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al 13
Lejos de lo que mucho supersticioso cree, el 13 se vincula con el crecimiento y la evolución, el cambio y el comienzo de un nuevo ciclo. Para celebrar el cumpleaños de Paula, un puñado de cabalistas, numerólogos, alquimistas y estudiantes de la sabiduría kabash despejan prejuicios y enseñan la verdadera simbologÍa que encierra este polémico número.
Para muchas culturas, el número 13 tiene un simbolismo positivo y es mucho más inofensivo de lo que se piensa. Por ejemplo, es un número importante y querido para la predicción judía. No en vano, es la edad en que los niños adquieren la responsabilidad religiosa y festejan su bar mitzvah. “El momento de asumir la responsabilidad es algo que la tradición y la familia viven con mucha alegría. Al contrario de lo que se presupone, que huir de las responsabilidades es lo mejor, la religión judía ve el asumir las responsabilidades como crecimiento personal, y parte del camino espiritual de la persona”, dice el rabino Alejandro Bloch, de la Nueva Congregación Israelita.
Hay otro dato interesante. “Desde el punto de vista numérico, la palabra ahbah, que quiere decir amor, y la palabra ejad, que quiere decir uno, tiene el valor numérico del trece. O sea que hay un dato adicional para entender por qué es un número prestigioso. No sé si de buena suerte, pero sí un número que, sin lugar a dudas, no tiene connotaciones negativas”, agrega Bloch.
A partir de la interpretación brindada por la Gematría (parte de la Qabalah que estudia los misterios de las letras y los números) Gustavo Silvera desglosa la fórmula numérica de la palabra amor en hebreo. “AHBH (1+5+2+5 = 13) se correspondía con la palabra que significaba la Unidad: AchD, porque su valor numérico era 13 (1+8+4 = 13). En resumen, el número trece es amor y encuentro con uno mismo”, dice Silvera.
“Para los amantes de la numerología, la magia y la qabalah, el trece suele ser un número que representa la oportunidad de crecimiento, de evolución. Lejos de cargar con el peso desafortunado, es una clave maestra que favorece y recompensa a quien es capaz de correr su velo”, dice Lauro Alonso, instructor de Qabalah, una sabiduría transmitida desde la antigüedad para guiar el desarrollo integral del ser humano y acelerar su evolución.
Tampoco los alquimistas, los místicos o los estudiosos de la kabash se asustarían de este número que muchos consideran desafortunado.
Tal como menciona Alonso, todo símbolo trascendente acopla fábulas a lo largo del tiempo, tal es el caso del mítico número XIII, que ha estado acompañado por un sinfín de relaciones mágicas. En el Tarot, el trece es uno de los 22 arcanos mayores, modelos que describen el proceso de creación, manifestación y funcionamiento del universo y el hombre. Uno de los aspectos que lo han hecho de temer, es que es el arcano de la muerte. Sin embargo, “la muerte material, apenas uno de los aspectos del arcano, es solamente un cambio en la vida del ser, mediante el cual se abandona el rol temporal que se ocupaba, continuando la cadena de reencarnaciones y evolución. Se asocia al signo de Escorpio. El escorpión, cuya picadura produce la muerte, también es un símbolo alquímico de renovación y cambio, que debe ser visto y comprendido como oportunidad y no como pérdida”, avanza Alonso sobre la simbología arquetípica de este arcano.
También la alquimista Laura Bel piensa que el 13 no tiene nada de pernicioso, mucho menos de maldito. Es un misterio que por sobre todas las cosas habla del fin de algo y del comienzo de una nueva etapa. “No podríamos verlo bajo ningún concepto como un número nefasto, porque está indicando que se abren nuevas puertas”, resume Bel.
El trece se relaciona con el regreso a la matriz, a los orígenes. Y eso habla de pureza y perfección. “Lo que sí nos está pidiendo este arcano es que para comenzar algo nuevo hagamos un trabajo por el cual eliminemos las cosas negativas que habitan en cada uno de nosotros, como la forma errática en la cual nos movemos, vivimos y nos relacionamos con las cosas y los demás. Este número impone un compromiso y habla de la necesidad de desarrollar comprensión, y nos pide que nos conectemos con la intuición, la constancia y la tenacidad”, agrega la alquimista.
