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  Febrero 2007 | Nº171  
  Cocina a la moda  
 
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Agridulce Espera
La fórmula del éxito es sencilla: una sala probada (el Teatro del Centro Carlos Eugenio Scheck), un director de lujo (Jorge Denevi), tres comediantes talentosas (Silvia Novarese, Laura Sánchez, María Elena Pérez) y un best seller argentino (de la escritora Daniela Di Segni) adaptado por el experto uruguayo Andrés Tulipano.
Jóvenes Emprendedores
Son soñadores y trabajadores al mismo tiempo. Les picóel bicho de la empresa propia y se tiraron al agua sin miedo al desafío. Generaron su propio empleo y hoy son exitosos en lo que hacen. Éstas son sus historias.
Ideas Brillantes
Saberlo es negocio es el
último libro de Claudio Destéfano, un periodista argentino especializado en temas empresariales, negocios y marketing deportivo. En el volumen, que en Uruguay publica Aguilar, se cuenta cÓmo muchas veces el éxito de un proyecto depende de detalles que a primera vista pueden parecer triviales.
Lomos a la Vista
En pleno verano, todos quieren estar en forma. ¿No se llegó a tiempo? Paciencia. En estas páginas, un experto profesor y cinco lomudos criollos comparten sus secretos para atraer todas las miradas con su cuerpo. Eso sí, para la temporada que viene hay que ponerse a trabajar hoy mismo.
Panzas Chatas
Tener el abdomen plano y firme es el sueño de toda mujer, y más aún a la hora de usar bikini. Existen muchas formas de lograrlo, algunas más naturales que otras, pero todas efectivas si se es constante y dedicada.
 
 

Jóvenes Emprendedores

Mi Jefe Soy Yo

Son soñadores y trabajadores al mismo tiempo. Les picó el bicho de la empresa propia y se tiraron al agua sin miedo al desafío. Generaron su propio empleo y hoy son exitosos en lo que hacen. Éstas son sus historias.

Por Shila Zyman | Fotografías: Marcelo Campi



Para Tomar Nota
En Uruguay existen varias organizaciones que buscan fomentar el espíritu emprendedor. Algunas trabajan solamente con jóvenes, como DESEM, el programa Emprecrea de la Institución Kolping y la Asociación de Jóvenes Empresarios (AJE). Existen otras, no exclusivas para jóvenes, como Endeavor, una organización que cuenta con una importante base de datos que comparte con las empresas que son parte de la red. En 2006, 11 mil jóvenes participaron de los programas educativos que tiene DESEM, y el número aumenta año a año. El objetivo, según explica Rodrigo Ormachea, director de la organización, es romper con la idea de que las cosas suceden sólo por suerte o destino. “Ellos mismos deciden qué hacen con su vida. Deben tomar el futuro en sus manos”. Por su lado, la Asociación de Jóvenes Empresarios nació hace seis meses con el objetivo de “capacitar, informar y vincular”, en palabras de su presidenta, María del Campo, también directora de Universia. En este espacio se busca que los emprendedores se apoyen entre sí y compartan experiencias. “En esa búsqueda insaciable por concretar ese sueño si hay algo que tienen son golpes en el camino. Y si el otro sabe sortearlo porque ya lo hizo, ¿por qué no compartirlo?”.


SI VAS PARA CHILE

Su proyecto para el trabajo final de la Licenciatura en Marketing era entrar en el negocio de los artículos de camping. Ese fue el tema que le asignaron al grupo de Alejandro Schein (32) cuando tenía 21 años. Una vez recibido, decidió abandonar el negocio familiar para dedicarse a aquel proyecto académico de manera profesional.
En un viaje a Chile descubrió la marca Doite e hizo la primera importación. Los productos resultaron tan caros que por un buen tiempo sólo los compraron sus familiares y amigos. “El objetivo era sobrevivir”, cuenta hoy Schein, que gracias al boca a boca pudo llegar al segundo año, cuando finalmente pudo hacer negocio con un supermercado y empezó a dedicarse a la venta por mayor. De todas maneras, el negocio dio pérdida los primeros tres años.
La realidad se ocupó de cambiar la estrategia de la empresa, que paulatinamente supo adaptarse a las necesidades del mercado. Desde 2002 Doite dejó de ser mayorista para dedicarse nuevamente a la venta al público, sumando nuevas marcas y productos. Hoy, con más de una década de vida, la empresa tiene el 70 por ciento del mercado, cuatro sucursales en Montevideo, distribuidores en el interior y 30 personas trabajando directamente. Ahora se preparan para “crecer en serio”, con políticas bien definidas, manuales de procedimientos, delegación de tareas y, principalmente, un proyecto de franquicia que en breve abarcará a todo el país. Hasta el día de hoy, el profesor que años atrás le asignara el tema para su trabajo final de carrera, no puede creer lo lejos que llegó el estudiante.


