Misterios de la Naturaleza
EL EFECTO
MARIHUANA
La ciencia ya se había pronunciado sobre la acción benéfica de la Cannabis sativa contra ciertos males de la vida moderna. Ahora ha descubierto que el propio cerebro humano produce a una sustancia de efectos similares a los de sus componentes activos.
Por: J. H. Romei y S. Silveira.
La planta con la que se elabora una de las drogas más populares en el mundo (pero no por ello menos demonizada por padres, educadores y asociaciones de todo tipo), está otra vez en el tapete. Ahora, por su posible aporte en la lucha contra ciertas dolencias crónicas.
La investigación científica se ha vuelto hacia el antiguo herbolario y muchos ejemplares botánicos que habían caído en desgracia viven otra vez sus 15 minutos de gloria. Tal el caso de la marihuana, cáñamo o Cannabis, ahora que la polémica se desata entre quienes defienden su utilización terapéutica en casos específicos, como la supresión de las náuseas durante la quimioterapia o en el tratamiento contra el sida, por su efecto estimulante del apetito. También es sabido que la marihuana disminuye la presión de los fluidos en los ojos asociada al glaucoma y hay evidencia de que reduce el miedo y los temblores derivados de la esclerosis múltiple, aunque para lograrlo, naturalmente, se requieren dosis bajas, específicas en posología para cada afección y, por supuesto, estricto control médico.
Sus detractores, mientras tanto, afirman que ya existen tratamientos y medicaciones para ésas y otras afecciones dentro del marco de la legalidad, e incluso de acción más eficaz que los todavía hipotéticos resultados de la terapia con marihuana.
Volar un Poco
En los años ‘60, el investigador israelí Raphael Mechoulam, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, identificó el THC, compuesto sico-activo principal de la marihuana, y con ello abrió las puertas a una nueva ruta en la investigación. Treinta años después, William Devane y el mismo Mechoulam hallaron que el cerebro humano producía una sustancia que imitaba la acción del THC, aunque no se le parecía en nada. Hace muy poco tiempo se comenzó a comprender el porqué.
Las investigaciones llevadas a cabo en ratones genéticamente modificados demostraron que la falta de ciertas moléculas producidas naturalmente en el cerebro, volvía a los animales más sensibles al dolor, además de presentar problemas para reprimir el hambre, controlar la ansiedad y afrontar el estrés.
Entender y dominar el funcionamiento de estas sustancias podría ser entonces el enlace hacia nuevos métodos para reducir el dolor, aplacar la ansiedad, combatir la obesidad e, incluso, curar los shocks traumáticos y el mal de Parkinson. Todo esto sin los indeseables efectos colaterales.
Ahora bien, ¿cómo funciona ese mecanismo cerebral? La respuesta se encuentra muy vinculada a los efectos de la Cannabis sativa sobre el cansancio, apetito excesivo o percepciones sensoriales y emotivas amplificadas. Éstos fueron notados hace unos 2 mil años, y hoy la ciencia lo verifica al estudiar las características de su principal compuesto sicoactivo (el delta-9-tetrahidrocannabinolo, o THC cuando se liga con un receptor llamado cannabinoide).
Un laboratorio de Estados Unidos demostró que el delta-9-THC se acopla a una proteína localizada en la membrana de las células, la cual fue llamada CB o cannabinoide.Estos receptores están presentes en el Sistema Nervioso Central y se identifican como CB1, mientras que aquellos de distribución periférica en el sistema inmune eran referidos como CB2. Tal y como descubrió Mechoulam, el receptor CB1 se vincula a un ácido graso, producto de las neuronas, que el científico israelí bautizó anandamide, haciendo referencia al vocablo ananda, que en sánscrito significa bienestar total. En resumen, lo que el THC hace, también lo hace el anandamide.
Poco tiempo después, Danielle Piomelli y Nephi Stella, de la Universidad de California, individualizaron un segundo lípido, aun más abundante que la anandamida y con las mismas propiedades. Ambos compuestos se consideran los principales cannabinoides endógenos, o endocannabinoides.
“Todos conocíamos los efectos de la Cannabis, pero no todos sabíamos que nuestro cuerpo era capaz de fabricar su propia marihuana,” dicen hoy los especialistas.
