Es un siquiatra graduado con honores en la Universidad de Columbia, en Nueva York, que hoy se vale de la hipnosis para llevar de viaje por el pasado a sus pacientes. Para él, la hipnosis es un ejercicio de concentración. Y lo mejor de todo es que ahora ha descubierto que también sirve para viajar al futuro. Descreídos, reventar. Sus libros se venden como pan caliente, y varios de ellos han sido best sellers apenas salidos de la imprenta. Señoras que regatearían el arancel de un sicoanalista diplomado no dudan en pagar 120 dólares por asistir a una de sus sesiones colectivas.
Invitado por Punta Carretas Shopping, donde brindó una conferencia abierta y gratuita, Brian Weiss visitó por cuarta vez Uruguay. Y se sentó a conversar con Paula.
–Usted se dio a conocer en el mundo como el siquiatra que realizaba regresiones a vidas pasadas. En su último libro, Muchos cuerpos una misma alma, dice que también ha llevado a sus pacientes a ver vidas futuras. ¿En qué consisten exactamente regresión y progresión, y cómo pueden ayudar a las personas?
–La regresión en la que he estado trabajando
en los últimos veintisiete años implica volver a la niñez, a la juventud y a vidas
pasadas. He realizado esta experiencia de regresión con más de cuatro mil pacientes
en mi consultorio en Miami, Florida.
Pero quizás sean más de cien mil si incluyo
los grupos de regresión. Ello ha probado
ser muy útil para que las personas
puedan liberarse de síntomas y enfermedades
que tienen su origen y su raíz en
tiempos pasados. También los ayuda a modificar su manera de ver la muerte y el morir. Yo también he estado muy interesado en los sueños precognitivos. Los sueños en los que uno visualiza el futuro. En particular, las personas que han vivido experiencias muy cercanas a la muerte, suelen desarrollar el poder de soñar cosas que, en muchos casos, se convierten en realidad. Me pasó que cuando llevaba a mis pacientes a un estado de relajación extrema, aunque ellos no estaban durmiendo, ni soñando, lograban muchas veces cierto nivel de percepción de cosas que iban a pasar en el futuro. En el caso de la progresión, es decir de ir hacia el futuro y ver qué va a ocurrir, más que curar síntomas, ayuda a las personas a tomar las decisiones correctas.
–¿No es exactamente al revés? Es
decir, ¿el futuro no depende de las decisiones que tomemos en el presente?
–Pasan ambas cosas. Nuestras acciones
determinan nuestro futuro. Excepto
que nosotros tenemos un número infinito de futuros para elegir. Al tomar diferentes decisiones creamos diferentes futuros. Los cosmólogos actualmente hablan de una infinidad de universos, lo cual implica una infinidad de futuros. Porque existen universos paralelos. En consecuencia, todos esos futuros se están dando simultáneamente. Del mismo modo que el pasado se está dando en forma simultánea con respecto al presente.
“NOSOTROS EXISTÍAMOS
ANTES DE NUESTRO
NACIMIENTO Y VAMOS
A EXISTIR DESPUÉS DE
NUESTRA MUERTE.
NUESTRA NATURALEZA
REAL ES EL ALMA”. |
Si bien en el mundo físico nosotros consideramos que primero viene el pasado, luego fluye al presente y éste fluye al futuro, fuera de este mundo físico el tiempo no existe. De tal manera que uno se puede conectar con el futuro, sólo hay que aprender a hacerlo. Esto ha sido probado por los físicos y en mi trabajo clínico yo he hecho las mismas observaciones. A veces, cuando uno empieza a hablar de física, parece que comenzara la sección de hipnosis.
–Cuando se menciona la física cuántica
para justificar este tipo de teorías
se suele hablar en términos tan vagos
que no resultan nada convincentes, especialmente
para las mentes más apegadas
a los razonamientos lógicos.
–Parecería ser lo contrario. En realidad,
para el mundo científico, para los matemáticos,
para los físicos, no es una sorpresa,
porque está científicamente probado.
Es mucho más difícil de comprender para los no científicos, porque están habituados a pensar las cosas de otra manera. Pasa lo mismo con esta mesa sobre la que estamos hablando.
¿Es realmente una mesa, o es un conjunto de moléculas, átomos, energía?
Es ambas cosas.
–¿Hay alguna clase de peligro para
la gente que practica una progresión o una regresión?
