Dios y rey, el sol ha sido venerado como centro del universo desde las más antiguas, distantes y heterogéneas civilizaciones. A una inimaginable distancia de la Tierra (150 millones de kilómetros) es fuente de luz, calor y energía. Su presencia en las alturas resulta clave para la existencia aquí abajo. Sabia, la Naturaleza ha puesto una muralla –la tan mentada capa de ozono– para frenar los efectos malignos de esta esfera incandescente sobre la salud de los terrícolas. La ruptura de esta capa ha sido responsable de que el astro rey haya perdido ciertos privilegios. Y de que millones de personas en el mundo ya no estén dispuestas a hacerle ninguna reverencia.
Sin embargo, para otros tanto el sol es todavía un dios al que debe consagrarse el cuerpo, casi desnudo, como si de un rito de adoración se tratara. Tumbarse en una playa suele provocar una generosa sensación de satisfacción, asociada al descanso y la reposición de energías, además de dotar a la piel de un color bronceado que hace décadas se puso de moda. Pero muchos especialistas están hoy en pie de guerra para desestimular esa conducta, tan placentera como contraria al cuidado de la salud.
No es novedad el riesgo que supone la prolongada exposición a los rayos de la estrella más cercana. Lo aseguran médicos de toda especialidad, y en particular oncólogos y dermatólogos, ya acostumbrados a ver en sus consultorios pieles envejecidas o avanzados melanomas. También los oftalmólogos advierten sobre los efectos nocivos de estos rayos para la vista, y procuran que sus pacientes cuiden sus ojos con los filtros que proporcionan los buenos lentes de sol. En todas partes del mundo, las más prestigiosas organizaciones médicas internacionales recomiendan tomar precauciones. Para los defensores de la salud, el astro rey se ha convertido en el gran enemigo del Tercer Milenio.
Claro que no es fácil contentar a todo el mundo, ni cubrir todos los flancos. Por eso, otros científicos ya alzan la voz contra el peligro que, igualmente, puede suponer mantenerse lejos del sol. La tendencia creciente a alejarse de sus rayos por temor al cáncer de piel puede derivar en la ausencia de algunas vitaminas, el déficit de circulación en la sangre o incluso en la depresión. Estos expertos advierten que evitar el sol a toda costa tampoco es saludable. ¿Ni tan adorable ni tan perverso?
Rayos Prodigiosos
El sol es una fuente de emisión de fotones que transportan energía, y su influencia resulta vital para el ser humano. Entre sus beneficios, los propios rayos infrarrojos son los que brindan la sensación de calor provocando la vasodilatación y aumentando así la circulación de sangre bajo la piel. De esta forma, se acelera la distribución de las sustancias producidas por la exposición a los rayos ultravioletas, entre ellos la vitamina D. El proceso favorece además la curación de heridas y de ciertas enfermedades, al punto que no hay médico que alguna vez no haya recetado dejar entrar al sol para llevar adelante una vida sana. Logra también un equilibrio en el sistema nervioso central, al producir una acción eufórica y tonificante. No es casual que el carácter de las personas que viven cerca del trópico sea más alegre que el de las que habitan más cerca de los polos. La acción del sol ayuda a combatir el cansancio, la depresión y el estrés, y juega un papel fundamental para prevenir las depresiones. Así lo aseguran siquiatras y sicólogos, que suelen advertir la ausencia del astro cuando un paciente presenta signos de desánimo o melancolía. Entre los diversos tratamientos para curar una enfermedad de estos tiempos, la luminoterapia busca dotar a los pacientes de un efecto similar al de la estrella que ilumina el universo. En los países nórdicos, donde las horas de sol son contadas, es habitual que médicos y sicólogos receten el uso moderado de camas solares para contrarrestar los efectos del desánimo. Cada vez son más los trabajos científicos que apoyan la teoría de que la disminución de las horas de sol durante el otoño y el invierno propicia que ciertas personas desarrollen síntomas depresivos y que su actividad decaiga. Como si fueran osos en plena hibernación.
