Concluir este número de PAULA, también pensado para celebrar a las madres, fue liberador y a la vez comprometido.
Liberador porque vino como anillo al dedo para canalizar unas cuantas emociones fuertes acumuladas en los últimos tiempos; y comprometido, porque sin querer queriendo –me encanta esa expresión del Chavo– se convirtió en el vehículo perfecto para compartir con otros algo de lo aprendido.
Decir que la maternidad es un don que milagrosamente multiplica al infinito la capacidad de sentir y de amar, no es novedoso ni creativo, pero sí muy cierto. Tan cierto como ese indescriptible dolor que lacera el pecho cuando se comprueba que un hijo corre algún riesgo. Es en esos momentos que adquiere dimensión el verdadero significado de ese sentimiento inmenso que parece que no cabe, que se desborda e impulsa a lo que sea con tal de ayudar, emparchar, aliviar y solucionar.
Por eso, por todas y cada una de las vivencias por las que atraviesa una mujer a partir de su primer alumbramiento, es que PAULA dedica en esta ocasión una serie de notas que en su conjunto constituyen un completo informe sobre los pequeños infortunios que sobrevienen en el postparto.
Depresión. Agotamiento. Baja autoestima. Desinterés por el sexo. Un mundo de sensaciones que abruman y exigen trabajo.
Un mundo de sensaciones que se superan y finalmente casi no dejan rastros.
¡Pero atención! De vuelta en el día a día, destrabado el bloqueo de la esposa amante, hay que aprender a manejar otros impulsos que hacen a la libertad de los hijos y al buen desarrollo de su personalidad. ¿Qué tipo de madre es usted? ¿Se anima a contestar sin hacer trampas al solitario? El desafío queda planteado.
Mientras, ¿qué tal un poco de lectura amena, salpicada con imágenes placenteras que de seguro tentarán a la búsqueda de tratamientos de belleza capaces de disimular y hasta mejorar aquellos defectillos que los años se empecinan en acentuar?
Nada como verse bien frente al espejo. ¿No es ésa, acaso, una excelente terapia? Por algo la moda es una industria cada vez más próspera en este mundo globalizado en que las grandes marcas cruzan los mares y fundan imperios en los que las sedas, los trajes, las pieles, las fragancias y demás accesorios son sus bienes más preciados. Tanto como su firma, claro. Si no, vean el rápido ascenso de Narciso Rodríguez como diseñador, o la revolución empresarial que puso a Gucci nuevamente en carrera.
Tanta belleza, glamour y liviandad encuentran su contrapeso en un tema realmente preocupante. ¿Cuántos en Uruguay están al tanto de las enfermedades autoinmunes? Se sabe que existe la esclerosis múltiple, o la colitis ulcerosa, el lupus, la artritis reumatoidea, el hipotiroidismo, la psoriasis, y varios etcéteras que suman más de un centenar. ¿Pero, cómo funcionan? Es el propio organismo que se ataca a sí mismo, abriendo fuego contra sus células sanas, tal cual si se tratara de un virus, bacteria u otro enemigo. Escalofriante, pero si se indaga en las cifras, lo es aún más. En La epidemia autoinmune, Donna Jackson Nakasawa afirma que son cerca de veinticuatro millones los americanos que sufren alguno de estos males. Sin embargo, nueve de cada diez no reconoce siquiera uno.
En este mundo en que todo ocurre a velocidad sideral, viene a cuento lo que dice Umberto Eco, en cuanto a que lo que ahora existe será obsoleto dentro de nada y que cualquier informe científico se restringe a fuentes aggiornadas.
Para él, la verdadera felicidad es la inquietud. Ir de caza, no matar el pájaro.
Que así sea, por el bien de la humanidad, amén. |
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Modelo: Lucía Solari.
Fotografía: Pablo Rivara.
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