–No lo encuentro para nada peligroso. La sesión ayuda a eliminar los síntomas
de una vida pasada o futura de manera que la persona sienta menos miedo. La terapia no crea los síntomas. Y en trabajos de grupos como los que hicimos aquí, yo llevo a la gente al futuro más lejano, no al futuro próximo, de manera que no se genera tanta ansiedad. En mi consultorio llevo al paciente a donde él necesite ir, en forma personalizada.
–¿Todos quieren ver el futuro?
–No toda la gente desea conocer su
futuro, porque si fuera sólo como ganar la
lotería y ver lo luminoso... pero no siempre
es así. En el futuro muchas veces hay
dolor, accidentes, situaciones traumáticas,
y eso genera gran ansiedad.
Si yo pudiera
asegurarles que van a ver los números
de la lotería que van a ganar sería mucho más fácil, pero en realidad es algo mucho más personal. Y no todos quieren verlo por anticipado. Almas en tránsito
–¿De qué manera las vidas pasadas,
o los personajes que supuestamente
fuimos en el pasado, influyen en nuestro presente?
–Yo considero que nosotros trasladamos al presente rasgos de nuestro carácter, con sus características positivas y negativas. Nosotros influimos en cómo somos en el presente.
Por ejemplo, cuando alguien tiene una fobia, pongamos por caso la hidrofobia, esa causa va a desaparecer cuando recuerde que se ahogó en una vida pasada.
De esa manera la vida se abre a una forma más positiva porque las personas pueden tener más experiencias y menos miedos.
Por ejemplo, hay personas que no pueden abrocharse el botón superior de la camisa porque en una vida pasada fueron ahorcados.
Si recuerdan esa causa, pierden ese miedo.
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–Pero si todos morimos de muchas
formas a lo largo de las distintas vidas pasadas, estaríamos llenos de fobias...
–Morir no es siempre traumático. Muchas
veces las personas mueren durante
el sueño, o de ancianos.
En nuestra vida
presente nosotros elegimos a nuestros padres o una determinada situación para aprender diversas lecciones.
A menudo los síntomas están asociados con esa elección.
No necesariamente con situaciones de vidas pasadas.
–Usted ha tratado a miles de pacientes. ¿Qué es lo que más le llama la atención
sobre lo que manifiestan en el consultorio sobre sus vidas pasadas?¿Existe algún tema recurrente?
–El proceso de regresión tiene muchos aspectos. Una de las cosas que me ha llamado la atención es que tenemos tendencia a volver con las mismas almas, una y otra vez. También que tenemos no sólo un
alma gemela, sino una familia de almas gemelas.
–¿Cuántas almas hay en la familia?
–Cuarenta, tal vez cincuenta. Tal vez
más. Las relaciones cambian. Tu abuela puede regresar como tu nieto, pero las almas son iguales.
Cuando hablamos de almas gemelas no necesariamente se trata de la pareja: hablamos de padres, hijos, abuelos, amigos.
–Usted quiere decir que volvemos a la Tierra porque tenemos que mejorar algunos aspectos de nuestra alma. Si las almas regresan en diferentes cuerpos pero no cambian, ¿por qué tenemos que regresar una y otra vez?
–Tratar de comprender eso equivale a tratar de comprender por qué estamos aquí, por qué existe Dios. Por qué las almas tienen que venir a la Tierra para aprender, por qué no permanecen en el cielo. Sin embargo, estamos en esta escuela, en esta dimensión.
Debe haber una razón por la cual estamos aquí. Lo que mis pacientes dicen cuando están en un profundo estado de relajación es que ésta es una escuela muy importante, porque algunas lecciones se aprenden mejor en el estado físico. Pero justamente por eso es una escuela difícil, porque somos cuerpos. Tenemos enfermedades, muerte, separaciones, dolor, todos esos problemas. Pero seguramente, a un nivel superior, se ha decidido que esta escuela exista.
–¿Cuál fue el dolor más grande que
tuvo que superar?
–¿En esta vida?
–Sí.
–La muerte de mi hijo cuando era un bebé. Esto fue antes de que supiera lo que estoy enseñando hoy.
En aquella época yo era médico recién recibido, y no creía en nada, era muy escéptico. No creía en nada de lo que estoy enseñando ahora.
–Todos hemos tenido pérdidas muy dolorosas, pero ¿por qué habría que verlas como una manera de aprender?