En la misma cuerda, la estudiosa de kabalah mística Nora Pandolfi asegura que el trece no significa desgracias. “Cuando aparece la carta número trece del Tarot, no necesariamente está indicando el fin, sino la transmutación, el cambio. El final de una etapa que tiene que acabar y el comienzo de una mejor”.
Laura Bel, Lauro Alonso, Rosario Dutto: sin miedo al 13. |
El uno con el tres
Ione Szalay, director del centro de estudios de kabalah Portal Hinéni, que acaba de editar la colección de libros Kabalah Contemporánea, explica que todos los números son representaciones de ciclos y ritmos que existen en la creación. “En esencia, todos son posibilidades. Todos son buenos, no existen números malos. Ningún número es negativo. Todo depende de uno. El número es un puente, un medio”, dice Szalay.
Según Bel, el hecho de estar formado por el uno y el tres, también tiene su significado positivo. El uno es estar de pie con la cabeza alta, y los pies bien firmes en el suelo. Nos demuestra sin duda temperamento y fuerza. El tres nos habla de alegrías y espontaneidad. Y, sobre todo, de la alegría de vivir. “Que el uno esté acompañado por el tres indica que podés acceder a toda la alegría de vivir, siempre y cuando estés parado firme, desde tu pureza, y lógicamente, manifestando el saber vivir que para nada está exento de alegría. O sea que, de nefasto, el trece no tiene nada”.
Por su parte, Alonso explica que según la Gematría el 13 tiene un significado revelador: integralmente se relaciona con el cambio.
“El diez habla del mundo, la realidad, el universo. La unidad exaltada. El tres, es la perfección, la unidad completa. Las trinidades, unión verdadera.Comprimiendo el número, uno más tres es igual a cuatro. La evolución. La materia. Con cuatro puntos en el espacio se puede formar el primer sólido platónico: el tetraedro, por lo que es un símbolo de la tercera dimensión. La evolución del plano. Una nueva etapa”, explica Alonso.
A su entender, otra interpretación se obtiene al pasar los valores numéricos a letras. Diez equivale a la letra Yod, que representa la divinidad, la creación en su aspecto activo. El fuego interior, la voluntad mágica y la fuerza vital de todos los seres. Tres es la tercera letra del Alefato, relacionada con la Luna y su aspecto velado, enigmático, revelador. Es el sendero del conocimiento oculto, la puerta hacia el inconsciente, y la sabiduría.
Según Alonso, son muchas las apariciones del número doce donde la implicancia de un oculto superior o inmanifiesto trece tienen lugar. Doce son los signos del zodíaco que tienen a la Tierra como centro. Doce son las tribus de Israel y Jacob es el centro, el padre de los doce hijos. Doce los discípulos y el maestro. Hay doce meses y el centro que no tiene tiempo. Doce son las virtudes del alma y Cristo sería el corazón donde habitan.
Los trece pétalos de la rosa representan al iniciado, al místico, al hombre realizado. “El trece tiene que ver con el cambio. Por eso fue temido. Pero si uno fluye con la vida aprendiendo el secreto de los números y de los signos, es un número que nos permite llegar a una conciencia más unificada”, asegura Szalay.
Alejandro Bloch, Nora Pandolfi e Ione Szalay: la mala fama es puro cuento. |
Qué te parece, trece
También para el Kabash, antigua sabiduría de Egipto que busca la unión entre la inteligencia del ser humano y la mística, los números tienen un papel fundamental y especialmente el 13. “Ellos entendían que el doce era la creación, y el trece la evolución de lo creado”, dice la experta en Kabash Rosario Dutto.
