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Verano a la Carta
Punta
Gourmet
De Laguna del Sauce a Laguna Garzón la oferta gastronómica esteña se multiplica y tienta a todo tipo de paladares. en estas páginas, una visita a reductos nuevos y clásicos en los que hincarle el diente a la península.

Por Macarena Langleib. Fotografías: Pablo Rivara y Ricardo Figueredo

FRED
Si un chef noruego, un grupo inversionista brasileño y la promesa de una carta donde se amalgaman la cocina francesa, italiana y nórdica no suena suficientemente internacional, basta decir que quien da nombre a este emprendimiento, Fred Kenneth Degerström, ha trabajado codo a codo con ganadores del prestigioso premio Bocuse D'Or. El hombre se define como un perfeccionista y confía que su estilo quede grabado en la memoria gustativa de sus comensales. Responsable gastronómico de restaurants de bien ganada fama como Bagatelle en Oslo e Ishavet en Estocolmo, este chef aspira a dotar a Punta del Este de un enclave de alta gama.
Ubicado en la parada 2 (para más datos en Francia y Joaquín Lenzina, donde antes funcionaba Café Rosario), su templo apunta a un público exigente y dispuesto a dejarse sorprender. En esa línea se inscribe el Menú confiance, compuesto de cuatro a seis platos más postre, en dos opciones (de 53 y 59 dólares, sin bebidas) que da piedra libre para que el creador noruego se luzca. Una experiencia de sabores que no desecha la opción de probar, en otra oportunidad, la raya con hongos, purefrite y vinagreta de tomate (si la debilidad son los productos de mar), o, para los carnívoros, el Chateaubriand en crema de échalotte y salsa de vino tinto. La mousse de chocolate Valrhona Grand Cru se anticipa como una dulce muestra de la vanguardia europea que aquí se promueve. Será cuestión de probar. (042 49 93 47)

AL FORNO
A las puertas de La Barra acaba de inaugurar este restó que, como su nombre indica, basa sus cocciones en el horno de barro, amén de utilizar sartenes de hierro. Un poco de estudiada rusticidad y otro tanto de regreso a las fuentes para un menú en el mismo tono que comprende cigalas, langostinos, chipirones, pato, ñandú, cordero, cerdo y rana. Los amantes de la pasta deben saber que allí la hay de todo tipo y es importada.
Pero si la elección es otra, de todas maneras podrán sacarse las ganas con los intermedios entre entrada y principal, cuando se ofrecen para degustar pastas, risottos y carnes nuevas en la carta. Ésta cambia a diario, de acuerdo a la disponibilidad de materia prima y al ingenio del chef Federico Amandola Mastroianni.
Mano derecha del argentino Francis Mallmann durante un lustro, este cocinero también supo hacer experiencia en San Pablo, Nueva York, Miami, y diversos sitios de España, Portugal, Irlanda e Inglaterra.
Durante tres años administró su propio restaurant en La Pedrera, pero decidió venderlo y abrir este espacio para sólo 47 comensales, que podrán recorrer la cava para escoger su botella. La cena para dos oscila entre los 800 y los mil 200 pesos. Desde las mesas exteriores se alcanza a ver Maldonado, y el anfitrión tiene ruanas y pashminas a disposición para alejar el frío de las noches esteñas. (042 77 27 75)
LA OLADA
Cada noche, el matrimonio compuesto por Santiago Rivero y Silvia Alegre recibe con al menos tres “especiales del día”. Es en su segundo hogar, ubicado en el corazón de La Juanita. En un ambiente donde predomina la madera, presente en la estructura del local, en las mesas y sillas, y no menos, en los leños siempre ardiendo, no estará mal apaciguar el trajinar del verano con un cordero con ratatouille, por ejemplo, que se anticipa como un buen exponente de la confort food que preparan en horno de barro. Es el plato recomendado, precedido, para el que guste, de tragos como el daiquiri (140 pesos) o acompañado por un buen vino escogido entre las 60 etiquetas que ofrece la carta, contando bodegas uruguayas y argentinas.
Para rematar, un postre bien tradicional que, como tal, debe redoblar esfuerzos para hacer lucir al chef: flan con dulce de leche. Deben preverse unos 25 dólares por persona para pasar la velada en La Olada, donde dicho sea de paso no aceptan tarjetas de crédito.
