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EDGARD PAOLILLO /
recrea un mundo de barcos con los materiales
sobrantes de su metier como restaurador. Abocado a la creación de muebles personalizados,
el solicitado profesional aprendió su oficio de un veterano maestro, que le enseñó técnicas
como dorado a la hoja, décapé, pátinas, vitraux y tapicería. Paolillo aplica esos y otros
secretos en su taller de La Barra, a donde huyó cansado de que su pizzería montevideana
fuera reiteradamente castigada por los dueños de lo ajeno. Dejó la levadura, se concentró
en la madera y hace seis años descubrió una veta netamente artística con la confección de
barcos, primero a escala, y luego siluetas, que ya suman más de 500. Con las maderas que
quedan tiradas bajo su mesa de trabajo va armando panaderos, transatlánticos, lanchas y lo
que la imaginación o la observación dicten. No usa moldes y, como buen restaurador, trata
de sacar lo mejor del trozo que tiene enfrente, sin alterar demasiado su naturaleza. Sus
obras cuestan entre 120 y dos mil dólares y se consiguen en Dealma, además de poder
curiosear y elegir modelo en la web: www.barquitos.com.uy. |
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JOSÉ COZZO /
está vinculado
al Carnaval desde fines de los 80. Este
año estará alejado del jurado del concurso
oficial, pero no del influjo de Momo.
Trae bajo el brazo el libro Medio Mundo.
Sur, conventillo y después…, en el que,
junto a la historiadora Milita Alfaro, intenta
desentrañar cómo fue la vida en el castigado
conventillo. La idea de la publicación
surgió a partir de fotografías de Álvaro
Sanjurjo Toucon y de Héctor Devia. Esa
conjunción de historias, para contar desde
lo visual y el relato histórico, quedó plasmada
en un volumen visualmente atractivo,
ameno, y con entrevistas cruciales
en la materia. ¿Señal de que la cultura
popular está siendo por fin documentada?
“Sin duda que sí. Me ha pasado de
atender numerosas tesis, incluso gente
de universidades argentinas y hasta una
rumana para hacer estudios sobre carnaval
montevideano. No tengo dudas de
que se está trabajando más la parte teórica
y sobre el pasado”, apunta el profesor
Cozzo. En cuanto al Carnaval actual, el
experto señala que ha mejorado su imagen
en todos los segmentos de la sociedad.
Lo ha hecho con no pocas variantes.
“La puesta en escena hizo una evolución
tremenda, desde la presencia de técnicos
en cada uno de los conjuntos, que no era
para nada usual cuando empecé, hasta la
preocupación de la iluminación para las
transmisiones televisivas.”
Pero no vale la
pena preguntarle a Cozzo sobre los favoritos
de la fiesta que se avecina. “No vi ni
un ensayo”, se excusa. |
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ANA MARÍA SÁNCHEZ DE BENNETT /
es una artista plástica
y docente afincada en Uruguay desde hace siete años. Pocos meses atrás mudó su atelier,
ubicado en el castillo Pittamiglio, a la calle Ellauri 1328, y lo llamó La casa de la luna. Con
estilo impresionista, esta pintora chilena aborda absolutamente todos los temas, si bien su
especialidad es el retrato. “Como nunca volví a mi país, como sigo vagando por el mundo,
trato de involucrarme en la cultura donde vivo, de reflejar eso. He pintado muchas marinas
uruguayas, caballos criollos, el movimiento y la tensión del tango”, cuenta Sánchez que
también ha montado hogares y talleres en Europa y Estados Unidos. En Mallorca conoció,
a través de su marido uruguayo, a los hermanos Edgardo y Alceu Ribeiro, que terminaron
siendo entrañables maestros y amigos. Sánchez empezó a estudiar Pintura a los nueve años
y se licenció en Bellas Artes y en Diseño Teatral, aunque también es escultora, diseñadora
gráfica, de moda y de joyas. En su taller las clases son personalizadas y hay un programa
a seguir. Luego, cada uno elige su estilo y material: “aquí la gente no pinta a la manera de
Ana María Sánchez”, subraya la artista, que tiene alumnos de 12 años de edad en adelante. |
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CrIsTINA
roDrÍGUeZ /
es instructora de tai chi desde hace nueve
años, forma parte de la escuela Shaolin
Chuan de Atlántida y es una de las docentes
que coordina las actividades gratuitas
de esta disciplina en Playa Verde. La
propuesta surgió hace tres años a partir
de un convenio entre el club Náutico y la
Intendencia de Montevideo. “Al aire libre
el tai chi se potencia”, asegura Rodríguez.