DULCE RETO

Emiliano D´alessandro (32) es pastelero, chocolatero y cocinero. Nació en Córdoba, Argentina, pero luego de un pasaje por Buenos Aires se formó en Francia, más precisamente en Le Cordon Bleu, considerada la primera escuela de cocina en el mundo. Trabajó cuatro años y medio en París, aprendió sobre pastas en Italia y hasta tuvo un restaurant propio en España.
Hace algo más de un año que vive muy cerca de José Ignacio, donde pasó muchos veranos de su infancia e hizo sus primeras armas como trabajador de la gastronomía, de la mano del mismísimo Francis Mallmann, en Los Negros. Este verano inauguró La Boyita, una casa de té y pastelería francesa que se levanta en la ruta 10, a pasos del Medellín Polo Club. “Quedó exactamente como me lo imaginaba en mi cabeza”, dice D’alessandro, que se jacta de haber abierto un lugar peculiar, alejado de las propuestas más clásicas de la península. Experto en bombonería, este cordobés afincado en Uruguay está empeñado en imponer la marca Chocolates del Este, con unos bombones que pretende transformar en el dulce souvenir del balneario. Claro que para llegar a buen puerto con La Boyita hubo que sortear algunos sinsabores. “El lugar se levantó desde cero. Aquí sólo había eucaliptos”, avanza el respostero, que se encargó personalmente del diseño y de contratar a los obreros. Metió mano en cada una de las etapas del proyecto, con el firme propósito de “aprender algo más en la vida”. Para él, era fundamental que la construcción tuviera una base sólida antes de crecer hacia arriba. “Ya sea un emprendimiento laboral, un proyecto de vida o de pareja, siempre es lo mismo: si los cimientos son buenos, es muy difícil que algo se caiga”.


DURO COMO EL ROBLE

“Dicen que si sos bueno en algo, tenés que dedicarte a eso para que te vaya bien. Pero yo no puedo”, arranca Juan Pastorino (28), hoy obligado a dividir su jornada entre dos emprendimientos que a la vez son sus dos grandes pasiones: la construcción y los caballos.
Pastorino se vinculó a ambas áreas de chico. Era el encargado de construir “la casita del árbol” y dibujaba en sus cuadernos las casas que pensaba construir de grande. A los 15 años trabajó como peón, y cuando salió del liceo, el primer paso fue hacer un curso de Técnico Sanitario, que lo habilitó para hacer las primeras instalaciones. Después entró a la Facultad de Ingeniería, y para entonces ya se encargaba de arreglos eléctricos. De a poco comenzó a ocuparse de reformas en general y a construir, que es a lo que se dedica su empresa actualmente.
La pasión por la hípica también le viene de niño. “Yo nací arriba de un caballo”, resume a las claras. Ocurre que su padre tenía una chacra, y aunque con el tiempo tuvo que venderla, él se las ingenió para volver a estar en contacto con los animales. Hace menos de un año, junto a otros tres socios, inauguró el Centro Hípico Los Robles, un pensionado de caballos. Decidido a sacar adelante ambos proyectos de la mejor forma posible, en 2006 hizo un curso de Asistencia en Gerencia que le aportó recursos empresariales, conceptos de marketing y nociones de contabilidad que lo ayudaron mucho.
No conforme con sus dos pasiones, Pastorino se niega a descartar otros proyectos. “Soy una lluvia de ideas”, asegura antes de contar que alguna vez estuvo por abrir una herrería y todavía tiene en el debe la carpintería. “La cabeza del emprendedor es una nube de cosas. Mi familia me ayuda a parar de pensar en tantas ideas para focalizar en algo, porque en general los emprendedores nos tiramos en paracaídas”.