Rivero hizo buena partes de sus armas en La Huella, donde prácticamente se formó, aparte de trabajar la mitad del año en Lisboa. De allí proviene su inclinación por el fado, que suena en La Olada junto a algo de bossa y danzón. (0486 2745)
LO DE TERE
Desde hace 15 años es un clásico de la rambla portuaria, con vista a la isla Gorriti y a la bahía de Maldonado. Acaba de cambiar de firma, pero no de chef. María Elena Marfetán continúa al frente de la cocina, todo el año, mediodía y noche. Repartidos entre la terraza, el salón principal y el espacio denominado Puerto Jardín, caben unos 180 comensales dispuestos a probar una cocina que integra ingredientes regionales en un ambiente donde las marinas predominan en las paredes. Es común encontrar nombres famosos que marcaron estilo bautizando platos inspirados en su honor. Entre los principales de la nueva carta destaca la merluza negra, y, a la hora de las entradas, recomiendan el carpaccio de pulpo, la plancha de mariscos y la muy concreta ensalada de hojas verdes cultivadas en San Carlos. Entre los hits de Tere está el muy solicitado Había una vez, que consiste en la pesca del día, juliana de puerros y una suave salsa de crema y queso parmesano gratinado. También el nuevo Más uruguayo que nunca, un lomo hecho a la sal gruesa, con salsa de chimichurri con expresiones de puerro y papa. Para rematar la velada, crème brûlée de limón y romero, chajá de calabaza, que se sugiere probar acompañado de un vino cosecha tardía, o Me quiero casar, deconstrucción del típico arroz con leche. Estiman el precio promedio por persona en 45 dólares, y aceptan tarjetas. (042 44 04 92 / [email protected])
LA BOURGOGNE
No hay nada que se compare al sabor de una hortaliza recién arrancada de la tierra. Ése es uno de los secretos de este templo que, como desde hace 28 años, estará en su habitual ubicación de Pedragosa Sierra y Avenida del Mar, pero también en The Setai, casi llegando a José Ignacio, donde funcionará bajo una paquetísima carpa.
Detrás de ambos establecimientos, el célebre y ubicuo Jean Paul Bondoux, chef galo con 47 años de profesión que también hace de las suyas en el Alvear de Buenos Aires. Elogioso de la materia prima uruguaya, Bondoux tiene al cordero autóctono como vedette de su carta, junto al pescado fresco que consigue en el balneario. Rastreando en su memoria emotiva no hay plato que les gane a unos buenos caracoles, el sabor de su región (Bourgogne, por supuesto). Una vez, cuenta, se indigestó por comer 48, preparados por su madre.
¿La nouvelle cuisine? Fue puro marketing, sentencia. Según él, la buena cocina es lo más simple posible. Por eso recomienda los famosos escargots con perejil, ajo y pan tostado. Nada más. Un kir royale y un entrante pueden agasajar a los recién llegados, amén de la vajilla, acorde a los estándares de la cocina. Si alguien se queja de los precios altos, Bondoux no duda en enumerar cuánto cuesta un plato suyo vacío, y la cantidad que debe reponer cada verano.
“Siempre trato de trabajar con alta calidad y profesionalismo, pero este camino es muy complicado en Uruguay”. Para que quede más claro aún, Bondoux establece simetrías entre una conversación con una mujer hermosa, que no necesita demasiada producción, y sus creaciones gastronómicas.
Un placer ambas, remarca. (042 48 20 07 / 48 78 73)
DEL BOSQUE
Este espacio gastronómico y de reunión no es exactamente nuevo, pero operado desde la primavera por Abraxas Pérez, un viejo conocido de los vecinos y habitués de José Ignacio, dicen que ha cambiado radicalmente su cara. Para descubrirlo hay que detenerse en el kilómetro 171 de la ruta 10, donde se ubica el Pueblo San Vicente, poco antes de llegar a la boya petrolera. La cálida barra y los cómodos livings acogen a quienes tengan ganas de saciarse con la carta de vinos, los tragos, un razonable menú de pocos platos (dos de carne, dos de pesca, dos de pasta: perfecto para indecisos), y la variedad de tapas. El precio promedio del cubierto se calcula entre 35 y 40 dólares. A pesar de ser el primer emprendimiento del popular Abraxas (ex La Huella), se trata de un sueño largamente acariciado desde que en tierras brasileñas descubrió que le gustaba la gastronomía.
