años con tres hijos o
más. La proporción entre la edad y los
hijos vivos que tiene el paciente lo hacen,
en teoría, menos proclive a un arrepentimiento.
La mayoría suele tener entre 43 y 48 años. Di Iorio relata el caso de una
pareja menor a la treintena, y sin hijos, que
acudió en busca de una vasectomía. El
profesional se negó a efectuarla alegando
diferencias éticas. Lo mismo hizo cuando
se enfrentó a un asunto algo turbio, en el
que los familiares de un paciente añoso
querían convencerlo de la esterilización
para evitarse futuros herederos con los
cuales repartir su capital.
La ley, paralelamente, establece que
basta que el implicado sea mayor de edad
y tenga la voluntad de hacerse la operación.
Las objeciones de conciencia, anteposiciones
de la ética médica, trámites
engorrosos o simples negativas del personal
llevaron a que hace tres años Salud
Pública emitiera un recordatorio al cuerpo
médico del país sobre la jurisprudencia
vigente. “A las mujeres, por ejemplo, les
pedían tercera cesárea o tres hijos, además
de la firma del esposo, para hacerles
una ligadura de trompas. Empezamos a
investigar de dónde salía eso”, explica la
doctora Cristina Grela, “y no había más
que el derecho individual de las personas a decidir sobre esta intervención irreversible.
Antes de eso hay que tener una entrevista
con el paciente en la cual se le explique”.
No obstante, la directora del Programa de
salud de la mujer considera que “es muy
difícil que el hombre llegue a hacerse una
vasectomía. Cuanto más común sea, más
rápido se hará”. Periódicamente se realiza
una auditoría mediante la cual el ministerio
supervisa que se cumpla con el consentimiento
informado, detalla la funcionaria.
“A medida que se difunde el tema
aumentan las consultas. Eso tiene un
cierto efecto acumulativo. Cuando instalé
mi clínica sobre disfunciones sexuales
mis colegas me decían que iba a ser
difícil. Al principio jugábamos a las cartas
y esperábamos que alguien llamara. Hoy
en día trabajamos de lunes a viernes en
horario corrido. Es como la explosión que
tuvo el viagra. Esto es igual”, afirma por su
parte Di Iorio. Los temores de los pacientes,
confirma, radican en su desempeño
sexual futuro y en la posible afectación de
su deseo. “No se convencen de que no
van a ver ningún cambio en la eyaculación. El volumen es prácticamente igual”. Los
espermatozoides están diluidos en ese
líquido, que seguirá siendo semen aun
cuando ya no los contenga y, evidentemente,
no pueda inseminar.
Ya no
La situación en la que César resolvió
hacerse una vasectomía tiene ribetes
particulares. Vinculado al área de salud y
a sus 58 años, una edad poco frecuente
para esta operación, se dijo “no más
hijos”.
Tenía en ese entonces una pareja
más joven, en edad reproductiva, y un
hijo de su vida previa.
“Pensé que podía
haber un embarazo”, explica, “y decidí no
correr ese riesgo, porque ya estaba más
en edad de ser abuelo que de ser padre”.
Fue una decisión que tomó solo, con la
consecuente reacción adversa de su compañera,
que había insinuado otros planes.
“No dudé para nada”, asegura. “Dije ´algún
día va a haber un olvido` y preferí solucionarlo.
Hubo alguna pequeña molestia,
como en cualquier intervención menor, un
pequeño hematoma, una inflamación, por una semana tenés una sensación, pero
después ningún problema, salvo que sos
fecundante durante un determinado período
posterior”. |
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Más que recibir consultas
de sus conocidos sobre los pormenores
de una vasectomía, este profesional cree
que “el hombre pretende que la mujer se
cuide y desde cierto punto de vista se
toma como una agresión a la masculinidad
que uno no pueda inseminar, pero es
exactamente lo mismo, sentís el mismo
orgasmo. En la densidad de semen puede
haber cambios, pero no en la cantidad”.
Sin embargo, César prefiere omitir su verdadero
nombre al hablar del asunto. “Uno
puede llegar a sentirse menos hombre,
como dicen que se siente la mujer cuando
le sacan la matriz; puede haber una similitud
entre estas dos cosas y, por lo tanto, el
hombre puede llegar a no hacérselo”.
Una vasectomía suele cobrarse entre
1.500 y 2.500 dólares en forma privada,
pero puede ser más accesible (hasta una
tercera parte) en una ONG, e incluso llega
a realizarse gratis en Salud Pública. En
la Asociación Uruguaya de Planificación
Familiar se brinda asesoramiento sobre
la esterilización en la mujer y el hombre,
sobre los pros y los contras. Walter Silva,
urólogo de la institución, lleva 25 años
trabajando en el área. “Desde que tengo
memoria conozco gente que se lo hacía en
forma particular. De hecho, algunas operaciones
urológicas implican la realización de
una vasectomía. Eso no con fines de esterilización
sino profilácticos, como prevención
de infecciones por la no emisión de
semen”, agrega. Para llevar adelante la operación
en el resto de los casos, “existe un
consenso no escrito pero consagrado de
que (el eventual paciente) no sea menor
de 35 años, con paternidad satisfecha, con
cierto grado de estabilidad emocional”. El
perfil corresponde, en líneas generales, a
un hombre de 30 a 45 años, evalúa Silva,
que ha accedido a la información a través
de un conocido o por Internet. La mayoría
de los que consultan termina concretando
la intervención. “Esto ha tenido un vuelco
radical en los últimos dos años”, recalca el
médico. “Se ha multiplicado por cuatro.