CABLE A TIERRA

Todo vehículo automotor tiene, en promedio, casi una veintena de cables que accionan diferentes sistemas (acelerador, embrague, etcétera). Montreal es la primera y única fábrica uruguaya de cables de acción mecánica, y actualmente abastece al 30 por ciento del mercado local. En ese mundo generalmente asociado a los hombres trabaja Cecilia Casulo (35), quien conoce como la palma de su mano cada uno de los más de 3 mil modelos de cables que se fabrican en la empresa que dirige y de la que es socia hace 14 años.
Montreal era un taller mecánico fundido cuando un soldador, Adolfo Villalba (hoy marido de Casulo), lo compró con la ilusión y las ganas de fabricar un producto. El taller tenía apenas un mostrador, una estantería, un torno y una sola persona que sabía de cables. Casulo, por su parte, apenas sumaba 20 años, amén de las ganas de tener algo propio, cuando la invitaron a sumarse al proyecto. “En ese momento ya trabajaban siete personas, pero el taller seguía con los números en rojo. Lo primero que hubo que hacer fue ordenar la casa”, recuerda hoy. Ella se encargó del área contable, administrativa y financiera, y más tarde se hizo cargo del departamento de ventas.
Hoy Montreal es una fábrica con 16 empleados y exporta a Brasil. Acaban de inaugurar una planta de 500 metros cuadrados con nueva maquinaria, que les permitirá aumentar la producción. “El año pasado exportamos ocho mil cables. Con esta nueva inversión, la producción se va a triplicar”, asegura Casulo, cuyo lugar preferido en la empresa era el departamento de ventas, donde trabajó durante ocho años y aprendió todo lo que hoy sabe. “Pero hoy Montreal me necesita en otras áreas para poder seguir creciendo a nivel local e internacional”. Cuando extraña el contacto con la gente, se toma un par de horas, se para detrás del mostrador con la túnica y vuelve donde todo comenzó.


LABORATORIO SOÑADO

ExoGen no es una empresa cualquiera. Fue fundada por tres estudiantes de la Facultad de Ciencias (dos orientados a la bioquímica, otro a las ciencias biológicas), que a la sazón promediaban 25 años de edad. Por lo demás, es la primera empresa uruguaya de biotecnología y biología molecular dedicada a brindar soluciones tecnológicas exclusivamente al sector agroindustrial y alimentario.
Antes de fundar la empresa, los tres socios ya tenían algo en común: sus tesis de grado versaban sobre el mismo tema: la trazabilidad de los cultivos transgénicos. Leandro Furest (24), el benjamín del grupo, cuenta que la base de este emprendimiento fue el ánimo de generar sus propios puestos de trabajo que los tres compartían. Más allá de una vocación, esa voluntad tenía otra razón de ser, puesto que la oferta laboral de esa carrera en Uruguay no era tan prometedora como la de otras.
Hoy está convencido de que cuando no hay trabajo hay que forjarlo. Y eso fue exactamente lo que hicieron. “Sabíamos que la infraestructura que necesitábamos existía en Uruguay, sólo había que llegar a ella”. ¿Cómo hicieron? Concretaron una alianza estratégica con ATGen, donde arriendan un laboratorio que les permite trabajar con equipamiento de última generación y contar con asesoramiento técnico. Además, recibieron el apoyo de la incubadora de empresas Ingenio, del LATU y de la Universidad ORT. Furest reconoce que esas alianzas fueron clave para convertir el sueño en realidad. En diciembre de 2006, la empresa fue distinguida con dos premios Arroba: el primer puesto en empresa tecnológica y el segundo en la categoría de biotecnología.


