Está radiante como un jovencito, lo que él atribuye a un fuerte entrenamiento -clases de danza a diario con Gabriela Barbosa y una rutina con su entrenador personal Gustavo Pintos tres veces por semana-, al cuidado que pone en su alimentación, al descanso apropiado, a no hacerse mala sangre por nada y, no menos, a haber gastado escenarios a lo largo de tres décadas.
Y como cada ciclo de vida que se cumple invita al repaso de aciertos y fracasos, en el silencio que reina en su academia una vez acabadas las clases, Cardozo se dispone a echar una mirada retrospectiva a su trayectoria, auxiliado por la cantidad de fotografías que ilustran paso
a paso su carrera...
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