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LOS HIJOS DEL MILENIO
Una nueva generación

LOS HIJOS DEL MILENIO
Después De los baby boomers y los X, los millennials toman la posta Del relevo generacional. nacieron en los ‘80 y en los ’90, y hoy viven su momento De gloria. ¿cómo son los jóvenes que
estuDian, trabajan, crean y consumen en nuestros Días?

Por Macarena LangLeib. FotograFías: Latinstocky PabLo rivara.

UNA NUEVA GENERACIÓN

Todo padre aspira a sortear la brecha generacional. Pero claro, cada familia es un mundo. Y el mundo gira. Comencemos por los baby boomers. Ellos llegaron después de la bomba atómica y disfrutaron las bonanzas de la década del ‘50 y de los tempranos años ‘60. Estrenaron polleras cortas y pelos largos, y pronunciaron la palabra revolución en cuanto ámbito viniera a cuento: laboral, sexual, político. Ellos son workaholics e imparables. O al menos lo eran, hasta que tuvieron hijos: los conflictivos X. Inconformistas y algo apáticos, éstos asistieron perplejos al divorcio de sus padres y a la caída del Muro de Berlín. El sistema no les gustaba, pero tampoco estaban dispuestos a tomarse el trabajo de arrancarlo de cuajo. Mafalda, la criatura de Quino que quería bajarse del planeta o ser traductora de la ONU para cambiarlo, ya no era la niña modelo. Para los X, como para aquellos Beavis & Butt-head de MTV, todo era cool o apestoso, sin términos medios. Lo importante era sobrellevar el momento, conseguir lo mejor para cada uno y pasarla bien. A veces, con un pin ecologista o humanitario prendido en la mochila o la solapa. Pero entre tanto zapping y spleen posmo, también procrearon. Llegó entonces una generación que tiene límites difusos y más de un rótulo: Y, 2.0, Wiki, TI o, como se los llama de un tiempo a esta parte, millennials. Nacieron entre 1981 y 2001. Dicen que son aun más independientes que sus predecesores, pero viven conectados a computadoras, celulares, y mp4. Dicen que decidirán las elecciones y las tendencias de consumo en buena parte del mundo. Que buscan actividades alternativas y dan prioridad a su vida personal. Que se hacen respetar y tienen plan propio: un trabajo a su medida, en lo posible sin jefes ni horarios. Que en su entorno todo fluye y ellos se adaptan a lo que venga. ¿Viejos clichés para entendera los jóvenes o una nueva promoción que verdaderamente le está moviendo el piso al mundo?

Cambios veloces
“Antes tenían que pasar varias generaciones para que se produjeran cambios importantes. En el futuro, habrá más de un cambio al interior de una misma generación. Eso sucede porque los avances tecnológicos son muy rápidos y las generaciones los absorben a velocidades y desde puntos de partida diferentes”, pronostica el sociólogo uruguayo Rafael Bayce, que enseguida aclara que hoy existe una discusión académica muy grande acerca de la noción de “generación”. A veces, avanza Bayce, lo biológico no coincide con lo cultural: hay gente que tiene 30 años de diferencia con sus padres y otra que acusa menos; pero, igualmente, responde a coordenadas muy diferentes que sus progenitores. Actualmente, 20 años se considera como un período razonable para establecer el corte generacional. En consecuencia, la convención obliga a incluir en un mismo grupo a quienes, pese a tener determinada edad, no califican como congéneres, y a dejar fuera a individuos de distintas edades con evidentes rasgos en común. Por otro lado, ¿es coherente aplicar a los muchachos del Tercer Mundo un concepto como el de los millennials, acuñado por los historiadores estadounidenses Neil Howe yWilliam Strauss? “Si es cierto que el Primer Mundo es distinto a los otros mundos”, responde Bayce, “permite prever buena parte de lo que éstos van a vivir a causa de la hegemonía tecnológica y cultural de aquel. De manera que cada vez es más difícil decir que hay diferencias entre ellos, porque están muy en contacto gracias a la subordinación tecnológica y cultural que existe de por medio. Cada vez es más fácil llamar a una generación de un país periférico igual que a una de Estados Unidos o Europa, porque el tiempo de transmisión de todo es muy corto”. “Para quienes pertenecen a generaciones mayores, muchas veces los llamados millennials son difíciles de comprender”, admite por su lado la sicóloga Verónica Massonier, experta en investigación de mercado, que en estos meses lleva adelante un trabajo sobre dicho grupo etario. “Se elevan voces preocupadas por su hiperactividad, su facilidad para aburrirse y la necesidad constante de nuevos estímulos: tienden a prestar atención a varias cosas a la vez, y parece que no prestaran atención a nada. Sin embargo, muchas veces nos sorprenden por su nivel de información y de actualización, y por la velocidad con la que entienden los desafíos tecnológicos y se adaptan a lo nuevo”. El ex tenista Diego Pérez lo sabe bien. Su hija de cuatro años tiene una agenda más cargada que la de su hijo mayor, de 13. “La chiquita no tiene un minuto libre. Llega del colegio y quiere invitar a una amiga para la hora y media que tiene libre antes de ir al club. Ésa me salió con un acelere...” bromea el deportista. A diferencia de los progenitores del pasado, que tildaban de callejera a su prole y rogaban que se quedaran en casa al menos un rato, los padres de hoy en día parecen agradecer cada vez que los chicos franquean la puerta del hogar. “La suerte es que al grande le gusta el deporte y es muy sociable. Siempre tiene programas que lo alejan de la computadora. Es todo un tema, porque la computadora por un lado te conecta, pero por otro te desconecta de la comunicación directa, que es la que más vale. El mío es hiperactivo, se le va un poco la mano. Pero cuando vuelve a casa, va derecho a la computadora. Y el lenguaje cada vez tiene frases más cortas. En algunos chicos es más pronunciado que en otros, pero ninguno se libera. Entiendo que no se los puede tener en una burbuja. Creo que nosotros no fuimos así porque no tuvimos la chance”.