NADA ES ACCESORIO

Daniel Hurvich (34) llegó al negocio de los accesorios y la bijouterie de forma casual. Estudió Administración de Empresas con la meta de tener un negocio propio. No importaba mucho qué, con tal de que fuera algo suyo. Un amigo, que tenía un local de bijouterie en Punta Shopping, lo invitó a participar del negocio para aportar nuevas ideas. Hurvich le propuso inventar una marca, poner el producto en “un lindo cartón”, presentarlo en exhibidores y vender éstos en lugares donde pasaran muchas mujeres. Farmacias y peluquerías, por ejemplo. Como la mayoría de los hombres, él tampoco distinguía entre una tiara y una pinza de pelo. Para Hurvich, eran simplemente artículos. Y la planilla que había preparado le decía que los números cerraban. El negocio funcionó, pero la sociedad no. Cuando se separaron, a él le tocó quedarse con el local de Punta del Este. Tenía 28 años y su plan fue manejar a la perfección el local que tenía para luego, “simplemente”, copiar la idea en otra parte. Un año después, Spirale abrió en Punta Carretas Shopping.
En plena crisis financiera, este joven vio una mayor salida para sus productos, que fueron vistos por el mercado como un atractivo sustituto de los accesorios más caros. En cinco años abrió cinco locales en el centro de Montevideo, y desde hace pocos meses tiene la primera franquicia de una de sus marcas.
“Hoy sé que el crecimiento es ilimitado. Sólo yo digo hasta dónde quiero ir”. Claro que tanta independencia tiene su precio, y también ha aprendido que un buen jefe trabaja como el que más: “el único momento del día en que estoy tranquilo es cuando cerró el último local”. Durante los primeros años, cometió errores que le costaron dinero. Pero creció mucho como empresario y hoy intenta explotar su negocio al máximo. Desde hace un tiempo, y de forma paralela, le alquila bijouterie y marroquinería a agencias de publicidad y también vende al por mayor. “Uno tiene que pensar si está dando todo. Cuando se cree que el negocio llegó al tope, siempre se puede un poquito más”.


ZAPATERO A TUS ZAPATOS

Actualmente, Maximiliano Larruina (19) estudia Ciencias Económicas. Hace un año y medio lleva adelante, junto a su madre Nancy, un taller de zapatos para mujeres. A pesar de que ninguno de los dos tenía conocimientos en el área, un día apareció una idea que hoy se llama Novecientos42. A Nancy siempre le gustó diseñarse sus propios zapatos y mandarlos a hacer. Entre sus conocidas y compañeras de trabajo sus modelos eran motivo de comentario. Un día, una amiga le pidió que hiciera un par para ella. Al tiempo otra, y luego otra, y luego otra.
La idea estaba servida en bandeja. Sólo había que organizarse y aumentar la producción. Nancy se encargaría de los diseños, y los conocimientos de Larruina en administración y comercio serían clave para que el proyecto funcionara. Cada cuatro meses, este joven de 19 años viaja a Buenos Aires a comprar cueros, porque allí encuentra más variedad y mejor calidad que en plaza. En el taller que tienen a unos pocos metros de su casa, él y su madre cortan el material para luego empezar con el proceso de producción de los zapatos. Primero se cosen, luego pasan por el armador y finalmente por el suelero. Larruina lleva esta empresa adelante como un hobby, lo que de momento le permite manejar sus tiempos para combinar trabajo y estudio.
El eslogan de la marca es “la diferencia” y el muchacho cree que de hecho hay una muy grande entre los zapatos artesanales que ellos fabrican y los importados: “sería bueno que la gente conociera lo que se pone en los pies”. Larruina no sabía nada de zapatos cuando empezó, y jamás hubiera elegido ese rubro. Sin embargo, un año y medio después reconoce que de a poco empezó a disfrutar del trabajo. Es más: ahora también diseña.