Ahora concretó este proyecto local acompañado de un eficiente equipo de gente joven, que abre todos los días desde las 20.30.
Si hay ambiente, también habrá música en vivo en el jardín y baile, pero la idea es que la noticia corra boca a boca. Para tentar a curiosos en busca de bajo perfil valga esta infidencia: dicen que el dry martini de la casa es digno de los grandes hoteles de Manhattan. (042 77 54 89)
RESTAURANT T.
Fue un bistró de mar, como lo llamaba su mentor, y ahora es un restaurant con todas las letras. Ubicado en Manantiales desde el 2000, sirve comida calórica para el árido invierno esteño y más liviana y costera durante la temporada, pero con la intención permanente de hacer buenos contrastes entre sabores y texturas.
El argentino Hernán Taiana llegó a su enclave de la Parada 49 y medio con la experiencia aquilatada desde fines de los '80, junto al chef Ramiro Rodríguez Pardo en Buenos Aires, pasando por Las Leñas, San Martín de los Andes, Santiago de Chile, el desparpajo de Mallmann y Massey, los sushi bars, los hoteles, y las hermanas Cóncaro en el singular Tomo I, lo que da fe de la variedad de entornos y maestros entre los que se movió.
La estrella de la casa es el cordero, con cebolla caramelizada y papines, que Taiana mantiene en la carta a pedido del público. No obstante se permite innovar, por ejemplo, con dos degustaciones: una vegetariana y otra de mar, que incluye sushi y tempura. Una enoteca que guarda lo mejor de las cepas de la región es otro de los pilares del reducto. Este año cambió de repostero, con las previsibles variaciones en su carta de postres, que por ello conviene revisar. Desde la Navidad el lugar permanece abierto todas las noches a partir de las 20.30 y hasta las 2 de la mañana. Para calibrar cuánto ha aprendido últimamente basta desembolsar unos 1.400 pesos por persona, que pueden saldarse a crédito. (042 77 13 56)
CITRUS CAFÉ & BAR
Luego de peregrinar por La Barra, la Parada 5 de la Punta y coronar El Mejillón, Alejandra Dellepiane ha mudado su templo gastronómico al corazón de José Ignacio, justo frente a la plaza principal. La propuesta, como adelanta el nombre, es más relajada que la de los Citrus anteriores, aunque sigue descansando en su ecléctica cocina californiana.
Se suma además, otra novedad: ahora los postres se pueden pedir para llevar.
¿Sugerencias? Cheesecake de dulce de leche o gratin de duraznos con menta y albahaca. Vale recordar que Dellepiane se ha hecho un nombre imponiendo tragos con pétalos de jazmín y ensaladas con raíces de lemon grass.
De ahí la importancia de la huerta, que por primera vez se da el gusto de tener junto al restaurant, y de la que salen las hierbas aromáticas, las verduras orgánicas y las flores comestibles que alegran su recetario. El jardín, los decks y el fogón siempre encendido completan la puesta en escena. Después de haber estado al frente de un sitio muy mundano donde lo habitual era ver caras famosas, Dellepiane insiste que este será “un Citrus más casual, al que podés ir desde las doce de la noche hasta las tres de la mañana y encontrar un poquito de todo”.
Jugos naturales, waffles, tapas, crêpes, sándwiches, ensaladas, tres platos del día y los infaltables tragos.
¿Botones de muestra? Roll de ojo de bife con salsa thai de lemon grass, cilantro y jengibre; sándwich de pollo grillado, salsa de albahaca, mango y rúcula; y el sorprendente Greenfield, una variación del daiquiri, licuado y con albahaca.
El promedio por persona es de 25 dólares. También organizan catering para eventos. (0486 2228 y 094 422 598)
LAS CUMBRES
La hora del té sigue siendo uno de los fuertes de este paraje en las alturas de la Laguna del Sauce, pero además de brindar alojamiento exclusivo, el hotel realiza eventos y casamientos para un máximo de 500 personas, todo con manufactura propia.
El chef peruano Néstor Chaparro fue protagonista del crecimiento del área gastronómica del lugar, donde trabaja desde hace una década. Para almorzar y cenar, el horario va del mediodía hasta las 17 y desde las 20 a la medianoche.