“Para nosotros el sol es bueno”, dice la doctora Diana Wiluzanski, densitometrista clínica de referencia en su especialidad y directora de Centróseo. Y lo dice a sabiendas de que habrá colegas de otras especialidades que no compartan su apreciación. “El sol es la fuente principal de vitamina D y es necesario porque brinda la mayor parte del requerimiento diario”. Según explica la especialista, la producción de esta vitamina no es igual para todas las personas. “Influyen la latitud, la estación del año, el tiempo de exposición, la superficie expuesta, el uso de bloqueadores solares, la pigmentación de la piel y la edad”. Pero a grandes rasgos, dice Wiluzanski, la vitamina D que aporta el sol es imprescindible para la absorción intestinal de calcio, mejorar la fuerza muscular y fortalecer el sistema inmune ayudando a prevenir infecciones. Ella sugiere exponerse al sol unos diez minutos por día, en las horas permitidas y directamente sobre la piel. Wiluzanski no es amiga del uso de protectores solares, ya que reducen virtualmente el tiempo de exposición. En todo caso, dice, se puede utilizar un número de filtro solar bajo.
La directora de Centróseo está convencida de que hay muchas personas que tienen miedo al sol. “Por eso es bueno explicarle al paciente que no es sano vivir sin sol. No hay que irse ni hacia un extremo, ni hacia el otro”.
Los reumatólogos recomiendan a las mujeres que han entrado a la edad menopáusica un incremento de la cantidad de calcio, a través de la exposición al sol.
Y si no fuera beneficioso, los pediatras no recomendarían lo mismo para los bebés menores de un año. Claro que en horarios prudentes y con todas las medidas del caso.
Los rayos de la discordia también contribuyen a la salud dental (en la formación del esmalte y la conservación de los dientes), a inducir naturalmente el sueño, y a disminuir la tensión arterial y el colesterol, previniendo con ello las enfermedades cardiovasculares.
Sin embargo, toda enumeración de las bondades del sol debe estar acompañada de una sugerencia fundamental: la exposición a sus rayos ha de hacerse con moderación y en horas que el poder y la inclinación de los rayos sean menos nocivos.
Radiaciones Perversas
Para los dermatólogos, Febo es una auténtica bestia, cálida y luminosa. Un estudio científico difundido en España afirma que la piel humana es particularmente sensible al estrés medioambiental, porque carece de pelaje. Quizás resulte exagerado, pero muchos médicos ya opinan que una densa capa de pelaje, como la del más grande de los osos, dotaría a la especie humana de la protección ideal contra las enfermedades que amenazan la piel.
“El sol ha sido reconocido como el agente ambiental individual más dañino”, explica Paolo Giacomoni, director de investigación de los laboratorios Clinique en Nueva York, y uno de los fundadores de la Sociedad Europea de Fotobiología.
Giacomoni afirma que el bronceado “es un lamento de la piel, y el resultado de su esfuerzo por defenderse”. El bronceado se produce cuando los melanocitos intentan proteger a la piel, el órgano más grande del cuerpo humano, generando melanina.
Según estudios hechos por científicos de distintas especialidades –dermatólogos, físicos, biólogos y fotobiólogos– detrás de este proceso puede haber consecuencias irreversibles.
Los rayos ultravioleta B (UVB) son los que actúan del modo más superficial y producen efectos inmediatos. Así, una amable tarde al sol puede derivar en enrojecimiento de la piel, que en los casos más graves podrá llegar a la formación de ampollas que obliguen a una consulta médica.
Por su lado, la radiación ultravioleta A (UVA) no se conforma con lo superficial y penetra en la profundidad de la dermis. Sus daños no se advierten a simple vista, pero llevan hacia el envejecimiento cutáneo y hasta al cáncer. La explicación radica en que la radiación ultravioleta puede dañar el mismísimo ADN, que regula el funcionamiento de las células. “Cuando el ADN resulta alterado, la célula deja de crecer hasta que esta molécula es reparada”, explica Giacomoni. “Durante la reparación ocurren errores, llamados mutaciones. Si esto sucede en una parte crucial del ADN, la célula puede cambiar su comportamiento y volverse cancerosa”.
