Nadie puede amar sus cadenas, aunque sean de oro
puro.
Dicha frase viene como anillo al dedo a Roberto
Saviano, joven periodista licenciado en Filosofía,
quien con apenas 29 años, vio como su sueño de escritor
famoso y bien rentado se convirtió, de la noche
a la mañana, en pesadilla de muerte.
Claro que era una posibilidad. Y lo sabía.
Meterse con la mafia napolitana no es pavada para nadie, y
menos para alguien que hurga en las historias de los jefes de la
camorra y las escribe en un libro que vende, al barrer, más de cien
mil copias.
El riesgo se corporizó en pocos meses. Los suficientes como
para que el adictivo sabor del éxito se asociara más a un castigo
que a un premio. Amenazado y condenado por ese poder paralelo,
hace dos años y medio que vive en la peor de las zozobras, aislado
de familiares y amigos, rodeado por escoltas armados, en autos
blindados y sin paradero conocido, con la firme convicción de que
tarde o temprano, le llegará su hora.
Ajena a los intereses de este juego, me pregunto si es negocio
comprometer el valor de la propia libertad, aun cuando sé que
semejante digresión puede llevarme por caminos intrincados. Para
evitarlos, elijo el atajo que me brinda Sartre y adhiero en cuanto a
que el hombre nace libre, responsable y sin excusas.
Conforme a la
letra, dejo que Saviano se haga cargo de lo suyo, entonces; y avanzo
en lo mío, que es más sencillo, pero tampoco es poco.
Y si como decía Víctor Hugo, la libertad es en filosofía, la razón;
en política, el derecho; y en el arte, la inspiración; hoy mostramos el
quehacer de siete plásticos uruguayos que sin lugar a dudas representan
mejor que nadie a esa joven generación de artistas que se
expresan sin ataduras ni convencionalismos. Una generación que
como dice Fernando López Lage, director de la Fundación de Arte
Contemporáneo, “nace en el cambio de siglo y empieza a generar
obra con tópicos bastante nuevos, donde se mezclan formatos, o
se desarrollan ideas parecidas, pero con diferente soporte”. Una generación,
al fin, con mucho para decir y reinventar, que sin duda se
hará los espacios por donde quiera transitar.
Ya en otro tema, viene a cuento la cita de Goethe respecto a
que nadie es más esclavo que el que se tiene por libre sin serlo.
Resulta que la octogenaria Liliane Bettencourt, heredera del millonario
imperio de cosméticos L’Oréal, hace tiempo que mantiene
un comentado affaire con el 20 años menor François-Marie Banier,
oportunista fotógrafo francés que hábilmente supo hacerse de mil
millones de euros en cheques voluminosos y obras de arte.
Ella
afirma ser una mujer libre y dueña de sus actos. Su hija no lo cree
así y ha entablado complicadísimo juicio, con la intervención de la
policía especializada en delitos económicos y todo.
¿Qué tal?
En todo caso, prefiero quedarme con aquello de que la libertad
existe tan sólo en la tierra de los sueños, y por fin mostrarles
cuánto de naturaleza desenvuelta y pródiga rodea a Paraty, antiguo
puerto colonial por el que salía el oro de Minas Gerais para Europa.
A tres horas de Rio en auto, este pueblito –por algo declarado
patrimonio por la Unesco– invita a perderse por sus callecitas empedradas,
tomarse una caipirinha, y aceptar de una que ése, es el
paraíso.
¿Otra opción?
Diferente y autóctona: ciertos lugares majestuosos
y casi vírgenes, dispersos entre los departamentos de nuestro
país, que justo para Semana Santa ofrecen una agenda de deportes
aventura que aseguran sana y pletórica diversión.
Una excelente idea para tentar a los que todavía ignoran que
el interior existe.
¿Que no? El que esté libre de pecado, que tire la
primera piedra.
|
|

Modelo: Victoria Zangaro
Fotografía: Pablo Rivara.
|
|