Ataque de Felicidad
P. tiene 33 años. Desde los 16, fuma un porro -cigarrillo de marihuana- de tamaño normal por día. Los arma con hojillas Job tapa dura. Los fines de semana, en verdad, fuma un poco más. “La marihuana es buenísima porque genera el campo de fuerza dimensional que, ante la desagradable cotidianeidad de las tareas propias del hogar y la vida en familia, evita que sea un asesino en serie. Además, hace al refresco negro del país del norte mucho más delicioso, necesario e inexorable de lo que ya es. ¡Y qué ricos son los asados, el chocolate y los licuados de naranja y durazno! Y bueno, ni hablar de Black Sabbath, que ya es grande de por sí, pero si le pegás una escuchada estando bien de la capocha, es muchísimo mejor. Y los discos de los Stones con Brian Jones, son mejores aún. ¿Y Led Zeppelin? Ah, también me mato de risa y me re-cuelgo con Y donde está el piloto, Trainspotting, y cualquier Martes 13, pelis que ya vi miles de veces. Yo recomiendo fumarse uno grosso y ver El señor de los Anillos”, resume el feliz consumidor uruguayo.
Según el cronista árabe Ibn al Badri, los efectos inhibitorios del hashish fueron notados ya en el siglo XV en la corte del Califa de Bagdad, donde fue utilizado para proteger de los ataques de epilepsia al hijo de un alto funcionario.
Las crisis epilépticas se verifican cuando en el cerebro se desencadenan tempestades de señales neuronales enviadas todas juntas y no existe ninguna señal inhibitoria para detenerlas.
Hoy, muchos epilépticos fuman regularmente Cannabis para controlar sus ataques, aunque paradójicamente, en otros pacientes, la misma terapia empeora las crisis.
La mayoría de los expertos concuerdan en que la función principal de los endocannabinoides es proteger a las neuronas de la hiperactividad. El cerebro “ha construido una suerte de freno de emergencia al cual recurrir en caso de necesidad” explica Beat Lutz, químico y médico de la Universidad de Mainz en Alemania. “Cuando se perfila la amenaza de una tempestad neuronal, para detenerla se liberan endocannabinoides”, y según Lutz, este mecanismo de protección probablemente comporte un principio de validez general. “Si el cerebro tiene un problema, produce endocannabinoides,” afirmó. En esta dirección van también los resultados obtenidos por el grupo de Andrea Giuffrida en la Universidad de Texas, sobre el mal de Parkinson.
En pacientes que sufren la dolencia, es común verificar la muerte de neuronas que producen dopamina, causando graves disturbios en el movimiento. Giuffrida experimentó, inyectando una toxina llamada MPTP, que destruye las neuronas dopaminergicas y produce síntomas similares al Parkinson, en ratones a los cuales treinta minutos antes les había suministrado un compuesto cannabinoide sintético.
El resultado fue que el efecto destructivo de la toxina no les afectó. “Sus cerebros, tratados con la sustancia análoga a la marihuana no presentaron diferencia alguna con los cerebros de los ratones normales”, argumentó Giuffrida, cuya esperanza es que sus investigaciones conduzcan en el futuro al desarrollo de fármacos que bloqueen la destrucción de las neuronas dopaminergicas, para poder combatir el Parkinson en las fases precoces.
Las investigaciones explican también los efectos sicológicos de los cannabinoides. Después de haber adiestrado a los roedores a temer cierto estímulo, fue posible cancelar el miedo, enseñándoles que el mismo estímulo no era amenazador. Los roedores carentes de receptores CB1 o bloqueados, no perdieron el miedo. De ahí que los endocannabinoides sean, al parecer, esenciales en la atenuación de las emociones negativas. Su malfuncionamiento podría ser un factor importante en los síndromes de estrés post-traumático y en las fobias.
María Socialista
Gianni Porta integra la dirección nacional de la Juventud Socialista, la rama del partido que promueve la legalización de la marihuana desde agosto de 2006. “Es un tema que la Juventud Socialista venía discutiendo hacía mucho tiempo, al menos seis años. Desde que el ejecutivo del partido aprobó impulsarlo estamos realizando mesas informativas”, dice el joven antes de repasar su credo. “Creemos en la reducción del daño. En lugar de reprimir, apuntamos a educar en el uso y el consumo. Pensamos que si se legaliza la marihuana pueden cambiar algunas cosas: por ejemplo, el mercado. El consumo de pasta base se extendió cuando hubo una gran escasez de marihuana. Por otra parte, se podría realizar un control de calidad de la marihuana, ya que mucha gente la rocía con otras sustancias (como medicamentos de uso veterinario), para hacerla más potente y adictiva. Además se podrían desbaratar las bocas de venta, habría menos intermediarios y bajaría el precio”, sostiene Gianni.