Antes las consultas no se concretaban,
eran aleatorias, y ahora ocupan un lugar
permanente en las cirugías que hacemos
los viernes. Creo que hay un cambio radical
en la población joven, y el que estuvo en contacto con otras sensibilidades, o
viviendo en el exterior, y ve que es normal
y que no se ve afectada su masculinidad,
se anima más a conversarlo. Pero éste
sigue siendo un tema que no se habla
mucho, como la mayoría de los vinculados
a la sexualidad”. Hay una tendencia a que
sean los hombres con mayor instrucción e
ingresos quienes accedan a la información
y lleguen a la consulta. Ese corte socioeconómico
se repite en las mediciones en
Estados Unidos. Los que se operan en
Salud Pública lo hacen mayormente empujados
por motivos económicos, observa el
personal médico local.
Entre los cuidados del post operatorio
algunos médicos sugieren colocar hielo en
los testículos durante 24 horas y llevar un
suspensor durante dos días. El éxito de la
intervención no se comprueba hasta tanto
no se haya realizado un espermograma,
aunque no todos se molestan en llevar
adelante la muestra. Por ende, se aconseja
tomar precauciones anticonceptivas por
un tiempo prudencial, que suele medirse
en 12 semanas o al cabo de seis a doce
eyaculaciones. Las primeras, luego de la
vasectomía, pueden ser algo sanguinolentas
y el paciente quizás sienta un leve
dolor en el área, que puede durar dos o
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tres meses, si bien los factores psicológicos
suelen influir.
No por poco frecuentes
están descartadas las complicaciones
inherentes a toda cirugía, que pueden ir desde hemorragias, hematomas o infecciones
hasta la recanalización espontánea,
algo que estadísticamente sucede en uno
de cada 40 mil o 50 mil casos.
En esa
última situación la operación se considera
fallida y, por tanto, el hombre seguirá
siendo fértil.
En retrospectiva
El rastreo histórico de esta intervención
señala al anatomista y cirujano inglés
John Hunter, que en 1775 investigó la oclusión
de los conductos deferentes. Pero
fue su discípulo Sir Astley Cooper, quien
durante sus experimentos en animales en
1823 practicó una vasectomía a un perro.
Cooper, sin embargo, no se hizo célebre
por esa razón. Sus aportes más importantes
tienen que ver con la cirugía vascular.
A modo anecdótico cabe recordar que
obtuvo el título de barón un par de años
antes, cuando extrajo un quiste sebáceo del cuero cabelludo del rey Jorge IV y continuó
siendo el médico de la corte hasta el
reinado de Victoria inclusive. Los primeros
documentos sobre vasectomía señalan
como finalidad la observación de sus efectos
sobre la próstata, así como supuestamente
paliar estados de hipersexualidad
y proveer una cura a la tuberculosis.
En el
siglo XX tuvo un triste auge por motivos
eugenésicos o directamente nazis, y en la
década de 1960 se propagó como modo
de planificación familiar relativamente sencillo.
La técnica más aconsejada, la llamada
vasectomía sin bisturí, ya que utiliza pinzas
en su lugar, fue desarrollada en China en
1974 por Li Shungiang, en plena política
de restricción reproductiva, y divulgada en
Occidente a mediados de los ´80 por el
neoyorquino Marc Goldstein.
Al día de hoy
Goldstein es director del Center for Male
Reproductive Medicine and Microsurgery
delWeill Medical College de la Universidad
de Cornell. Unos 500 mil estadounidenses
se operan cada año.
“Muchos hombres
no saben decir exactamente dónde le hicimos
el procedimiento de tan chico que es
el corte”, jura este especialista, que con la
crisis económica en evidencia y los seguros
médicos en baja, desde noviembre
pasado declara haber visto aumentado su negocio en un 48 por ciento, sostiene el sitio Health.com.
Sin vuelta atrás
Un consentimiento informado es lo
que suele firmar el paciente que decide
someterse a una esterilización. Hay toda
una biblioteca respecto a la posibilidad
de realizar una punción en el testículo
para obtener espermatozoides, cultivarlos
y conseguir luego una inseminación artificial.
Sin embargo, revertir una operación
de este tipo no es tarea fácil. En contraposición
a la vasectomía, una vasovasostomía
es una microcirugía de alta precisión.
Aun consiguiendo un profesional idóneo,
pasados quince años de una vasectomía
es imposible volverla atrás con éxito.
En
consecuencia, la intervención se considera
irreversible y quienes la practican
aconsejan acudir a un banco de esperma
y congelar el material genético, por si la
pareja, la realidad o el modo de pensar
cambian después de la operación.
Dicen
que es la mejor manera de evitar remordimientos. |