Mientras los dermatólogos cargan las tintas en la extraña moda del bronceado (en términos históricos es algo nuevo, puesto que hace menos de cien años lo que estaba de moda era lucir la piel lo más pálida posible), la Organización Mundial de la Salud hace responsable también al fenómeno del célebre agujero de ozono, como endeble muralla contra la radiación ultravioleta.
El 90 por ciento de los casos registrados de cáncer de piel –que producen 60 mil muertes al año en todo el mundo– se atribuyen a los rayos UVB. Y se estima que una disminución de la capa de ozono de apenas un 1 por ciento podría incidir en un aumento de esta patología de hasta el 6 por ciento.
Según las recomendaciones de la OMS, los fotoprotectores que la mayoría de la gente reserva únicamente para ir a la playa o pasar un día de sol al aire libre, deberían ser usados de forma constante, en invierno y en verano, para las partes del cuerpo que quedan expuestas al sol todo el tiempo, como manos o rostro. Además, dice el organismo sanitario, es común que las personas los usen en proporciones menores a las debidas. Para la Comisión Honoraria de Lucha contra el Cáncer, la utilización de protectores solares con el factor adecuado colabora en gran medida a defender a la piel del ataque de los rayos UV.
Es importante que el filtro solar ofrezca protección contra dos tipos de rayos UV: los UV-A y UV-B. El número de factor es una guía para medir el tiempo de exposición solar, pero la elección adecuada dependerá de la edad de la persona y de su tipo de piel. Siempre es conveniente consultar al médico antes de decidirse por un producto determinado.
Hay más recomendaciones. La OMS también advierte que las radiaciones ultravioletas traspasan los cristales, y por ello pueden producir enfermedades oculares como las cataratas o el pterigio. Vidrieras, ventanas, lentes, techos, espejos y puertas también pueden absorber estos rayos. “Una persona propensa a enfermedades de la piel no debería permanecer mucho tiempo cerca de una ventana con vidrio normal”, opina el doctor Henry Lim, responsable del Departamento de Dermatología del Hospital Henry Ford, en Detroit, Estados Unidos. Durante una presentación sobre el nivel de fotoprotección de los diferentes tipos de vidrios, Lim presentó los resultados de sus estudios clínicos y utilizó como patrón de medición los anteojos de sol. Aseguró que deben dejar pasar no más del 20 por ciento de la luz solar, porque la exposición a dosis altas de rayos UV puede dañar los ojos, especialmente la córnea, que absorbe muy fácilmente estas radiaciones. Puede generar cegueras temporales, y la exposición crónica se asocia a una mayor propensión para desarrollar cataratas.
Sin embargo, tampoco los oftalmólogos desconocen los grandes beneficios del astro rey. “El sol aumenta la sensación de bienestar”, afirma convencido el español Salvador González (ver recuadro aparte). “Como sabemos, los países donde hay poco sol tienen los mayores índices de suicidios. Y hay enfermedades que mejoran frente a la exposición solar, pero hay que protegerse y evitar la radiación”.
Como dice la canción, aunque no lo veamos, el sol siempre está. Y los efectos de adorarlo o demonizarlo, también.
12 Consejos
1. Utilizar los protectores
independientemente de la
temperatura ambiente, la
existencia de nubes o la estación
del año, recordando que la
radiación UV también existe
en invierno.
2. Elegir un factor de 30 o más
para los niños y las personas de
piel tipo I o II.
3. Elegir un filtro que sea efectivo
frente a los rayos del tipo UV-A
y UV-B, es decir, un filtro de amplio espectro.
4. Aplicar el filtro media hora
antes de la exposición al sol,
para que el mismo sea asimilado. Repetir el procedimiento cada
dos horas, o más frecuentemente
si se encuentra haciendo deportes, nadando o en contacto
con el agua.
5. Es recomendable la utilización
de filtros que sean resistentes
al agua. Los mismos son más
duraderos pero igualmente
necesitan ser reaplicados.
6. No estirar el producto. Utilícelo
en forma generosa.
7. Distribuir uniformemente en
la piel para lograr una correcta
protección.
8. No olvidarse de proteger
labios, orejas, pies, nariz,
hombros y la cara posterior de
la pantorrilla.
