la más temida
de las cobras.
Muchas son las historias y leyendas
que la tienen por protagonista, aunque para
desilusión de muchos, son pocas las veces
en que se puede apreciar algo más
que el surco que deja sobre el terreno por
donde se mueve.
Infinitamente menos amenazadores, y
por el contrario en extremo propensos a
socializar con los humanos, resultan los
botos .delfines rosados– de Novo Airão.
Allí funciona un programa de conservación
de la especie que se originó cuando estos
mamíferos comenzaron a acercarse naturalmente
al restaurant flotante de Donha
Marilia. Sus dos hijas adolescentes son las
encargadas en la actualidad de mostrarle al
turista cómo acercarse a estos mamíferos.
Bajo el disfraz de atractivo, fue posible encontrar
la manera de educar y concientizar a visitantes y locales acerca de la importancia
de preservar estos delfines de tan
peculiar color.
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Cazando turistas
En la Amazonia es factible que el viajero se
sienta vulnerable. Inquieto, al menos, si la
palabra anterior peca de exagerada. Sin
embargo, no visitarla, o dejar de conocer
sus maravillas debido a temores de adaptación,
sería otra exageración.
Como en todo destino, existen varios
caminos para emprender el derrotero. Y
puesto que se trata de un río y el transporte
fluvial es el medio por excelencia de comunicación,
la navegación por sus aguas
se presenta a todas luces como la opción
ideal. A tales efectos, Iberostar construyó, para esta aventura, el Gran Amazon, un
crucero que comenzó en 2005 el recorrido
por los ríos Negro y Solimões, hasta el famoso encuentro de aguas, donde los ríos
transcurren sin mezclarse unos seis kilómetros.
El barco, que zarpa de Manaos y
culmina su travesía en la misma ciudad portuaria, es un verdadero hotel flotante
que posibilita el desplazamiento sin problemas
por la región. Piloteado por una
muy solvente tripulación, sus comodidades
satisfacen las expectativas de cualquier
huésped acostumbrado al servicio
cinco estrellas. Con un régimen de all inclusive
que ahorra preocupaciones, la propuesta
ofrece, además, un programa muy completo de paseos por el río, focagem
de yacarés, pesca de piranhas y caminatas
por la selva. Incluso, una serie de conferencias
a cargo de los guías que acompañan
cada recorrido permite tener una visión
más cabal de la fauna y flora de este
paraíso tropical.
Una de las instancias más esperadas y
que genera mayor expectativa en el recorrido
por la vida en el Amazonas, es el encuentro
con indígenas. Si bien existen más
de 120 etnias nativas, gran parte de los
pueblos que tienen contacto con el mundo desarrollado se ha adoptado los beneficios
de la vida moderna, sin dejar de lado su
propia cultura. Así, en una visita a una aldea
Kambeba cercana a Manaus, el jefe de
la comunidad explica al interesado que cada
líder se esfuerza en inculcar a los miembros
de su comunidad la noción de sus derechos
con respecto a los temas de salud
y educación. El esfuerzo por conservar la
tierra, ganar el reconocimiento étnico y salvaguardar
sus demás derechos, se ha tornado una plataforma sobre la cual estos
pueblos buscan resurgir y reconstruir sus
vidas de acuerdo a su propia identidad.
Por otra parte, ese mismo apego al estilo
de vida tradicional dispara la imaginación
del extranjero, resultando una suerte
de paradoja histórica la alegre ingenuidad
con que los turistas son seducidos por collares,
pulseras de semillitas, cestería y demás
artesanías indígenas.
Probablemente, luego de una visita a
este paraíso ecuatorial las impresiones del viajero sean un poco confusas, en parte
debido a la cantidad de información absorbida.
La naturaleza se presenta ante cada
uno tal y como es. Más allá del estímulo
sensorial, del asombro producido por los
distintos modos de vida, el entusiasmo
contagioso de manifestaciones tan básicas
y a la vez complejas, como la danza
del Boi Bumbá o la adrenalina generada
por la presencia cercana de animales salvajes,
el espacio para la reflexión responsable
encuentra lugar en boca de todos
los guías locales y agentes de viaje que se
dedican a incentivar la visita a este mágico
bosque tropical.
Definitivamente, el paso por el corazón
del Amazonas seduce y abre un panorama
nuevo para quien está acostumbrado a visitar
la historia y la cultura del mundo. Disfrazado
de vacación alternativa o aventura
exótica, esta es, en realidad, una buena
oportunidad para vivir de forma activa el
planeta en que uno habita.