Antes de subirse a un avión, el ingeniero uruguayo Fernando Schaich está desayunando en la sala vip del aeropuerto de Carrasco, que ofrece Wi-Fi gratis, como algunos otros sitios en la ciudad [las plazas de comida de varios shoppings, algunos hoteles]. Gracias a la conexión gratuita, mientras desayuna, Schaich chequea con su notebook el correo electrónico y consulta temas de trabajo en Internet. Su computadora suena como un teléfono repentinamente: es su Skype, un programa que permite hacer comunicaciones de voz, también gratuitas, entre computadoras –en otras palabras, hablar por teléfono gratis–, vía Internet. Es una llamada desde una oficina de San Pablo para confirmar la hora de una reunión y la agenda de temas.
En total, la conversación dura menos de tres minutos. Podría haber durado horas, pero en cualquier caso hubiese sido completamente gratuita. Lo que hizo Schaich, y hacen millones de usuarios en todo el mundo, es uno de los principales incentivos para el desarrollo virulento de Wi-Fi, aunque de ninguna manera el único: hablar por teléfono gratis desde cualquier parte del mundo a cualquier parte del mundo...
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