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Beckham en cifras
¿Puede un futbolista que nunca fue el mejor convertirse en el más taquillero?
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es puro estilo italiano...
POR MARCELO GANTMAN

BECKHAM S.A.
¿Puede un futbolista que nunca fue el mejor convertirse en el más taquillero?
El jugador inglés es una máquina de facturar con su atractiva imagen: es multimillonario y
se estima que para los próximos años se aseguró ganancias por 250 millones de dólares.

Cada vez que el nombre David Beckham aparece publicado, a su lado figura una cifra.
Y una marca comercial.
Y el lanzamiento de un producto.
Y una noticia que cuadra más en las páginas de espectáculos que en las deportivas. No es para menos: Beckham (Leytonstone, 2 de mayo de 1975) es el producto mejor terminado que ha ofrecido el fútbol desde que alcanzó su escala global, para lograr un crossover que mezcla el deporte, el entretenimiento y el marketing.
Acaba de concretar su movida más escandalosamente millonaria y con menor riesgo deportivo: Beckham se despidió de Real Madrid para pasar a una liga de baja relevancia, la del fútbol norteamericano. No se trata de una simple transferencia. No hay simpleza posible en un contrato de 250 millones de dólares por cinco años de relación con Los Angeles Galaxy. Lo que se pone en juego es el abandono de Europa para salir a la conquista de Hollywood por parte de esa sociedad comercial formada por David Beckham, su esposa, Victoria Adams, y sus tres hijos: Brooklyn Joseph, Romeo James y Cruz David.
Pero en algún lugar de la sala de maquillaje, luego de fingir un corte en su cara para el comercial de Motorola, en algún momento mientras se limpiaba los dedos manchados de drypen luego de dibujar para Adidas, después del último sorbo de una Pepsi en lata, David Beckham debe pensar por qué no se lo valora tanto como futbolista. Por qué en un deportista tan popular y mediático, emblema de Occidente para japoneses, vehículo indispensable de la FIFA para vender fútbol donde sólo hay tierra árida, sus dotes de jugador no son tomadas en cuenta como pasa con su faz marketinera.
En un punto existe un acto de injusticia. Entre todos sus pesares y dolores, Marilyn Monroe sufría porque sólo se veía en ella una bomba sexual y no una actriz y gran comediante. Símbolo de la belleza masculina, atractivo para muchas mujeres y no menos hombres, David Beckham no es un excelente futbolista. Pero es muy bueno. Su aporte al fútbol actual está a tono con lo que el mercado demanda: sacrificio y buena pegada. En tiempos en que las tribunas, y sobre todo los directores técnicos, braman por alguien que se tire al piso y defina un partido por un buen tiro libre, Beckham reúne esas condiciones.
Dueño de la banda derecha, empieza vestido de fajina y termina con galera y bastón. Buena pegada, buenos centros y la pelota puesta justo donde hace falta.
Como cuando el Manchester le ganó al Bayern Munich la final de la Champions League con dos goles en tiempo de descuento. ¿Quién puso la pelota en medio de la multitud de piernas para que convirtieran Solskjaer y Sheringham? Su revancha personal está sucediendo ahora. Hoy, Beckham, galáctico de primera cepa en un Real Madrid que conquistaba el mundo con sus camisetas pero no conseguía ganar campeonatos, resultó indispensable en esta campaña que lo llevó a ganar su primera Liga desde la temporada 2002/2003. De hecho, gracias a su participación, Real Madrid consiguió estar al frente de la tabla de posiciones por primera vez desde octubre de 2005. Recto y testarudo, como suelen ser los técnicos italianos, Fabio Capello había decidido marginarlo del equipo cuando Beckham fue noticia por su anuncio de desembarco en el fútbol norteamericano. Ante la necesidad, Capello volvió a convocarlo y el equipo cambió. Varios buenos partidos sirvieron también para que Beckham volviera a ser llamado para jugar en la selección inglesa luego de diez meses de ausencia. Steve McClaren, el técnico que asumió luego del Mundial, lo había considerado responsable visible del fracaso en Alemania.
“Por juego y por estado físico, éste es el mejor Beckham de los últimos cuatro años”, confiesa Capello. En reunión de amigos en un restaurant íntimo de las afueras de Madrid, Beckham había mostrado su intención

de marcharse del estadio Santiago Bernabeu con la conquista del título. Y lo hizo. Por contrato, si quieren, tanto Real Madrid como Adidas pueden vender la camiseta 23 por seis meses más luego de que Beckham haya puesto un pie en Hollywood.