Parto digital
La ventaja de los millennials es que ellos son nativos digitales, un término acuñado por Mark Prensky, en 2003, que se refiere a quienes ya nacieron en la era electrónica. Se contraponen, claramente, a los inmigrantes digitales, es decir, prácticamente el resto de la población. La familiaridad con los nuevos lenguajes electrónicos hace la diferencia. Aunque una blogger española sea la abuela más famosa de su país después de la reina Sofía, la excepción no hace más que confirmar la regla. Después de todo, a doña María Amelia, que tiene 95 primaveras, el blog se lo abrió su nieto. Seguirle el tren a los millennials no es moco de pavo. Cuando los adultos avispados llegan a las nuevas tecnologías y se adaptan a ese ritmo (algunos, incluso, de forma enfermiza), los más chicos ya están en una nueva. Eso se desprende de un sondeo reciente del Pew Internet & American Life, donde se asegura que en tanto el 92 por ciento de los adultos interrogados dijo utilizar el correo electrónico con regularidad, sólo el 16 por ciento de los adolescentes lo integra a su vida diaria. Ellos prefieren las redes sociales como MySpace, Facebook, Fotolog, los mini posteos de Twitter, el chat, las llamadas vía Skype y, por supuesto, el celular con sus mensajes de texto que casi parecen jeroglíficos. No han llegado a decretarle la muerte al correo electrónico, pero para los millennials parece que el famoso mail ya es una antigüedad de estos tiempos. Graciela Gómez lo vive a diario en su casa. Su hijo Felipe, de 15 años, es un popular flogger, de esos que suben fotos a la web y luego se dan cita en Montevideo Shopping. “Antes, mis hijos mayores iban al shopping a pasear, a mirar chicas; ahora se reúnen cerca del McDonald´s. Se quieren diferenciar mucho por su aspecto. Mi hijo a veces me habla de algún amigoyme muestra las fotos en la computadora. A mí me da mucho trabajo chatear, prefiero hablar”, explica Gómez, cuyo hijo se pasa horas en la máquina comunicándose con un amplio espectro de personas. Graciela también convive con estos jóvenes en su trabajo, ya que maneja una camioneta que los traslada a fiestas de 15 y otras reuniones. Dentro del vehículo, sin embargo, el clima dista mucho de ser una celebración. La mujer, que desde 1996 se dedica al transporte, está

asombrada del comportamiento de sus clientes, francamente barranca abajo. Nota una diferencia enorme entre los chicos de hace unos años y los actuales: “son más rebeldes, más zarpados, se creen que pueden demandar sin tener responsabilidad. Cada vez se me hace más difícil el trato con ellos”. Suelen pedirle que pare, para comprar alcohol, o le reclaman por esto y aquello. Y alguna vez, según cuenta, tuvo que bajarlos a la fuerza porque las parejitas se excedían en los mimos.

