Ser abandonado por una mujer. He aquí el único fracaso insoportable para un hombre. Ante pocos dolores un varón está tan desarmado, tan desprovisto de recursos como ante el abandono femenino. Perder a una mujer lo hace sentir, como pocas cosas, un completo y total perdedor (la pierde a ella, pierde ante ella). Enamorarse, para el varón, equivale a rendirse, con todo lo que eso significa en un sistema de pensamiento elaborado sobre conceptos como lucha, competición, victoria, conquista, imposición, posesión, sostenimiento. Las mujeres se conquistan y un hombre enamorado es, dentro de los códigos del paradigma masculino hegemónico, un emasculado. Alguien que quedó atrapado sin remedio en las faldas de una mujer.
A los hombres les gustan las mujeres. Las mujeres se enamoran de los hombres. Ellos las desean, ellas los aman. ¿Es así por naturaleza? No. Es el resultado de una educación, de mandatos, de ejemplos, de un paradigma.
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