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JAVIER PERAZA /
junior integra el grupo Cachiporra Artes Escénicas, fundado en 1973 por sus padres (Ausonia Conde y Javier Peraza). “Nos gusta decir que la agrupación vino al mundo con la intención de llevar la plástica a las artes escénicas”, dice Javier. Comenzaron haciendo títeres muy sencillos, gradualmente fueron explorando el universo del teatro de animación y luego se animaron con espectáculos más sofisticados, incorporando sombras, teatro negro, títeres de vara y luces negras. Han actuado en Uruguay y en más de 90 festivales celebrados en distintas partes del mundo. Este año, Cachiporra sube a las tablas con El Principito, de Antoine de Saint Exupery. “La elección de la obra se basó en dos razones fundamentales: el año pasado el príncipe más famoso de la literatura cumplió sesenta años, y desde su aparición, millones de personas se han emocionado con esta historia escrita a la medida del niño que todos llevamos dentro”. Títeres Cachiporra promete una puesta en escena salpimentada con técnicas de teatro negro, sombras y manipulación directa de muñecos y objetos. “Es un viaje interior del alma humana que intenta descifrar el sentido de la vida. Es un cuento mágico, verdadero y necesario, un fértil campo para la imaginación de los niños y también una invitación a la reflexión de los adultos sobre la vida misma”, concluye Peraza. El espectáculo va todos los domingos de julio, a las 11de la mañana, en el Teatro Solís. |
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MARIANA ZABALA /
acaba de publicar Banana Republic. Cómo la política empantanó el puerto
de Montevideo, un libro sobre el proceso de concesión de la Terminal de Contenedores en el Puerto de Montevideo. “Se trata de un aporte al tema desde el ángulo del periodismo de investigación, un género bastante poco explotado que hay que mantener vivo en el país”, dice Zabala, que le hincó el diente al puerto seducida por todo lo que sucede en ese lugar vital para la economía
del país, llave del comercio exterior y de un valor estratégico importantísimo en la región. “Me di cuenta que es un tema al que nadie le da mucha bolilla pero que hay que encarar. Hay muchas cosas que no han sido dichas. Creo que es una manera de no colaborar con la distracción que a veces te impone el sistema”, agrega la autora, que llevó adelante una investigación exhaustiva y, entre otras cosas, se preguntó: ¿por qué estamos por ampliar la Terminal de Contenedores del Puerto de Montevideo desde hace una generación? ¿Por qué el Parlamento se dejó usar por el lobby empresarial? ¿Fue una buena solución el remate de la terminal en 2001? ¿Por qué no tenemos hoy un puerto que domine el tráfico regional cuando estaban dadas las condiciones para lograrlo? “Es un análisis de todo el proceso que en 2001 desembocó en la concesión de la Terminal de Contendedores, que muestra la inoperancia del sistema político”, resume la periodista. |
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ANGELO MANENTI /
se dispone a cumplir seis años al frente del Instituto Italiano de Cultura. Hace 32 que se desempeña como agregado cultural, y luego de haber vivido en Perú, Brasil, Argentina, Venezuela y Uruguay, se considera un latinoamericano ad honorem. También trabajó en Medio Oriente, España y Portugal, pero insiste en que ha sido un privilegio especial conocer América Latina y desarrollar aquí su trabajo. Este año, el instituto se lució en Montevideo con una exposición de vestidos barrocos que tuvo lugar en el majestuoso Palacio Taranco. Fiesta en la corte (así se llamó la muestra) fue visitada por miles de personas, interesadas por esas vestiduras italianas adornadas con madre perla, marfil e hilos de oro que costaban una fortuna y la aristocracia utilizaba durante sus fiestas. Más recientemente inauguraron una exposición del escultor italiano Riccardo Cordero (todavía en cartel) que ocupa los 800 metros cuadrados del atrio de la Intendencia Municipal de Montevideo. “Es una muestra de unas cuarenta piezas, algunas de gran tamaño, incluyendo obras que pesan 700 kilos. Proponen un interesante juego de volúmenes y formas en el espacio”, adelanta Manenti, como para tentar a quienes todavía no la hayan visto. |
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EDUARDO NÚÑEZ /