AVISAR EN LA RED

Claudio Lombardo (27) es uruguayo, pero estudió comunicación y publicidad en medios en Estados Unidos, y vive en Chicago. Trabajando allí para una firma que se dedica básicamente a la publicidad en internet, Lombardo vio que en Uruguay esa industria estaba poco desarrollada y tenía un gran potencial.
Rich Media es considerada la tecnología más avanzada en publicidad para internet, y se caracteriza por utilizar técnicas de diferentes medios: animaciones, audio y video, así como también juegos y formularios de registro.
Su experiencia laboral con diseñadores estadounidenses le hizo ver que la calidad del diseño en Uruguay era muy buena, y pensó que trabajando desde Montevideo para clientes norteamericanos los costos se reducirían de manera considerable.
Rich Media Factory hizo trabajos para la Universidad de Texas, la Southern Methodist University, la joyería Be True y una campaña del Ministerio de Transporte del Estado Texas, entre otros. En este momento, Lombardo vive la doble experiencia del trabajo en relación de dependencia y la regentear su propia empresa. Para él, la principal diferencia es la libertad de poder aplicar ideas, proyectos y planes de negocio propios. A futuro le gustaría desarrollar la industria en Uruguay y Latinoamérica. Mientras tanto, este joven seguirá en Chicago adquiriendo conocimientos en el área para poder aplicarlos a su negocio, pero esta vez lo hará instalado en Uruguay.


CUESTIÓN DE IMAGEN

Para Pablo Buela (24) una de las señales de que su empresa cobró vuelo es cuando llaman y preguntan por Cuper y no por él personalmente. “Al principio sos fulano de tal, pero de a poco comenzás a armar una estructura y de pronto ya sos una empresa”. Buela empezó a trabajar en su cuarto, con una computadora y valiéndose de sus conocimientos en comunicación organizacional y diseño. El primer trabajo que hizo fue para la Fundación Gonzalo Rodríguez, en memoria del fallecido piloto uruguayo.
Hoy, con una estructura de siete personas, Cuper asesora en materia de imagen y comunicación a firmas como Campiglia Construcciones, Aeropuerto Internacional de Carrasco y Hotel Oceanía, entre otras. El grupo también trabaja en cooperación con empresas de su mismo rubro en Argentina, España, Estados Unidos y Portugal.
Por su personalidad “movediza”, Buela buscó sus propios emprendimientos desde muy joven. Por ejemplo, transportaba novias y quinceañeras en la cachila de su familia o vendía fotos enmarcadas de autos clásicos. “Las personas emprendedoras tenemos un espíritu de querer ir para adelante y de poner el sí antes que el no. El hecho de ser joven y dirigir una empresa marca una personalidad de riesgo, de creer en lo que hago y de sentir pasión por mi trabajo”, opina. Sin embargo, y a pesar de todas estas virtudes, Buela reconoce que cuando empezó no fue fácil demostrar que podía ofrecer una propuesta seria. Por eso, él valora enormemente a la gente que apuesta por los jóvenes.


TALENTO AL HOMBRO

Quiana Arambilliet (19), jovencísima diseñadora de carteras, empezó en el rubro cuando tenía tan sólo 16 abriles, inspirada por la exitosa labor que su grupo había realizado en uno de los programas de DESEM (ver recuadro aparte). El dinero que le habían regalado para su fiesta de 15 fue la inversión inicial de la que se valió para hacer las 20 carteras que presentó en el Museo Zorrilla.
Fue en ese vernissage cuando la tienda Sí mi reina la invitó a vender sus diseños en el local de Punta Carretas. Desde entonces pasaron tres años. En dos oportunidades fue invitada a participar de la feria argentina Puro Diseño, una vez en el Conrad de Punta del Este y otra en Buenos Aires. Y el año pasado vendió 300 carteras para el lanzamiento de la campaña Dove Therapy.
Además de carteras, su marca incluye fajas, gorros y, más recientemente, alfombras. Como Quiana estudia Diseño Industrial, en el futuro se ve diseñando muebles y no pantalones. Se encarga personalmente de casi todas las etapas por las que pasan sus productos: diseño, producción y venta. Para la confección trabaja con un taller y una costurera.
Sus padres son un gran apoyo a la hora de negociar con los proveedores, aunque es ella quien recorre los lugares en busca de mejores precios y materiales. Y si es verdad que la corta edad a veces le juega en contra (al principio muchas costureras vieron en eso una excusa para no cumplir con lo que les encargaba), Quiana sabe que también puede jugarle a favor. “A la gente le llama mucho la atención que las carteras las haya hecho una chica”.
Edades al margen, la talentosa empresaria tiene grandes proyectos. Por ejemplo, vender en el exterior y diversificarse hacia otros rubros, como los artículos para el hogar.


