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Hay que decirlo sin vueltas: a la salida de la oficina casi todos los pubs y boliches todavía están cerrados. Nada por aquí, nada por allá. Salvo contadas excepciones, a las siete de la tarde, en los boliches de la Ciudad Vieja sólo se ven mozos de fajina, acomodando las mesas o barriendo la vereda. Las cortinas bajas son una suerte de letrero de neón que reza: “hacé tiempo en otro lado” o “andáte a tu casa”. Quién sabe por qué misterio latino, en Montevideo las ganas de rodar de boliche en boliche ataca bien avanzada la noche. Para la mayoría de los uruguayos, la tardecita es sinónimo de cortado, gimnasio o Fútbol 5. Nada de entregarse a las copas tan temprano, como suelen hacer en Londres o Dublin, donde probablemente existan más amigos de las botellas por metro cuadrado que en ninguna otra parte del planeta, e igual cantidad de pubs que les abren las puertas para calmar su sed y sus ansias de diversión. Claro que también en La Muy Fiel y Recatada hay quienes se quejan de cuán tarde empieza todo. Buenas nuevas para ellos: ya existen en Montevideo un par de lugares donde se pueden ordenar dos tragos al precio de uno, comer, e incluso bailar, mucho antes que empiecen los bostezos. Es más, están abiertos desde las 19 y fueron pensados para atraer a una clientela que prefiere salir a divertirse luego del trabajo, sin pasar por su casa. Dicen las malas lenguas que ya hay varones que, sin venir de oficina alguna, salen a propósito con traje y corbata para pasar por auténticos after workers; y chicas que se calzan un tailleur aunque no hayan cursado ni un secretariado básico. Sin embargo, y a pesar de los esfuerzos crecientes del empresariado local para captar adeptos, la movida de los after locales, más que de traje, aún está en pañales. En Lotus apuestan a los miércoles (siguiendo la tendencia que en el norte denominan mid-week), pero en honor a la verdad, a las siete de la tarde el dejay pasa música electrónica para una pista vacía, la hostess espera impaciente la llegada del público y el sushiman aguarda comandas en vano. Optimista irremediable, el empresario Raúl Fernández jura que, con el correr de las horas, “se juntan unas doscientas personas”. |
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A las 9 de la noche la ciudad se sacude por fin la modorra, los chicos y las chicas empiezan a hacerse ver (¿habrán pasado por casa a retocarse el look?) y por se fin puede ver de qué va la cosa. Todos ríen, conversan y toman bebidas energizantes. Lo que más se pide son copas de champagne con Speed o Red Bull, y lo que ha dado en llamarse Johnny Mix –mezclas de whisky con gaseosas de naranja o pomelo–. Aunque la etiqueta no es de rigor, el after de Lotus es el reino del saco y el pantalón, el traje y la corbata. Nada de remeras, championes, ni jeans. Todos exhiben un look oficinista, vengan de donde vengan. En una de las mesas, un grupo de yuppies locales con trajes oscuros y celulares minúsculos toman daiquiris de ananá y otros tragos perfumados. Dicen ser economistas y contadores, pero ocultan el nombre. “Venimos de la oficina y de acá nos vamos a Píkaro's”, largan entre sonrisas socarronas. Creer o reventar. En una de las barras, Daniel (38) y Carlos (45) hacen un alto en medio de la semana laboral. “Ya está estipulado: venimos una o dos veces por semana. Charlamos, comemos algo, y por lo general nos vamos a las once y media”, dicen los dos habitués del lugar, que prefieren no pasar por sus casas para evitar que la pereza les impida salir más tarde. En una mesa próxima a la pista, una pareja pide una tabla de sushi y aprovecha que la promotora los invita a probar un Johnny Mix. Ella es ama de casa y él trabaja en publicidad y periodismo. “Nos gusta salir y acostarnos temprano, pensamos que se ajusta más a la normalidad del organismo. Cuando salimos a cenar a Café Misterio somos siempre los primeros en llegar”, dicen a dúo Enrique Ananía (40) y su mujer. Todos vienen a buscar lo mismo, un rato distendido en un lugar que sirva de amortiguador entre las presiones laborales y las domésticas. A desenchufarse después de la jornada laboral, sin tener que acostarse cuando canta el gallo. |
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