La cita es hasta fines de febrero, todos
los lunes y miércoles, de 8.30 a 9.30
horas y cualquiera se puede integrar en
forma gratuita. Se trata de clases para
principiantes, sin exigencias físicas, donde
pesa la actitud para prestarse a un trabajo
relajado. Definido como armonía o meditación
en movimiento, el tai chi consiste
en una serie de movimientos lentos, continuos,
pensados para relajar y fortalecer
el organismo.
Trabaja las articulaciones, la
flexibilidad y la buena postura. Se puede
hacer descalzo pero las zapatillas proveen
mayor equilibrio para las primeras clases
y previenen lesiones.
La profesora indica
que acude un público de edad muy dispar:
“en muchos casos es gente que por primera
vez emprende una actividad física y
esto es una aproximación a una rutina más
sostenida”. Basta con llevar ropa cómoda y
estar protegido del sol para experimentar
las virtudes del tai chi. |
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eMILIo oHNo /
tiene debilidad por el sukiyaki, especie de puchero
nipón que es uno de los tantos platos que ofrece en Kokoro. El restaurant japonés
abrió sus puertas en diciembre pasado y funciona de miércoles a lunes, únicamente
por la noche, aunque esto último se revertirá después de Semana Santa, cuando el
público ejecutivo podrá ir al mediodía a buscar sus combinados con plato principal a
elección. El proyecto es llevado adelante, además de Ohno, por otros cinco socios,
de Venezuela, Paraguay y Argentina, todos nikkei, esto es, hijos de japoneses. Dos
de ellos ya tenían restaurants en el exterior, de manera que adaptaron el know how
aplicado en Argentina. Más allá del difundido sushi, su cocina sencilla, natural y sana
incluye carnes tiernas, ya sea preparadas con miso o jengibre. En el menú destacan el
tempura (fritura de vegetales y camarones), las kyoza (empanaditas) y, entre los postres,
despierta intriga el helado de té verde frito (envuelto en pionono). Una cena per
cápita puede costar unos 500 pesos. Los amantes del saké deben saber que éste es
prácticamente el único lugar de la capital donde se puede beber. Otro incentivo para
acercarse a Kokoro, que queda en Libertad y Viejo Pancho. |
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GIA /
es un nombre que empezará
a sonar desde el próximo marzo,
sobre la base de una campaña bastante
original. Esta cantante uruguaya,
de 25 años, creó una comunidad
virtual a la que invita a suscribirse
para compartir música en general.
Será un debut inusual y muy planificado,
aunque no pocos habrán visto
a Gia animando con su voz suave
algunos eventos esteños esta temporada.
Pero la web será una forma
directa de llegar a la gente y, como
dice Gia, “el futuro de la música, el
futuro de la distribución”, lo cual apunta
también a las descargas en línea.
Si bien toca con una banda conformada
por bajo, guitarra y batería, en
estos momentos se está presentando
en mini shows desenchufados
con su productor, Fernando Calleriza.
Admiradora de U2, Lilly Allen, Moby
y Amy Winehouse, adora la electrónica y el jazz. Aun si no tiene mucho que ver con
lo que hace, disfruta de sonidos diversos y le gusta remixar sus canciones. La joven
artista está aprendiendo guitarra porque cuando empezó a grabar sus canciones, a los
16, tenía que valerse de un grabador para recordar los acordes. Prueba de que la chica
está preparándose es que también estudió Comedia Musical con Luis Trochón. “Siendo
parte de mi community, sos parte de mi sueño”, dice Gia desde su sitio gialove.com.
Atrévanse a soñar, pues. |
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