¿Y el fútbol?
Los expertos del juego jamás dejaron de discutir a Beckham. Muchos seguidores del fútbol, tampoco. Resulta raro que el más popular y el más vendedor no sea el mejor de todos. En basquetbol, Michael Jordan cumplió los dos requisitos y no hubo conflicto entre popularidad y jerarquía. Otros deportistas que clausuran todo tipo de discusión sobre su calidad, como Muhammad Alí, Maradona o Tiger Woods, tampoco están reñidos con su predicamento y su exposición mediática.
A David Beckham le han tocado los códigos del mundo del entretenimiento. Pasa en la música, pasa en la literatura y pasa en la TV de grandes hermanos y talentos pequeños: el más conocido no siempre es el mejor. Y ni qué hablar del que más vende.
Beckham no es el mejor futbolista de la historia; tampoco, el mejor de su época, y quizá no sea el mejor en su puesto. Pero su impacto en los medios y su explosión comercial no conoce comparación para alguien surgido del fútbol.



Salida triunfal: Beckham se va de Madrid con la liga bajo el brazo.

Su crecimiento en el mundo de los negocios fue tan grande que decidió no trabajar más con la agencia de representación de deportistas SFX y crear Footwork Productions. Se trata de una empresa monomarca que tiene un solo emprendimiento comercial: David Beckham. Su rentabilidad es tan alta que se calcula que genera un beneficio del 77,5 por ciento anual. Eso significa que por cada 100 libras que factura sólo “salen” 22,5. Ahí concentra Beckham su contrato de por vida con Adidas (valuado en 120 millones de euros) y sus acuerdos con Pepsi, Marks & Spencer, Motorola, Police y su propia línea de perfumes. Cuando Gillette le canceló su contrato, lo reemplazó con Tiger Woods, Roger Federer y Thierry Henry.
Beckham ha sido útil para el fútbol porque le dio una proyección que jamás había tenido. Cuando a mediados de los ‘90 el fútbol inglés había lavado su cara por años de violencia de exportación, se convirtió en un excelente producto para ser transmitido por la televisión satelital que llegaba hasta Asia. Beckham, pintón y estrella en ascenso, fue parte del elenco del Manchester United que logró una hegemonía en la Premier League y en las competencias europeas. Países como Japón, Corea y China recibieron el fútbol inglés y la imagen de Beckham como si fuera una corriente evangelizadora.
El atractivo del jugador y el juego efectivo y vistoso del Manchester y los otros equipos ingleses hicieron la tarea. Para el arranque de este nuevo milenio la figura de Beckham era omnipresente. Cada llegada del jugador y su esposa Victoria a tierras japonesas generó un estallido en los aeropuertos que no se veía desde Los Beatles. Durante el Mundial de 2002, en Japón la cara de Beckham por TV era artículo de primera necesidad. Quien esto escribe contó 47 primeros planos de “Becks” en el partido de cuartos de final entre Inglaterra y Brasil. A razón de uno cada dos minutos. Y eso que el partido lo ganó Brasil y enfrente estaba Ronaldo, otro símbolo del fútbol global y de las marcas que patrocinan toda forma de ocio. Cuatro años más tarde, en

Sudar la camiseta puede ser un negocio redondo: Adidas y el Real Madrid seguirán vendiendo la 23 por seis meses más.