Trabajo flexible
De acuerdo a datos del Instituto Nacional de Estadística, la tasa de empleo en menores de 25 años, hasta mayo de este año, fue de 38,3 por ciento. Grosso modo, la pirámide organizacional ubica a los más maduros al frente de las corporaciones, a los que tienen cierta experiencia en los mandos medios y a quienes recién se inician, en la base. Con al menos tres generaciones conviviendo en el ámbito laboral, la brecha no tarda en notarse. Estudios realizados por la consultora Cifra para empresas privadas sobre este mercado indican que los jóvenes de hoy no priorizan el trabajo. “Lo que se ve es que los que están entrando a la universidad, entre los 18 y los 20 años, aproximadamente, ordenan su vida en torno a ejes diferentes. Mientras que generaciones anteriores crecieron con la aspiración de conseguir el empleo seguro, los jóvenes de hoy no tienen ese fantasma. Se vuelven mucho más exigentes en algunas cosas, como el equilibrio entre la vida personal y lo laboral”, señala la magíster Mónica Arzuaga, directora del área de estudios cualitativos de Cifra. Algunos empleadores acostumbrados a contratar jóvenes quedan sorprendidos cuando en la primera entrevista les plantean que ellos no hacen horas extras y que necesitan tiempo o incluso días libres para dedicarlos a gustos personales, talleres, deporte, o simplemente estar con los amigos. Piensan en términos de proyectos de vida personales, que pueden o no ser laborales y profesionales. “El empleador, que todavía está en la lógica anterior, piensa que les está dando una oportunidad que no está siendo valorada”. Esto no necesariamente redunda en mayor conflictividad, pero sí en desconcierto por parte de los empleadores. “Son inmaduros”, es lo primero que dicen. Otros reflexionan: “en el fondo los envidiamos, porque están logrando hacer lo que nosotros no nos animamos, que es poner el trabajo en el lugar del trabajo y priorizar proyectos expresivos, que los dejan desarrollarse personalmente más que los laborales”, cuenta Arzuaga que admitió un empresario. Ana Laura Romano tiene 26 años y debutó en marzo como conductora de Loco de vos, por Canal 10. “Había hecho cursos, me aburría tener un trabajo fijo y hacía uñas esculpidas. Entonces, me manejé con mis propias clientas. Después hice comerciales y no estaba atada a horarios. También estuve trabajando en el shopping y lo odiaba. Por suerte fue un año, no más, porque no me daba tiempo para tener mi vida. Ahora tengo pila de tiempo porque grabamos prácticamente un solo día a la semana”, celebra la joven estrella televisiva. Otro ejemplo. Lucía Bidegain también se animó a largarse por la suya. Trabajó seis años en un jardín de infantes hasta que se planteó abrir uno propio en Carrasco: Honey´s Kinder. “Fue por un tema de realización personal, por buscar nuevas metas. Ahora trabajo el doble que antes”, reconoce, pero está feliz porque es ella quien pone las reglas. En el panorama actual, las áreas más innovadoras de trabajo valoran que el joven tenga experiencia en diferentes ámbitos. Empíricamente es contrastable el hecho de que ciertos empresarios sospechan de una persona que cambió de empleo varias veces, puesto que puede ser alguien problemático. Otros empleadores, por el contrario, toman la escolaridad y el currículum como un punto de referencia, pero no como un indicador duro de selección. Por el contrario, valoran un perfil más plástico, prefieren que el joven tenga una mayor “cintura”, producto de la experiencia en diversos ámbitos. Del lado de los millennials, las exigenciasnosólo se limitan a la libertaddeacción, claro. La auditora PricewaterhouseCoopers entrevistó a tres mil graduados recientes de Reino Unido, China y Estados Unidos. Valgan como ejemplo los siguientes datos: el 90 por ciento de los estadounidenses consultados dijo que buscaría activamente empleadores cuyo comportamiento en materia de responsabilidad social corporativa se condiga con sus propios valores. Por otro lado, el 94 por ciento del total de entrevistados arriesgó que terminará trabajando fuera de su propio país.