El suyo no es el único movimiento que pretende legalizar la marihuana en Uruguay. Ariel de los Santos es uno de los integrantes de La Placita, el grupo que el año pasado organizó la Festichala en la Plaza Independencia y la manifestación en la Torre del Vigía en Maldonado. “Estamos en contra de que la marihuana esté penalizada. El alcohol tiene peores efectos que la marihuana, lo mismo el cigarro. No estamos hablando de cocaína, ni de la tan famosa pasta base…La idea es desmitificar, que la gente dialogue y que las vecinas entiendan que fumar un porro no es sinónimo de salir a robar, ni de ser drogadicto”, dice el joven defensor de la cannabis, que está preparando otra Festichala para el 5 de mayo –Día Internacional de la Lucha por la Liberación de la Marihuana- en las inmediaciones del cementerio del Buceo.
Plantar Bandera
Como bien saben los consumidores de marihuana, cuando el cerebro se inunda de THC, suceden muchas cosas. Como era de esperarse, tales efectos han cautivado el interés de la industria farmacéutica.
Sanofi-Aventis, por ejemplo, ha desarrollado un nuevo fármaco llamado Acomplia, un coadyuvante en el tratamiento de obesidad cuyo principio activo, el rimonabant, es un antagonista que bloquea los receptores CB1.
Visto que la sustancia tiene que ver con los receptores normalmente usados por los endocannabinoides, debería moderar el hambre. Según los resultados de un estudio sobre 3 mil voluntarios estadounidenses y canadienses publicado por Sanofi-Aventis, el principio parece funcionar. Los sujetos que habían asumido cotidianamente la sustancia que bloqueaba los CB1 habían perdido más peso que el grupo de control, al cual se le suministraba un placebo. En otros, los parámetros hemato-químicos indicaban un riesgo inferior de infarto o hictus.
Según Lutz, no está claro cuántas de estas ventajas son el resultado de la intervención en las señales neuronales, pero al menos una parte de estos efectos metabólicos se debe atribuir al influjo del fármaco sobre los órganos periféricos con receptores CB. En el hígado de los obesos, explica el investigador, el sistema endocannabinoide es hiperactivo, y el rimonabant parece devolverlo al equilibrio.
Comer, de todos modos, no es la única cosa que activa el sistema cerebral de la recompensa. Lo hacen también muchas sustancias que inducen dependencia.
La nicotina, por ejemplo, estimula la secreción de mayor cantidad de dopamina, induciendo sensaciones de bienestar y de euforia. El bloqueo de los receptores de los endocannabinoides podría impedir el aumento de dopamina, reduciendo la sensación agradable que empuja al fumador a encender otro cigarrillo.
Los posibles beneficios la sustancia no cancelan, sin embargo, la perplejidad de los expertos en lo referente a la idea de manipular el sistema de nuestra marihuana natural.
“El cerebro es un delicado sistema construido en base al equilibrio de estímulos e inhibiciones y los endocannabinoides vienen a ser los responsables de mantener el fiel de la balanza en su lugar,” observa Lutz.
Una primera complicación es que, como la marihuana, también los endocannabinoides sintéticos no actúan sólo en los centros deseados. Una vez tomados, viajan por todo el cerebro, provocando efectos diversos, entre los cuales pueden emerger el vértigo, la somnolencia, o problemas de concentración y razonamiento.
“Debemos movernos con prudencia y asegurarnos que la inhibición farmacológica de los receptores CB1 no sea dañina”, debate Andreas Zimmer, según quien - y con toda razón - antes de aprobar el uso de fármacos en el hombre, es preciso desarrollar profusa experimentación clínica.
Sin embargo, las prometedoras novedades tientan y demasiado. Promediando 2006, el Acomplia recibió la autorización para ser comercializado en 25 países de la Unión Europea.
¿Habrá llegado la hora de la pastillita que remedia todos los males?.
Fumata Infantil
Hace menos de un mes, un video corrió como pólvora en los informativos de todo el mundo, alarmando a telespectadores de los cuatro puntos cardinales. En él se veía a dos niños (de cinco y dos años de edad), que aparecían fumando marihuana alentados por dos adolescentes. Se dijo que “los adolescentes trataban de mantenerlos en pie, riéndose, mientras los niños tropiezan y se caen a su alrededor”. Los menores estaban envueltos en una nube de humo. La cinta fue encontrada por la policía de Texas. Los sospechosos fueron arrestados por el delito grave de causar lesiones a menores.
En Uruguay, no es frecuente ver niños fumando marihuana en la calle. Es más probable verlos inhalando cemento de pegar en una bolsa, o directamente fumando pasta base. Pero eso no es más que una apreciación, puesto que en el país no existen datos sobre consumo de marihuana en niños. Según deja saber el sociólogo de la Junta Nacional de Drogas Héctor Suárez, se está realizando un estudio sobre consumo en menores de edad, cuyos resultados se publicarán próximamente. Los datos hoy disponibles corresponden a la población escolarizada de 13 a 17 años de edad y están publicados en
www.infodrogas.gub.uy
De acuerdo a los expertos, los efectos del consumo de marihuana son los mismos en adultos que en niños. Sin embargo, se estima que tienen mayores consecuencias desde el punto de vista orgánico en estos últimos, ya que los niños tienen menos masa corporal que un adulto.