9. Para aquellas personas
alérgicas o con piel muy sensible,
es recomendable la utilización
de filtros que no contengan la
sustancia llamada PABA.
10. Para aquellas personas con
la piel grasa o con acné se
recomiendan lociones con base
de agua.
11. Más caro no significa mejor.
El hecho de que un producto sea
más costoso, o que huela mejor, no significa que sea más efectivo.
12. No se aconseja la utilización
de productos caseros.
Fuente: Comisión Honoraria de Lucha contra el Cáncer.
Guerra al Melanoma
El doctor Salvador González, dermatólogo español especialista en cáncer cutáneo que trabaja para el Sloan Kettering Cancer Center de Nueva York, advierte que el melanoma causa en el mundo unas 60 mil muertes por año.
Estas cifras aumentan cada día “porque la radiación ultravioleta destruye todas las células que sirven para vigilar el sistema inmune que protege la piel. Es el ambiente perfecto para que las células mutadas empiecen a multiplicarse y desarrollen cáncer”.
Según las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud, una de cada dos personas mayores de 65 años va a desarrollar algún tipo de cáncer de piel. “Estamos sufriendo las consecuencias de nuestra niñez”, afirma González. “Ahora mismo, el que padece un cáncer cutáneo tiene aproximadamente 50 o 60 años. En su niñez no había fotoprotección ni educación solar, y vivimos las secuelas de esa exposición, de las dosis de ultravioleta acumuladas durante años. El cáncer de piel está aumentando de forma alarmante pese a los buenos resultados de la prevención”.
Sin embargo, González no echa toda la culpa de los casos de melanoma al sol. La genética de cada persona –dice– desempeña un papel importante. “Hay un porcentaje elevado de población cuya piel está programada genéticamente para padecer cáncer de piel, aunque ésta no tenga el estímulo de las radiaciones solares, y eso es especialmente cierto en el melanoma. Es necesario que la población se conciencie y acuda, como mínimo, una vez al año al dermatólogo. Al igual que lo hacemos con el dentista, cada año debemos hacer una visita al dermatólogo”.
A modo de recomendación, el especialista señala que estas radiaciones también son capaces de atravesar las nubes. “Aunque el sol no queme, tenemos ultravioleta A. Es un agente nocivo silente, y ése es el problema porque no lo vemos”. Un estudio reciente en Estados Unidos, que establece que dos terceras partes de las dosis de ultravioleta anuales acumuladas se hacen fuera de la época vacacional, y sólo la tercera parte en vacaciones, que es cuando la gente se pone protector a conciencia. El resto del año hay muchos días en que no se pone nada”.
Por otra parte, el dermatólogo desmitifica aquello de que las camas solares no generan ningún tipo de radiación. “Al contrario, son extremadamente peligrosas, especialmente sin control dermatológico. Exponerse a los rayos UVA de las cabinas aumenta en un 50 por ciento las posibilidades de padecer cáncer de piel, según se desprende de un estudio hecho público recientemente por la Unión Europea”.
Durante su trabajo en Harvard, el doctor Salvador González desarrolló un producto natural con propiedades antioxidantes, que tiene la doble ventaja de actuar como protector solar genético y del sistema inmunológico. Se trata del helecho Polypodium leucotomos, (conocido popularmente como calaguala) “Lo que encontramos es que, cuando se administraba por vía oral, se aumentaba la tolerancia al sol. Y también, que si el paciente se exponía a la radiación ultravioleta no sólo le protegía frente al eritema, sino que también protegía el sistema inmunológico de la piel. Y el sistema inmunológico es el que manda, es el que rechaza todas las células mutagénicas, las reconoce y hace que el sistema inmune las destruya. Si no se tiene bien, los clones de células mutadas se quedan allí y degeneran en cáncer. De hecho, los sujetos que tienen comprometido el sistema inmunológico, por tratamientos médicos, desarrollan más cáncer cutáneo”, señala el experto. Por ahora se fabrica sólo en España y se comercializa en 23 países. Pero, según él, hace falta más tiempo para imponer la fotoprotección por vía oral.
(El País de Madrid. Derechos Exclusivos)
|