Divino tesoro
Prestarle atención a los millennials es tratar de entender quiénes son los adolescentes y jóvenes de este momento.Y ser joven es considerado, actualmente, un valor en sí mismo. Es un estrato que no sólo gana voz y voto, es una condición que cada vez tiene más ventajas en términos de promociones comerciales. Como afirma la filósofa argentina Beatriz Sarlo en su libro Escenas de la vida posmoderna, “hoy la juventud es más prestigiosa que nunca, como conviene a culturas que han pasado por la desestabilización de los principios jerárquicos”. Los jóvenes son, además, “consumidores efectivos o consumidores imaginarios (...) que encuentran en el mercado de mercancías y en el de bienes simbólicos un depósito de objetos y discursos fast preparados especialmente”. Un ejemplo que muestra cuán alerta están los encargados de marketing: en 2007 Calvin Klein lanzó su fragancia ckin2u, con un envase que evocaba un iPod, cuyo público objetivo eran claramente los usuarios de blogs y mensajes de texto. Como dice Sarlo, la juventud es un territorio en el que todos quieren vivir indefinidamente.



ana Laura romano: trabajo sí, tiempo libre también.
Consumo voraz
Neil Howe, uno de los demógrafos que lanzó la primera piedra con respecto a los millennials, describe el particular ámbito que caracterizó su crianza: “Fueron niños en los años ‘80, una década que trajo un nuevo énfasis en los valores familiares, desde artículos de revistas a libros sobre cómo tratar mejor a la infancia. Los niños eran nuevamente valorados, y la protección infantil se convirtió en una prioridad social. Las calcomanías ‘bebé a bordo’ empezaron a aparecer en los autos”, cita a modo de ejemplo. La cadena de noticias CBS publicó recientemente un artículo en el que especula por qué esta generación no acepta un no por respuesta: “Fueron criados por padres que los consentían y que les decían que eran especiales; jugaron en pequeños equipos donde no había ni ganadores ni perdedores, o donde todos ganaban. Los cargaron con trofeos sólo por participar”. En el Primer Mundo, el tema millennials ha merecido hasta congresos para discutir qué consume esta generación, dónde, cómo y por qué lo hace. De nuevo en Uruguay, Massonier sostiene que “al crecer en el mundo del hiperconsumo, es una generación que no experimenta la culpa de sus mayores frente a lo que se llamó el consumismo. Para ellos está en su naturaleza, tal vez porque vivieron su infancia en un tiempo de deslumbramiento ante la profusión de la oferta y la

aceleración de los ritmos de cambio: desechar algo que todavía sirve para reemplazarlo por algo más nuevo y con más prestaciones es, hoy, un signo de los tiempos”. Hay otros efectos provocados por estos jóvenes. En Estados Unidos, se sospecha que fueron los millennials quienes le dieron la victoria en las internas demócratas a Barack Obama.Y el Instituto de Política de la Universidad de Harvard calificó de “despertar político” a la alta participación de los jóvenes de 18 a 29 años en las elecciones. ¿Qué sucede en Uruguay? Álvaro Sánchez tiene 21 años, estudia Comunicación y Piano, se encarga de los teclados de la banda Boomerang, e hizo producción radial. Dice que la política no le interesa. “La gente de 25 para arriba todavía tiene esa mentalidad de los ‘60, del mundo dividido en dos, la mía ya no”, afirma el músico. “Que me dejen vivir. No me siento parte de una generación, no lo digo por pesimista o por llevar la contra. Lo único que siento como propio de gente de mi edad es que a nadie le importa mi opinión. Soy consciente de eso y no me aflige, me relaja. Capaz que tiene que ver con una forma de plantarse. No tengo ningún mensaje, voy y toco. No tengo nada especial que decir. No tengo esa arrogancia”. Por su lado, Camilo Baráibar, nacido en 1985, fue secretario de la juventud frenteamplista de Ciudad de la Costa, si bien este momento lo encuentra alejado de la