–Eso es difícil de responder, porque en
realidad no existe la muerte, no existe el nacimiento. Nosotros existíamos antes de nuestro nacimiento y vamos a existir después de nuestra muerte. Yo creo que nuestra naturaleza real es el alma y lo espiritual, pero aun así existe la separación física cuando muere un ser amado.
Creo que si la gente supiera que nos vamos a reunir en otro tiempo, no sufriría tanto la separación física que implica la muerte.
Pero creo que esa última pregunta suya tocó mi más grande motivación para hacer el trabajo que yo estoy haciendo.
Es ayudar a las personas a convivir o a aprender a vivir con el dolor.
Porque una vez que uno ha pasado personalmente por eso, siente que quiere ayudar.
Creer o reventar.
–¿Qué experiencias le permitieron corroborar la experiencia de vidas pasadas?
–A nivel de validación, no a nivel terapéutico, hay una serie de casos que parecen demostrar muy claramente la existencia de vidas pasadas.
La xenoglosia, el hecho que las personas hablan lenguas extranjeras que nunca aprendieron. Otra, es que hay gente que ha encontrado en esta vida los hijos que tuvo en una vida anterior. Y esos hijos confirman las experiencias.
Otro caso es cuando mencionan datos específicos o detalles de los cuales nada sabían, que luego encuentran en la vida real.
–¿Cómo logra diferenciar una vida
anterior o futura de un simple recuerdo, de una fantasía o una expresión de deseo?
–A veces es difícil discernirlo. Como en un sueño, se puede dar una mezcla de todo eso. En el sentido sicoanalítico todos esos elementos son importantes. Pero en el caso de la xenoglosia, no hay duda de que se trata de un recuerdo de vidas pasadas y no del producto de la imaginación. Los síntomas y las enfermedades no se curan por simbolismo o imaginación.
Se curan por recuerdos reales. Pero nunca vamos a tener una prueba absoluta de esto.
–¿Recordar es sinónimo de curar?¿Por qué recordar es tan terapéutico?
–Una vez más, no tenemos una respuesta
absoluta a esa pregunta. Es, por supuesto,
la base del sicoanálisis y la sicoterapia.
Recordar situaciones traumáticas del pasado ayuda a curar los traumas. Esta técnica es muy similar al sicoanálisis.
–¿Qué otras cosas tiene en común
su trabajo con el sicoanálisis?
–Hay muchas similitudes, pero la diferencia es que el ámbito es muchísimo más amplio. Nosotros no nos detenemos en la niñez, vamos más allá.
Además, la nuestra es una técnica más rápida que la del sicoanálisis.
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Pesares pasados
–Cree que somos inmortales. ¿También
cree que podemos reencarnar en
animales?
–Es posible, pero no lo veo mucho en
mi trabajo. Pero eso puede deberse a que
las personas no recuerdan vidas en las
que eran animales.
No quiere decir que no
ocurra.
A menudo las personas sólo recuerdan
las vidas que son importantes para
su vida actual.
–¿Y cuántas vidas pasadas tuvo o
recuerda haber tenido usted?
–Yo recuerdo entre doce y quince vidas pasadas, pero seguramente tenga muchas más que ésas. Una muy importante para esta vida actual es que yo fui un sacerdote católico en la Edad Media en Escocia, en la época de la Inquisición.
Allí fui torturado y matado por enseñar temas prohibidos. Probablemente yo debería haber sido más sensible a las limitaciones de la época. Ser un siquiatra hoy en día es bastante parecido a ser un cura laico en algunas culturas.
–¿Dónde cree usted que estarán las
almas que no encarnaron?
–Algunos lectores me han dicho que han dejado de leer mis libros porque los números no cierran. Si la población del mundo es mayor que nunca, ¿dónde están las almas?
La respuesta es que existen en muchas dimensiones, no solamente en la que nosotros conocemos. Las almas existen en todo el universo, no sólo en este granito de arena que es el planeta Tierra.
–Usted dijo que vio a Jesucristo en
una de sus vidas pasadas, y que un paciente los vio a los dos juntos… ¿Qué
más nos puede contar de esas experiencias?