está al frente de Domestic Bonsái, un formidable vivero uruguayo de la avenida Giannattasio (a la altura del kilómetro 25), en el que conviven una gran variedad de bonsáis: manzanos, olmos, gingko biloba, lorepetalum chinesis, serissas y arces japoneses, entre otros ejemplares de incomparable belleza. Hermanos pequeños de los grandes árboles, los bonsáis fueron objeto de culto de monjes taoístas y practicantes del budismo zen. Ellos le dieron a este antiguo arte el toque maestro, en parte porque su cultivo requiere de infinita paciencia. Unos los consideran una obra de arte viviente, otros un nexo entre la divinidad y el hombre. Durante siglos, cultivarlos fue tarea de aristócratas, pero con el tiempo las técnicas se fueron democratizando. Núñez comenzó vendiéndolos puerta a puerta en España. De tanto en tanto, se sentaba al volante de una camioneta y viajaba a venderlos a Italia y Francia. Hace doce años, cuando regresó a Uruguay, empezó su negocio tímidamente. Hoy cuenta con una superficie de 10 mil metros cuadrados poblados de bonsáis, importa ejemplares de China, Japón y Europa, y exporta a los países del Mercosur. Ahora está testeando especies autóctonas como el ombú. “Tenemos unos 24 mil árboles de entre tres y cien años. Nos gusta darle toda la información posible a la gente, y a los que quieren hacer su propio bonsái les damos el apoyo que podemos y les proveemosde todo lo necesario para cultivarlo, presentarlo y cuidarlo”, resume Núñez. |
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ÉLIDA TUANA /
integra la Comisión Nacional Honoraria del Discapacitado, cuyo cometido es la equiparación de posibilidades para las personas con discapacidad. En los últimos años, la Comisión ha llevado adelante varias investigaciones, entre las que figura una encuesta que reveló que en Uruguay el porcentaje de personas con discapacidades es de 7.6 por ciento, guarismo que desciende entre los niños y se incrementa entre los mayores de 65 años. La comisión (con sede en Eduardo Acevedo 1530) ya ha logrado solucionar, en parte, el problema de transporte urbano que supone la ausencia de rampas y de ómnibus con acceso para sillas de ruedas. “En este momento, contamos con tres camionetas que cobran bastante menos que un taxi. También conseguimos dos líneas de Cutcsa que admiten sillas de ruedas, pero no tenemos más”, menciona Tuana, que es maestra, licenciada en psicología, doctora honoris causa de la Universidad de la República y profesora ad honorem de la UCUDAL. Hoy están exigiendo el respeto a la ley que determina que el cuatro por ciento de los puestos en oficinas del Estado debe ser ocupado por personas con discapacidad, procuran instaurar el concepto de educar en la diversidad y están viendo cómo va a afectar el nuevo sistema tributario a los talleres protegidos. |
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ADRIÁN MINVIELLE E IGNACIO TÓRTORA /
son los propietarios de Sin Azúcar, una panadería y confitería que abrió sus puertas hace cuatro años. Además de hacer honor al nombre de la casa, los productos que allí se elaboran también son bajos en materia grasa, no contienen manteca ni crema doble y tienen pocos hidratos de carbono. Utilizan harina integral, avena, gluten y mantienen las fibras naturales de las materias primas. Todo muy sano, pero sin perder una pizca de sabor. “En lugar de azúcar usamos un edulcorante natural conocido como sucralosa”, explica Minvielle, que al igual que su socio es egresado del Instituto Hotelero Gastronómico del Uruguay. “En Sin Azúcar la comida está especialmente preparada para los diabéticos, sobre todo los postres, que son cuidadosamente elaborados y con buena presentación”, dice. Hoy cuentan con un menú de 33 postres (entre los que se cuentan tarta de naranja, cheese cake, torta de ricotta, masas secas y bombas), y más recientemente empezaron a hornear tartas saladas. Hasta setiembre continúan abiertos en Echevarría 610. De ahí en más, habrá que buscarlos en el nuevo local de Scoseria 2540. Todos los alimentos vienen con fichas técnicas de su aporte nutricional y están testeados con resultados satisfactorios. Tienen la autorización de la Sociedad Uruguaya de Nutrición en Diabetes y del Ministerio de Salud Pública. |
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