Juan ignacio castagno: siempre conectado.
militancia formal. Profesor de Literatura y escritor, creció con los libros de Roy Berocay y, llegada su hora, describió en su novela Médanos (Trilce, 2008) buena parte del comportamiento de sus pares. Como habitante de una ciudad satélite, donde se traslada en bicicleta, mantiene cierta distancia con la tecnología, aunque admite: “nuestra generación ya no puede darse el lujo de despreciarla, pero tampoco soy un amigo íntimo”. Desde 2003 se “inventó” un trabajo vocacional de animación en hogares de ancianos. “Yo soy de mirar otro costado de la sociedad”, confiesa Camilo, que también escribió un manifiesto poético sobre su generación, a la que percibe muy sola y enfrascada en obtener éxito personal. A pesar del salto que aprecia entre su vivencia y la de sus alumnos de liceo, ellos se han sentido bastante identificados con el protagonista de su novela. “El achiclamiento, el uso anárquico del lenguaje, es como una marca generacional. Y eso me parece un acierto”. Juan Ignacio Castagno, de 13 años, reconoce dos tipos de modelos: sus padresyMTV. Hiperconectado como buen millennial, cambió su celular porque “no se adecuaba a las cosas que necesito; no tenía cámara”. Cuando va al liceo lo pone en modo vibrador y no llega a apagarlo nunca, salvo que se le acabe la batería. Piensa que de grande va a ser publicista, aunque también practica fútbol y volley. Se autodefine como un adolescente promedio, ni demasiado extrovertido ni sobreprotegido. Seguidor de los informativos, asegura que lo que más le preocupa es el calentamiento global. “No te lo digo por quedar bien”, recalca. “Hago cosas chicas, porque no puedo cambiar el mundo de un día para el otro. Desconecto la tele cuando no la estoy viendo y desenchufo la base del celular para no gastar energía”, explica sobre los hábitos ecológicos aprendidos en MTV. “También me interesan los problemas mundiales. Por ejemplo, la ley europea de inmigración no me gusta”.
Algunas conclusiones
Massonier llega a las siguientes conclusiones sobre los jóvenes del momento: “la nueva internet, donde el usuario es el creador de contenidos, es para ellos un espacio de creatividad y donde expresan su identidad con más libertad y soltura. Ya no son sujetos pasivos de lo que alguien les proporciona desde arriba (los padres, los educadores, los libros, la televisión). La generación del milenio es sumamente crítica y a la vez descreída, espontánea para expresar lo que piensa y siente, y mucho menos reverente hacia la autoridad. Lo vertical va siendo así sustituido por lo horizontal: cada uno se siente en la libertad de escribir sus propios cuentos, publicar sus propias fotos, grabar sus propias canciones y compartirlas a través de la web”. En base a lo anterior, conviene revisar los datos obtenidos el año pasado por la encuestadora Deloitte acerca del Estado de la Democracia de los Medios entre los norteamericanos. De allí surge claramente cómo los más chicos están a la cabeza de las nuevas tendencias. El 55 por ciento de los millennials y el 42 por ciento de la generación X lee blogs, mientras el 62 por ciento de los millennials y el 41 por ciento de la generación X ven YouTube u otros sitios de videos en internet. Joaquín de los Santos, de 19 años, es todo un representante de los milennials made in Uruguay. Le gustan los trabajos que impliquen vincularse con los demás y ya le han dicho que es una persona persuasiva. Hace un año que trabaja oficialmente en el cyber La Nave, pero hace siete que va allí y se hizo amigo de los dueños, además de darse con un grupo de jugadores como él. Antes de eso fue auxiliar de ventas en un supermercado, dictó clases de Artes Marciales, colaboró con un profesor de Gimnasia Artística, es animador, estudia Turismo... y sigue sumando. “Los estereotipos que se han puesto a mi generación son tan feos como la cara del que los dice. No se detienen a mirar”, se queja. “Estoy conectado con importadores por msn, porque es barato y cómodo y, en lo personal, estoy con mis amigos todo el día; en cambio, veo a mi madre, que no sabe usar el chat y hace mil años que no ve a alguna gente”. Es común que Joaquín organice noches de juego virtual con amigos, una vez que cierra el cyber, para no molestar al resto de los usuarios. Cuenta que la hija de su jefe, con apenas dos años, ya jugaba en la página de Cartoon Networks, y que a su abuela, de más de 80, si le sacan el solitario de la computadora, se muere. Sobre la generación de sus padres, Joaquín se pregunta con extrema sinceridad: “¿por qué no los mandamos de nuevo a la escuela?”.
Joaquín de los santos: contra los
estereotipos.
camilo baraibar: el éxito no es
lo único que cuenta.
 
     
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