Alemania, la transmisión televisiva no mostró cuando Beckham vomitó en pleno partido de octavos de final frente a Ecuador. Así como la TV lo muestra todo, a veces es la encargada de encubrir.
Sólo los fotógrafos captaron el instante en el que Beckham, descompuesto por la alta temperatura, se inclinó y dejó el almuerzo regado por el césped. Salió airoso del asunto. Es Beckham. Inglaterra ganó con un gol de tiro libre de su autoría. Por consejo de asesores de imagen, siempre se mantuvo por encima del fútbol. Rara vez los fotógrafos y las cámaras de TV lo encuentran rodeado de futbolistas a no ser que se trate de una práctica o de un partido. En la cancha también tiene que diferenciarse de los demás. Usa mangas largas cuando todos las usan cortas.
Hasta en los videojuegos se nota ese detalle. Renueva su peinado con tanta frecuencia que es imposible seguir la tendencia que él mismo inaugura. Sólo Madonna tiene más looks en su currículum. Alejarse del fútbol cada vez que puede ha sido su estrategia para triunfar más como estrella pop que como futbolista. Y el fútbol, sus patrocinantes, sus dirigentes y sus medios aprovecharon
para seguir ese camino. Beckham no se va de Real Madrid. Deja Europa para seguir con sus negocios personales en Hollywood. Con su repertorio futbolístico limitado pero efectivo.
Acompañado por su esposa Victoria, ex Spice Girls, ex Posh Spice, actual no se sabe bien qué. Empieza una vida de realities, fiestas del mundo del cine y de la moda y los modestos partidos de la Major League Soccer. Con su llegada, la MLS modificó su sistema de competencia para que Los Angeles Galaxy, el equipo de Beckham, juegue al menos una vez en cada ciudad de la liga. Ganará 50 veces más que el futbolista promedio del soccer norteamericano, pero quizás le dé al deporte el relieve que no tuvo ni siquiera con Pelé, Franz Beckenbauer y Johan Cruyff en otros tiempos. En estos días los Beckham demandaron a una productora de TV y a una pareja de actores que oficiaron como dobles de ellos por la emisión de un programa titulado Los Beckham van a Hollywood. En el documental verdadero con personajes falsos, los actores demostraron cuántas prerrogativas podrían tener los Beckham cuando lleguen a Los Angeles: se la pasaron esquivando fotógrafos, una mujer chocó su auto por piropear al David de mentira y la Victoria impostora recibió sin pagar una gargantilla de 18.000 dólares y pudo acceder a un test drive de un Lamborghini valuado en 585.000 dólares. La aventura terminó cuando la pareja de ficción fue reconocida por el maître de un restaurant, que previamente había tomado su reserva.
Para David Beckham, no hay lugar para otro como él, aunque sea él mismo. Hizo a todos los hombres metrosexuales y luego abandonó la causa para inventarse una nueva. Ahora viene la parte norteamericana de su historia. No es el mejor de todos, pero es bueno. Detrás de los focos, al costado de las marcas, al final de las poses, hay un futbolista. (GDA Derechos Exclusivos)



Cómo sobrevivir en Hollywood.
Por Ivor Davis

Becks y Posh (por supuesto, se trata de David y Victoria Beckham) están desembarcando en Los Angeles. Su nueva mansión, de 22 millones de dólares, está ubicada en Beverly Hills, y tal vez pasen los fines de semana en una casa en la playa de Malibú que, según se rumorea, están negociando agenciarse.
Nadie duda de que los Beckham serán bombardeados con invitaciones a fiestas y se convertirán en la pareja imprescindible que nadie querrá dejar de tener en su evento.
La autora de best sellers Jackie Collins, inglesa pero establecida en Hollywood, estudiosa de las flaquezas y fracasos de los ricos, los famosos y los que tienen sus quince minutos de fama allí, señala que hasta el momento los Beckham han demostrado que saben cómo jugar el juego de las celebridades, y sugiere un protocolo a seguir para que eviten los errores de algunos otros escaladores sociales importados que fueron devorados vivos antes de ascender la primera cuesta.
“David es un tipo apuesto y por eso es mejor que Posh tenga cuidado con las mujeres depredadoras de por acá, que harán cualquier cosa para conseguir al hombre que desean. Y me refiero a cualquiera”, dice Jackie.
Así que la regla número uno de Posh, dice Jackie, es mantenerlo con la rienda corta y acompañarlo a todas las fiestas y reuniones sociales de la ciudad aunque sienta la cabeza hecha un bombo y tenga 38 grados de fiebre. Tras garantizar de ese modo la fidelidad de Becks, Collins hace una lista de unas pocas reglas