“Nos hemos enfocado en lo que quiere la gente, eso es lo que quedó en la carta”, explica el cocinero. Unos 80 comensales pueden pedirle el clásico lomo con salsa bordolesa y papas finas cocidas con crema, las pastas rellenas caseras, con calabaza o con pesto y masa de papa, la brótola con verduras grilladas con salsa de limón, el salmón, la merluza negra del sur argentino que han incorporado últimamente, o los tiraditos y el cebiche que se animaron a ofrecer esta temporada.
El menú está compuesto básicamente de comida mediterránea, de manera que los sabores trasandinos son una concesión que el público aprecia. El servicio parece un elogio de la slow food; lo que no significa lento sino en sintonía con la calma que se respira en el lugar, apuntalada por música cubana, española o bossa nova. En la carta de vinos figuran argentinos, españoles y franceses –los hay de hasta 900 dólares–, y el famoso tannat nacional que los extranjeros reclaman probar.
Una cena para dos ronda los 70 dólares, contando un plato y una bebida por persona. (042 57 86 89)
ISLA DE FLORES
“Capaz que nunca nos fuimos”, duda Gastón Yelicich desde su recién estrenado reducto de José Ignacio.
Con su colega Francisco Molinari se conocieron trabajando en Bajo el alma, que supo hacer las delicias de los veraneantes frente a la plaza, y sienten que ese rincón de la costa uruguaya simplemente es su lugar.
De hecho, la primera actividad independiente de ambos fue haciendo eventos en el distinguido balneario.
Y así reunieron el capital para abrir Isla de Flores 1900 en Montevideo. Quienes conocen la propuesta que en 2006 sorprendió al barrio de Palermo, saben que se trata de una carta acotada en una esquina única. Lo que antes fue una carnicería fue transformado en un ambiente depurado y cálido, donde la cocina abierta, las luces justas y el brillo del metal conviven con las pinturas de Juan Uría.
El artista también colaboró con el flamante restó a metros del faro más chic del país. En su versión marina, Isla de Flores acomoda a 50 personas, el doble que en el primero, pero con la misma mesada de granito negro, los azulejos en las paredes y los cubiertos Christofle. Los dueños prometen que no se extrañará el reducto de la capital, que por cierto, cierran durante el verano.
En José Ignacio no faltará el caracú que Yelicich aprendió a hacer durante una pasantía en Inglaterra, y habrá además cordero, pescados marinados y otros productos de mar que un Mojito o un Bloody Mary sabrán acompañar.
Buena música, más lugar en el bar y más personal apostarán a mantener el estandard logrado en Montevideo, agrega Yelicich. Unos 800 pesos es el promedio de un almuerzo o cena por persona. (0486 2009)
EL ABRAZO
La estética de Klimt inspira al matrimonio de Lucía Sosa Días y Federico Gasparri, que levantaron desde cero en los altos de Manantiales un sitio para vivir y trabajar. Si El beso fue el estreno del pasado invierno en la Ciudad Vieja de Montevideo, El abrazo apunta a los sabores de verano, “no pretenciosos pero sí frescos y originales”, aclara la pareja. Sólo 50 lugares para acceder a buenos tragos, los usuales daiquiris y margaritas que se toman en esta época, y las delicias que promete la cocina amplia y abierta. Como cabe esperar, habrá mucha influencia de la costa en esa carta, desde el cebiche que Gasparri ensayó en su reciente pasaje por cocinas peruanas, al tapeo enfocado en los productos del mar, pasando por las almejas de La Coronilla, el cangrejo sirí de Rocha y lo que depare la pesca del día: corvina, parvo rosado o mero, por ejemplo, preparados en la parrilla móvil.
Entre los principales también habrá buenos exponentes de pato, cordero, risotto y pasta con algún toque telúrico, como en las fiestas, cuando prepararon cochinillo con salsa de butiá. Un estanque, un jardín de arena con aires orientales, fogones, una pérgola, una quinta y diferentes ambientes para sentarse alrededor de mesas rústicas como opción a las comodidades del interior.
El cubierto por persona está calculado en 40 dólares, incluyendo vino. A la hora de la sobremesa hay para elegir entre la tarta tatin de guayabas, el strudel de peras y ciruelas y el infaltable volcán de chocolate. (042 77 41 40)
FRANK
Una definición rápida para entender la nueva propuesta de Jorge Oyenard: cocina italiana sencilla desde el mediodía hasta las 2 de la mañana. Instalado este verano en un lugar estratégico, en el cruce que oficia de entrada a José Ignacio, el artífice del primer Cru montevideano apuesta ahora a “pocos platos pero muy elaborados”.
