Esculpir la industria de la moda, elegir íconos como Mary-Kate Olsen, decidir qué va a ser tendencia y qué no. No hace falta ser un diseñador reconocido o un monstruo sagrado de las pasarelas para dictar los cánones. Basta tener una computadora y conexión a internet. Colgar imágenes, comentarlas, hundir o ensalzar una creación... se convierten hoy en auténticos privilegios de bloguero. “No se puede tomar el pulso al universo de la moda sin devorar bitácoras”, opina la estilista española Cristina M. Faber. Sin embargo, es difícil saber qué viene antes: si la gallina o el huevo. ¿Las fotografías que pululan por la red reflejan el estilo dictado previamente por los diseñadores, o son más bien las colecciones las que beben de las estrambóticas novedades que circulan por el ciberespacio? “Se trata de un proceso de retroalimentación”, apunta Enrique Rivera, director de arte de DNOi- SE, una agencia de comunicación española. De todas formas, los blogueros poseen una de las batutas del mundo de los estilismos, las telas y los accesorios. Ocurre que el proceso es muy sencillo. Un simple clic basta para sentarse en primera fila junto a Sofia Coppola en el desfile de Marc Jacobs en Londres; un solo gesto permite espiar a Paris Hilton y Lindsay Lohan en el club Winston de Los Ángeles, y una sola palabra en el buscador de Google ofrece un viaje hasta las vidrieras de Shinjuku, el barrio fashion de Tokio. En el cajón de sastre digital conviven cientos de webs dedicadas a la moda, un 10 por ciento de los 73 millones existentes, según Technorati, un buscador exclusivo para blogs. En ellas, el cuidado vestuario de Nicole Richie convive con la última línea de bolsos Vuitton en un batiburrillo en el que no siempre prima la calidad. En primera división sólo juegan las páginas

estadounidenses. Y el máximo goleador se esconde bajo el sofisticado nombre de The Sartorialist. El estadounidense Scott Schuman, de 39 años, saltó de las entradas de su observatorio fotográfico a una tribuna en la revista GQ en octubre de 2006, y a otra en Elle. “Empecé a hacer fotos por curiosidad y abrí una web para compartirlas en setiembre de 2005. Me siento orgulloso de haber propiciado un constructivo diálogo entre los apasionados de la moda”, afirma humilde desde Nueva York, donde vive con sus dos hijas de ocho y cinco años. Su página, un compendio de imágenes que documentan la elegancia de los neoyorquinos, milaneses y parisinos, se encuadra en uno de los cinco compartimentos en los que se pueden organizar laspáginas de moda. The Sartorialist, como la japonesa Tokio Street Style o la inglesa London Street Fashion, es un diario de instantáneas urbanas. Se trata de una excelente base documental que permite teorizar sobre los estilos de las ciudades. Por ejemplo, el afán de superponer elementos de los finlandeses (Hel Looks) contrasta con la elegancia de los trajes de sastre de Milán (The Sartorialist). Y el triunfo de los vestiditos y faldas aniñadas de Berlín (Stil in Berlin) poco tiene en común con el desfile de remeras con mensajes como “Tú, tonto” por las calles de Singapur (The Clothes Project). Schuman, que conoce al dedillo los hábitos estéticos de las ciudades, resume: “Si Milán es masculina, París es femenina. Y Berlín y Estocolmo, libres de la dictadura de la poderosa industria de la moda, son las más alocadas y creativas”. Más allá de estos archivos estilísticos, existen bitácoras con noticias generales, como Trendencias, la web de moda número uno en español, según el contador Google Rank; especializadas en un solo producto, como The Bagsnob,