–Me vi como un joven de más o menos
veinte años. Era de Alejandría, Egipto,
y viajaba entre las distintas comunidades
que hay entre Egipto e Israel. Mi familia
ayudaba económicamente a alguna de
esas comunidades. En una oportunidad
conocí a un hombre joven y viajamos juntos
visitando esas comunidades. Luego
tomamos caminos diferentes. Muchos
años después yo estaba en Jerusalén por
un tema de negocios y vi toda la conmoción
y el juicio. Cuando vi a ese señor Joshua, y le miré los ojos, me di cuenta que
era la misma persona con quien yo había
estado en el desierto muchos años antes.
Pero era demasiado tarde para cambiar las
cosas. Varios de mis pacientes vieron esa
situación y me vieron a mí y cómo vestía,
así que de cierta forma confirmaron mi experiencia. Todo se trataba de amor y compasión básicamente, pero esas comunidades eran secretas y muy místicas.
–¿Por qué revivir pesares pasados?¿No cree que uno ya tiene suficiente
con los de esta vida?
–Es cierto, salvo cuando hay bloqueos,
síntomas o enfermedades que afectan a
tu vida actual. Esta técnica puede remover
bloqueos y permitir la paz interior. Como médico, curar las enfermedades es muy importante para mí.
Eso ocurre independientemente de que la persona crea o no en vidas pasadas. Es frustrante con algunas personas críticas: intelectualizan tanto que se niegan a experimentarlo por sí mismos.
Vidas futuras
–¿Cómo fue el momento en que
descubrió que un paciente estaba hablando del futuro?
–En algunos casos nació de ellos espontáneamente. Otras veces fue a partir de sueños precognitivos. Muchos vienen a mí para tratar de parar esos sueños, pero es muy difícil que eso suceda.
Yo les explico que los sueños no causan traumas, son sólo una advertencia temprana.
–Luego de entrevistar unos siete
mil pacientes, todos coincidieron en
ver un futuro idílico. ¿Sus pacientes son todos optimistas?
–No completamente. Es cierto que muchos ven un futuro idílico, pero dentro de mil años.
Otra observación que se da una y otra vez es que la población va a ser más pequeña. Se comunican mejor, hay menos guerras, pero hay menos personas. Esto lo obtuve a través de cuestionarios realizados a muchos grupos con los que he trabajado sobre el futuro. No parece esperarse ningún cataclismo en los próximos cien o doscientos años. Pero algo podría ocurrir en un plazo de unos cuatrocientos años, algo que determinaría una reducción en la población mundial.
Podría ser algo benigno, como que las personas
decidieran tener menos hijos. O tal vez la tasa de fertilidad podría reducirse.
Pero también existe la posibilidad de una guerra o una enfermedad.
–Recuerdos del futuro, ¿no es un
oxímoron?
–A menos que sea físico, porque hablan
de dimensiones paralelas. Especialmente la física cuántica, que habla de las partículas mínimas que componen la parte más básica del átomo.
Muchas cosas parecen paradojas u oxímorons, pero volvemos a lo de la mesa… para el átomo esta mesa no existe, es espacio y energía.
–Usted también ha escrito libros sobre
el amor y el estrés. ¿Cuáles son actualmente
las mayores fuentes de estrés?
–Hay tantas. Se encuentran a diferentes niveles: social, cultural, personal, nacional, mundial… ni siquiera estoy hablando de las relaciones familiares, de la salud y la enfermedad, de lo que se espera del futuro. Una forma de contrarrestar el estrés es aprender a meditar. Apagar la televisión y dejar en blanco la mente.
Eso ayuda al sistema inmune a funcionar mejor. El amor siempre está ahí, sólo que hay muchas fuentes de estrés, entonces a veces es difícil encontrarlo. La gente precisa tiempo, pero la vida es tan acelerada que la gente no encuentra el tiempo para amar.
Hay mucha gente buena, de buen corazón, pero a veces parece que fuera todo peor porque los medios se han vuelto muy poderosas. Ahora es posible enterarse al instante de las cosas terribles que pasan al otro lado del mundo. Algo que hace doscientos años era imposible. Las cosas pueden parecer peor, pero creo que, al contrario, están mejor.
–A juzgar por cómo está el mundo,¿qué le hace pensar que avanzamos
espiritualmente y no que retrocedemos?
–Porque existe el destino y la voluntad,
la propia decisión. Como en la escuela, podés
portarte mal, espantoso, o podés
aprender y estudiar para pasar al año siguiente.
–¿Y quién dice cómo se pasa en esta
vida?
–Cuando te reunís con otras almas y analizás lo que pasó, bueno, ahí sabés cómo fue la cosa. |