Puso especial dedicación en desarrollar la pizza napolitana, grande (60 centímetros de diámetro) de leudado lento y con hueso, es decir, con el borde inflado. La ofrece por porción o entera, ya sea para comer in situ o en delivery por el balneario. Durante las horas de sol, sándwiches y tartas amplían la oferta, en tanto de noche se decantan por platos más potentes. El pizarrón reza entonces pollo con hierbas o pescado al horno, pasta casera y braseado de cordero.
Frank también promete buena música, que podrá disfrutarse en el deck o dentro del restaurant, que boga porque se pueda volver a disfrutar de pizza y cerveza desde 200 pesos o de unas buenas milanesas para dos a 600.
Si se eligen tentaciones más elaboradas la cena por pareja pueda pasar la barrera de los mil. Aceptan tarjetas.
En pocas palabras, un after beach con buenos licuados, clericó y mojito “para ir de short con la familia”, Oyenard dixit. Raúl Fernández se encargó de la decoración, con almohadones rojos, sillones de lienzo blanco, ventiladores de techo y fotos divertidas en las paredes. (0486 2683)
LA POSTA DEL CANGREJO
Con la panorámica privilegiada de su terraza oceánica en La Barra, el hotel que Ana María Bozzo abrió en 1980 recibe a famosos y sibaritas con debilidad por la cocina francesa. Este año está reinaugurando allí Doña Flor, lo que quiere decir que los platos que habitualmente se sirven en el calificado bistró montevideano estarán a la orden también en Punta, como el Canard aux Pêches y el Filet de Angus feuilletée.
“Sigue siendo una cocina de autor”, recalca Bozzo, “aunque ahora atravesamos un cambio en cuanto a técnica, química, comportamiento.
La tradición de la cocina francesa es muy fuerte y sigue siendo entrañable. Yo mantengo las raíces pero me pliego al cambio porque hay nuevas fórmulas para hacer menos trabajosa y menos larga la elaboración”.
En octubre Bozzo transformó la estructura de la cocina, asesorada por un chef francés. Dispuso el taller de recepción de alimentos y elaboración por un lado y el de salida en otro.
“Me he lanzado a esa reforma para poder disfrutar realmente de la cocina y no sufrir”, confiesa la consagrada cocinera y empresaria. Conocida por haber agasajado a cuanto personaje VIP llega a Uruguay, recuerda de Zubin Mehta, el gran director de orquesta, su debilidad por el chocolate; y cuenta que el pejerrey envuelto en masa de hojaldre con forma de pescado y salsa de hierbas era el favorito del ex mandatario español Felipe González.
Para darse un gusto como ellos, por unos 50 dólares por persona, basta doblar rumbo al mar a la altura del 160 y medio de la ruta 10. Por cierto, La Posta está abierta todo el año. (042 77 00 21)
ANDRÉS
Ubicado en la planta baja del edificio Vanguardia, llegando a la Península, este restaurant ha permanecido en pie durante 38 años. Andrés Moreda lo atribuye a que ofrece a los demás lo que le gustaría recibir a él.
El hombre, que nació en Rosario, departamento de Colonia, comenzó como lavacopas y con el apoyo de su familia logró escalar posiciones. Fue concesionario del Country Club, del Club de Golf y del restaurant del edificio Lafayette.
El mercado cambió mucho, admite, pero conversar con la clientela sin pasarse de la línea sigue siendo parte del metier, afirma Moreda. Su cocina es internacional con toques locales. No pretende ser tres tenedores, pero sí ponerle esmero a las preparaciones y afecto al trato. Hay comida casera difícil de encontrar en los reductos más nuevos, como un buen soufflé. Es un plato que no admite esperas. Deben manejarse los secretos para que no se desinfle ni llegue a la mesa a destiempo del resto de los pedidos.
Pues en Andrés se ofrecen soufflés salados (queso, espinaca, calabaza) y dulces (grand marnier, limón, chocolate y banana). La casa puede atender hasta 50 comensales, que gastarán aproximadamente 30 dólares por cabeza, dependiendo, por supuesto, del consumo alcohólico.