MÚSICA PARA TUS OÍDOS

En la industria de la música, como en tantos otros rubros, se cometen errores todo el tiempo, dice Alberto García (31), fundador y director de Koala Records. Un claro ejemplo: rechazar un grupo y renunciar a producir un buen disco. Esas son, para García, las grandes oportunidades que tienen los nuevos productores, y cuando a los 23 años vio la suya, invirtió todos sus ahorros en el disco En la profunda noche, del grupo Los Traidores. Su trabajo fue un éxito. Esa es la historia de cómo la compañía recibió su primer Disco de Oro. No era la primera vez que García se vinculaba con el mundo de la música. Dos años antes había trabajado en una distribuidora de discos, como encargado de ventas, pero a los 15 días lo echaron diciéndole que no servía. Con los 200 dólares que le pagaron, empezó a distribuir discos de bandas de amigos. La primera vez compró 20, la segunda 26 y así siguió. “Después del primer disco todo fue más fácil, enseguida firmamos con otros artistas”. Este joven empresario nunca creyó en los grandes negocios. Koala Records creció de forma paulatina, apostando sólo a bandas de rock, algo que nadie creía fuera a funcionar. “La gente me dijo que me iba a ir mal. Y lo primero que aprendí es que nunca hay que decir nunca”, dice García.
Su sello discográfico trabajó con bandas como La Trampa, Buitres, El Cuarteto de Nos, Trotsky Vengarán y recientemente con Jaime Roos, entre otros. García es mucho más joven que la mayoría de los artistas con los que trabaja, pero esto nunca fue un impedimento: “lo importante son los resultados comerciales, uno se va haciendo un currículo. Y esto tiene mucho que ver con el oído y con la suerte”. Para él, su proyecto también prosperó gracias a la tenacidad, el trabajo y la visión. “Vos porque estás muy conectado” es una de las frases que escucha más seguido. Y García repite que él nunca tuvo grandes posibilidades económicas ni contactos, sino que era “simplemente un flaco que iba a recitales, como cualquier otro”. Si bien reconoce que con otra situación financiera le hubiera sido más fácil, está convencido de que no se necesitan grandes sumas de dinero para salir adelante. Después de todo, a él le funcionó.


BOTELLA AL MAR

Lamarca es una empresa de regalos personalizados, tanto para empresas como para particulares. Y de hecho, la idea de este proyecto surgió de un obsequio muy especial. Federico Revello (31) nunca imaginó que el regalo de cumpleaños que le estaba haciendo a su tío para los 50 sería el puntapié inicial de algo grande.
El obsequio consistía en una botella de vino cuya etiqueta llevaba un mensaje escrito del sobrino, a modo de dedicatoria. El impacto fue inmediato. “El mío era el único regalo que circulaba entre los invitados. Había otros, mucho más caros, en los que nadie se fijaba. Ahí me di cuenta lo que pasaba: yo había marcado la diferencia”, razona Revello.
Compró las primeras botellas directamente en las bodegas, y con la autorización necesaria, reemplazaba las etiquetas, una por una, con la ayuda de una trincheta. Como el mensaje que porta el regalo es personalizado y pensado cuidadosamente, se logra establecer una relación “uno a uno, en un mundo en el que todos somos estimado o estimada”. Entre algunos de los clientes de Lamarca hoy se destacan Sabre Holdings, Montevideo Shopping, Maroñas Entertainment e Inforcorp. Y en apenas un año, ya consiguieron un cliente en San Pablo, desde donde acaban de recibir un pedido.
Los regalos, dice Revello, pretenden transmitir un mensaje positivo, ya sea a nivel personal (un nacimiento o una graduación, por ejemplo) o empresarial. Ese mismo optimismo es el que contagia Revello cuando habla de su empresa. “Los emprendedores creemos que todo es posible. Nada nos pasa por casualidad, todo sucede porque lo buscamos”.

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