Consumo Cuidado
Antonio Pascale, médico del área de Toxicología de El Portal Amarillo, explica que los efectos de las sustancias tienen que ver no sólo con sus componentes sicoactivos, sino con el perfil y el entorno de la persona que las consume. “Hay gente que mantiene un uso recreativo y no tiene problemas con la marihuana, y hay otra que tiene un uso problemático”.
Según Pascale, lo que buscan los consumidores es la sensación de bienestar, la risa fácil, la euforia. También se pueden producir fenómenos de despersonalización –muchas veces el que fuma se ve por fuera de sí mismo-. La marihuana también produce un realce de algunos sentidos: aumentan el tacto, gusto, olfato, y la agudeza auditiva. Por el contrario, disminuye la agudeza visual y se altera la percepción de las distancias. Es una droga perturbadora del sistema nervioso central. Se llama sicodisléptica porque distorsiona la percepción de la realidad, puede producir somnolencia, alteración de la coordinación motora, y signos físicos como dilatación de pupilas, taquicardia, y descenso de la presión arterial.
¿Los riesgos del consumo agudo? “Accidentes de tránsito, caída de vehículos –como motos, o bicicletas-. Hay otras reacciones adversas que no están directamente vinculadas al efecto sicoactivo de la sustancia sino a factores que tienen que ver con la personalidad del paciente, a cómo se siente y a su entorno. Puede haber ataques de pánico, trastornos por ansiedad generalizada, episodios delirantes. No es una regla, pero si uno se siente mal tiene más chance de tener un mal viaje”, agrega.
Por otra parte –continúa el especialista- el consumo crónico de marihuana se ha asociado a dos complicaciones estudiadas: síndrome amotivacional –alteración de los procesos de pensamiento, mal humor, melancolía, hábitos de abandono-, y a trastornos depresivos. También produce efectos en el aparato respiratorio: es una droga que se fuma, por lo tanto, aparte de las sustancias contenidas en la planta están todos los productos de la combustión, lo que puede generar una mayor frecuencia de infecciones respiratorias, sinusitis, faringitis, bronquitis y se ha asociado también con un mayor riesgo de padecer cáncer de pulmón. “No todos los que la fuman son dependientes, pero es una droga que genera una dependencia síquica moderada a intensa”, concluye Pascale.
FUMATA FAMOSA
La lista de celebridades que ha tenido problemas con la marihuana de seguro es más larga de lo que uno se imagina. En marzo, los diarios del mundo publicaron una fotografía en la que se veía a Drew Barrymore y Cameron Díaz compartiendo un porrito. Al parecer, las dos amigas se encontraban recientemente separadas de sus parejas, de vacaciones en Hawai y con ganas de disfrutar un momento de relax al sol. En los foros de opinión, los más conservadores criticaron el ejemplo que estaban dando las actrices, mientras los más liberales sostuvieron que un porro “es menos inofensivo que un Martini”. También se especuló sobre qué clase de faso se fumaron las ex Ángeles de Charlie: ¿hierba paraguaya o la muy de moda afgana?
Pero las famosas rubias no fueron las únicas sorprendidas in fraganti por los paparazzi, cuando no por las propias autoridades. En 2005 Macaulay Culkin –si, el adorable niño que protagonizó la saga Mi pobre angelito- fue detenido en posesión de 140 gramos de marihuana. Tanto el actual presidente de Estados Unidos, George Bush, como el ex mandatario Bill Clinton, admitieron haberla consumido durante su juventud. El multipremiado director de cine Oliver Stone tuvo que pagar una multa –de cien dólares- por llevar consigo la bendita hierba. E incluso fue sentenciado a tres años de libertad supervisada por manejar ebrio y en posesión de marihuana. El actor Robert Downey Junior es otro de los que no le hace asco a los estupefacientes. En reiteradas ocasiones lo han encontrado con marihuana, cocaína, morfina, Valium, y un largísimo etcétera.
Más cerca de casa y en el tiempo, el rockero argentino Andrés Calamaro dijo a sus seguidores durante un recital: “me estoy sintiendo tan a gusto que me fumaría un porrito…no me digan que en cien mil personas no hay algún habilitado”. Pero la inocente arenga no le gustó nada a un grupo de padres y Calamaro fue acusado de violar la Ley de Estupefacientes.
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