La cava mantiene una selección de vinos del mundo a temperatura, aunque personalmente Moreda prefiera defender la vitivinicultura nacional. En cuanto a la clientela, el 70 u 80 por ciento de quienes se acercan a la parada 1 y medio de la Mansa son argentinos. Seguramente el más ilustre representante de los fanáticos de Andrés haya sido el escritor Adolfo Bioy Casares.
“Gran amigo, pasaba sus vacaciones aquí y disfrutaba del restaurant.
Uno aprendió mucho de sus consejos”, remata Moreda. (042 48 18 04)
SARAVÁ
Tres amigos con gusto cosmopolita se hacen cargo de un servicio integral lindero al complejo Laguna Escondida (a pocos kilómetros de José Ignacio, rumbo a la Laguna Garzón).
El nombre del paraje, que remite al inolvidable Vinícius de Moraes preanuncia la intención de los dueños: comida, música y comodidad deben estar presentes en su justa medida. La cara visible de este emprendimiento es la ex modelo Natalia Méndez, quien trabajó en Chile en organización de eventos y hoy divide su tiempo entre Europa y Uruguay. Sus socios, de Inglaterra y Brasil, también están vinculados al negocio del entretenimiento. A ellos se integra el chef uruguayo Gabriel Mangini, que pasó por La Bourgogne y El Palenque para refinar luego sus aptitudes en el Viejo Continente.
Alta gastronomía en carta corta es uno de los pilares de este reducto, donde unos 60 comensales son invitados a hundir el tenedor en el marmitaco de atún, la terrina de foie gras acaramelada con duraznos, o el soufflé de vainilla, ya en los postres. Una cena para dos ronda los 100 dólares, contando los deslices por la selección de bodegas uruguayas, con algo de vinos chilenos y argentinos que conserva la cava. Confortable y rústico a la vez, este resto-bar en medio del bosque, rodeado de 3 mil metros cuadrados de tierra, apunta a un público internacional y exigente. Tonos naranja, sandía y arena, materiales nobles, pisos de cemento con troncos fileteados, ojos de buey, una gran barra de cinco metros que mira hacia el jardín y sillas de campo alternadas con otras Thonet completan la escena. Habrá shows en vivo de tango, electrónica o flamenco, y aparte del bar y el salón, se habilitará un lounge en el jardín, ideal para después de cenar.
Abierto todas las noches de enero, a partir de las 20. (0486 2826 e [email protected])
EL FLOREAL
En el origen, un salón de té en el bosque de San Rafael. Tartas caseras con recetas de la abuela le dieron fama, pero se ha diversificado al agregar a las consabidas dulzuras, sándwiches y pitas que incluyen pastrami y salmón. Conservando el estilo de las casonas del barrio, yendo por Pedragosa Sierra, hace 42 años que funciona también como restaurant y se promociona como una experiencia para los cinco sentidos, comandada actualmente por Isabel Alegresa.
La tranquilidad de la caída de agua y el sonido de pájaros y grillos terminan de ambientar la experiencia a la hora de comer codornices, jabalí, foie gras de pato fresco con uvas blancas y Chardonnay, ancas de ranas a la provenzal, esturión uruguayo en tapenade de olivas negras o langostinos ecuatorianos, considerados los mejores del mundo e importados especialmente por la casa. Todos los platos se jactan de tener como escolta los productos de la huerta orgánica. El lugar está constituido por dos salones de tono señorial que suman una capacidad para 140 comensales, a los que puede anexarse el jardín cuando el tiempo es benévolo.
Durante la temporada, el salón de té abre a las 16.30 y el restaurant a partir de las 20, todos los días.
El público extrarregional es el que más se deja ver cenando temprano. Por eso aceptan pagos en efectivo en moneda nacional o dólares, además de tarjetas varias. Los amantes del vino deben saber que este año se realizan degustaciones abiertas, con la guía de un sommelier de acuerdo a la bodega de turno.
De manera que se puede comenzar la noche copa en mano, saboreando quesos y fiambres en la cava. Junto al bar, en los sillones del jardín, otra opción es probar tragos como el Madame Patrone, mezcla de cognac, Bayley's, licor de limón y helado de coco. (042 48 32 41)
 
     
PAULA: San José 1165 of. 204. Tels: 902 0115 int. 178 - 900 6427 - Fax: 908 39 16 - E-mail: [email protected]