Para los antiguos egipcios, el trece se relacionaba con el sarcófago, la reencarnación y la eternidad del alma. De modo que era un número elegido. Dutto menciona una tradición vinculada a este número: “se acostumbraba dar trece pasos en el templo como parte de los rituales religiosos egipcios. Siete hacia delante y seis hacia atrás. Los primeros representaban todo lo positivo que la persona iba a hacer. Lo que quería construir, sus metas y sus sueños. Los seis pasos hacia atrás, no se consideraban negativos porque era una forma de meditar en cada uno de ellos sobre los pasos que se habían dado hacia delante. De plantearse si uno estaba en el camino que de verdad quería, si estaba siendo honesto. Recapacitaba sobre sus proyectos, sus necesidades, debilidades, sobre su tolerancia y su capacidad de perdonar”, cuenta la experta.
“En cualquier plano, en lo afectivo o en lo profesional, sin una base sólida, nuestros aparentes avances se pueden desmoronar en cualquier momento como un castillo de naipes. Es una hermosa enseñanza que forma parte de la filosofía del número trece, siempre orientada hacia nuestro crecimiento y evolución”, agrega Dutto.
Por su parte, Mirta Baldi, que hace 18 años se dedica al estudio del Kabash, dice que en cada dabraká o palabra sagrada, se encuentra una esencia numérica que genera determinadas fuerzas. Dentro de las dabraká, el 13 da energía especialmente al nacimiento. “Si, por ejemplo, estamos formando una pareja, un hogar, consideramos esto como un nacimiento en nuestra vida afectiva. También si algo se inicia en el plano profesional o laboral, comenzar una carrera, una especialización, un emprendimiento profesional o comercial. Todo lo que ‘nace’ necesita energía para crecer y prosperar y la dabraká con la fuerza trece puede generarla.
Supersticiones y mitos
Al parecer, la inquietud que en muchos todavía produce el número 13 se remonta a la mitología nórdica. Más exactamente a un banquete en el Valhalla al que fueron invitados 12 dioses. Loki el espíritu de la pelea y el mal se presentó de colado, con lo que el número de invitados llegó a 13. En la pelea que se produjo, Balder, el favorito de los dioses, encontró la muerte.
Según el folclore, la mala fama del 13 entronca con la última cena. Allí había doce apóstoles, más Jesucristo. Y todos saben cómo terminó la historia. Desde entonces, tener trece comensales a la mesa representa un grave problema doméstico para los más supersticiosos. “Habría que pensar, tomarse el tiempo para descubrir los misterios de esa Santa Cena, y de lo que vino a decirnos Cristo, más que tenerle miedo al trece”, dice Bel y agrega: “hay que tomar el trece como lo que es, fuerza y herramientas para transformarnos en personas mejores”.
Sin embargo, para la creencia popular el 13 sigue siendo protagonista desventajado. Tanto, que continúa desapareciendo de la faz de la tierra. No está en muchos edificios, ascensores, aviones, cines, ni teatros del mundo. ¿Por qué tanto miedo?
“El miedo proviene de la ilusión de creer que la realidad sólo se encuentra afuera. De la ilusión de la dualidad. El miedo conduce a la ambición, al ego, el camino es poder salir del miedo, volver a la confianza, a la experiencia”, dice Szalay.
“A veces se le toma con miedo, porque en muchas cartas del Tarot el trece aparece con imágenes de calaveras, parcas y representando la muerte. Pero místicamente hablando, el significado interno del número trece es el prepararnos trabajando sobre nosotros mismos para un renacimiento. De ahí que si no hacemos ese trabajo las cosas que nos van a pasar sean nefastas. Pero no porque algo o alguien de afuera lo esté provocando, sino que vamos a ser nosotros, que nos manejamos de una forma desequilibrada, atrayendo por lo tanto todas las vicisitudes posibles”, dice Bel.
Pero así como hay quienes eliminaron el número trece de sus vidas por superstición, también hay quienes tienen predilección por esta cifra. Como el ajedrecista Garry Kasparov, que dijo en una entrevista: “naturalmente busco cualquier cosa relacionada al número trece para sentirme cómodo. Pero al final del día, yo sé que esto es sólo una superstición y que quizás no va a funcionar. Eso no quita que, si descubro algún trece a mi alrededor, no deje de sentirme feliz”.
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