elementales para garantizar también la felicidad social de la ex Spice Girl:
–No pelearse con su peluquero o masajista.
–Conseguir la niñera perfecta. Si hay peleas, ella le venderá la historia al mejor postor antes de que Posh pueda levantar el teléfono para llamar a su abogado.
–Siempre usar bombacha en público.
–No salir nunca sin anteojos oscuros: los paparazzi de Hollywood son implacables.
–Ir a todos los partidos locales de David, y a la mayoría de los que juegue en otra parte.
–Participar en una institución de caridad de renombre y hacer grandes donaciones.
–Mostrarse con David en todas las funciones de recaudación de fondos, a las que por supuesto será invitada de honor.
–No usar Valentino ni una cartera Birkin al visitar los barrios pobres de Los Angeles.
Las ostentosas exhibiciones de compasión por los sin techo son la última exigencia imprescindible del calendario social de las celebridades.
–Y sobre todo no perder el sentido del humor inglés.
Jackie prosigue: “No creo que aquí vayan a tener que ser tan castos como en Inglaterra. Allá, por ser la pareja número uno, son las únicas presas de la ciudad. En cambio, acá las estrellas que reciben un pago estratosférico abundan por docenas, y los reflectores no estarán concentrados solamente en ellos. Sin embargo, Posh y Becks tendrán que contratar un ejército de guardaespaldas para asegurar que sus incursiones por las perversas calles de Los Angeles no sean un desastre”.

EL LOOK
Fue uno de los precursores del estilo metrosexual: hombres a los que les gusta mirarse mucho al espejo, urbanos, llamativos, que eligen muy bien su ropa y usan cremas para la piel. Cambió varias veces los tonos de rubio de su pelo, y ahora se lo ve rapado. Le gusta la ropa de grandes marcas: Prada, Versace, Armani, Dolce & Gabbana y otras. Adora lucir sus tatuajes cuando pasa los veranos en su casa de la Costa Azul, junto a sus vecinos Elton John y Donatella Versace.

EL NEGOCIO
Confirmado su traspaso al fútbol norteamericano, las ganancias de David Beckham ascenderán a alrededor de 250 millones de dólares en los próximos cinco años, es decir, 50 millones por temporada.
La facturación está vinculada con el sueldo, la venta de camisetas, la participación en los beneficios del club y los contratos con sus sponsors: Adidas, Motorola, Pepsi, Gillette, Vodafone y Volkswagen, entre otros.

EL ASTRO EN NUMEROS

–3 son los Mundiales en los que Beckham anotó por lo menos un gol. Fue el primer jugador en la historia del fútbol inglés en conseguirlo.

–10 son los tatuajes que Beckham ostenta en su cuerpo. Uno de ellos cita un párrafo, en hebreo, de la Biblia.
Tiene otros en latín y tres alusivos a sus hijos.

–22.000.000 es el valor estimado de la casa comprada por los Beckham en Beverly Hills para su mudanza a Los Angeles.

–77,5 es el porcentaje de beneficios anuales que genera Footwork Productions, la empresa unipersonal que representa a David Beckham.
–250.000.000 de dólares costó la transferencia de Real Madrid a Los Angeles Galaxy por un contrato de cinco años.

–6.500.000 dólares es el salario anual para jugar en Los Angeles Galaxy, de la Major League Soccer, desde junio.

–2 son las películas en las que aparecerá David Beckham:
Gol 3 (en fase de preproducción) y Asterix en los Juegos Olímpicos (estreno en 2008).

–5 biografías, entre oficiales y no autorizadas, se han editado sobre el futbolista. My Side es la original, que lleva la firma del propio Beckham.