Una periodista innata Cuando Letizia conoció a su novio todavía no había cumplido 31 años. Nació el 15 de septiembre en Oviedo en una familia de periodistas y supo pronto que quería seguir la estela de su abuela Menchu Álvarez del Valle, una de las voces más populares de la radiodifusión asturiana, y de su padre, Jesús Ortiz Álvarez, que dirigió Antena 3 Radio en Asturias y ahora trabaja en el gabinete del periodista y empresario Lalo Azcona. “Yo tengo una abuela y un padre periodistas. Nunca he pensado ser otra cosa en la vida. Me encanta mi trabajo, disfruto mucho y tengo la suerte de dedicarme a algo que me encanta. Por otro lado, trabajar con la información tiene una enorme personalidad, y creo que hay que ser muy prudente, muy serio, saber que muchas personas están pendientes de lo que decimos y hay que tener los principios de lo que se cuenta muy claros y hacer una labor correcta”, ha dicho Letizia al hablar de su profesión. Letizia estudió en el colegio público La Gesta-1 de Oviedo. Allí comenzó a descubrir el periodismo y cuando cursaba séptimo y octavo realizó con otras compañeras del colegio un programa radiofónico infantil, El columpio. Luego siguió su bachillerato en el instituto Alfonso II de Oviedo, hasta que en 1987 tuvo que trasladarse con sus padres a Madrid. Las tres hermanas Ortiz Rocasolano, Erika, Thelma y Letizia, continuaron sus estudios en el instituto Ramiro de Maeztu en el turno de noche. Letizia se licenció en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y comenzó su trayectoria profesional en el verano de 1992, cuando realizó prácticas en el diario asturiano La Nueva España, en la sección de Economía. Desde diciembre de 1992 y hasta finales de 1993 fue corresponsal de Abc en el municipio de Rivas-Vaciamadrid, donde se instaló la familia Ortiz-Rocasolano cuando llegó de Asturias. También trabajó, antes de licenciarse, en la redacción de Internacional de la agencia Efe. Pero fue en enero de 1999 cuando, tras hacer un master en periodismo audiovisual, se incorporó al equipo fundacional de CNN+. Y en 2000 fue contratada por Televisión Española, donde formó parte del equipo de edición del Telediario segunda edición, presentó el programa Informe Semanal, el Telediario matinal y los especiales sobre el euro. “Los profesionales de la información pueden dar la cara o no, y reconozco que es una labor que tiene más repercusión que otro oficio. Lo asumo e intento desempeñar mi función lo mejor posible, que en este caso es comunicar en imagen. Pero la popularidad es secundaria. Cada cual tiene un concepto del éxito, y lo importante es estar bien con uno mismo y ser honesto con lo que haces”. Sus compañeros de CNN+ la recuerdan llegando casi al amanecer a los estudios de televisión y con los periódicos bajo el brazo. Cómo enloquecía a la esteticista para que su maquillaje fuera perfecto, pero discreto; cómo estaba obsesionada con que su cabello tuviera volumen antes de salir en pantalla, y cómo su por entonces novio David Tejera, también periodista de la casa, le llevaba una tartera con comida porque a veces se sentaba ante la cámara sin haber probado bocado. También en CNN+ se recuerda su perfeccionismo y cómo se enzarzaba en alguna que otra discusión profesional sobre la manera de dar una información. Nunca estaba satisfecha. Cuando en 2001 le dieron el Premio Larra a la mejor periodista menor de 30 años, Letizia Ortiz habló de su trabajo en televisión: “la imagen es muy importante no sólo en la televisión, sino en todos los ámbitos de la vida. La imagen es algo que debemos cuidar porque es lo primero que se ve de nosotros. No tienes que ser obligatoriamente guapa. Lo agradable lo da una mirada, un tono de voz y un aplomo a la hora de contar las cosas”. Y añadió: “en el periodismo, como en otros campos profesionales, justicia, política, economía, todavía las mujeres tienen pocos puestos de responsabilidad, pero supongo que las cosas irán cambiando con el tiempo. De todas formas, admiro mucho a compañeras como Rosa María Calaf”. Nueva York fue la ciudad a la que Letizia Ortiz y don Felipe acudieron poco antes de anunciar su compromiso, mientras en el palacio de la Zarzuela se decidía cómo manejar este asunto y se esperaba el visto bueno del Gobierno. En Nueva York, Letizia había estado anteriormente en dos ocasiones por motivos profesionales. Una de ellas, cuando el atentado del 11 de septiembre: “fue importante ver cómo se sacudió el país. También estuve en Estados Unidos con motivo de las elecciones en las que se enfrentaron Bush y Gore. Me consideré una privilegiada por esos momentos que viví. Fue todo rápido e intenso y no me dio tiempo a reciclar lo que estuve viviendo. Personalmente también me impresionó ver el shock de la gente”. Con don Felipe, Letizia asistió a varias cenas en Manhattan, una de ellas en casa de Woody Allen, al que ambos conocieron en la entrega de los Premios Príncipe de Asturias. |
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También estuvo en las playas gallegas cuando el gasóleo del Prestige asoló las costas. “Soy periodista y me gusta la información. Me centro siempre en lo que hago y no pienso en el futuro, no elucubro. Me gusta la información diaria, el periodismo trepidante; ese estrés y esa adrenalina que se genera con la velocidad con la que se trabaja es como una droga”. Aunque siempre ha dicho que la noticia que le gustaría contar es la pacificación de Oriente Próximo. “Estuve en la zona y pude apreciar la situación”. Esa noticia ya no la dará. Sus amigos de profesión aseguran que añorará el periodismo, pero quienes la rodean en su nueva vida sostienen que se ha adaptado a su papel sin nostalgia. El 11-M sí, Letizia sí sacó a relucir su sangre de periodista. Siguió por Internet, en un despacho de La Zarzuela, lo que estaba pasando en Madrid. La familia real escuchaba la radio y veía la televisión, mientras don Juan Carlos recibía además toda la información procedente del Gobierno. Letizia Ortiz estaba atenta a todo lo que sucedía a esas horas en las calles de Madrid. Esa misma tarde acompañó a la Reina y a don Felipe a visitar a los heridos internados en los hospitales. Allí presenció el dolor de las víctimas y de sus familias, y rompió a llorar. La Reina la cogió del brazo y la consoló. La Casa del Rey asegura que no hay un papel predeterminado para la futura Princesa de Asturias, que poco a poco y con el tiempo se irá creando una agenda propia para ella. De momento acompañará al Príncipe en todos sus compromisos oficiales y en los viajes programados. En estos últimos meses ha conocido el funcionamiento del palacio de la Zarzuela. Se ha entrevistado con todos los equipos de trabajo, y quienes han asistido a estas reuniones aseguran que pregunta mucho y todo lo apunta en un cuaderno. Está tan interesada en no cometer fallos que incluso mira los videos de los actos a los que acude para ver si se ha equivocado en alguna cuestión relativa al protocolo. Ella, que se siente tan observada y que controla todo lo que se escribe o dice de la pareja, ha reconocido sentirse injustamente juzgada a través de informaciones que asegura son falsas. A Letizia y a don Felipe les ha dolido la interpretación que se hizo de su viaje en Semana Santa a Nassau. Se ha dicho que allí se celebró una gran despedida de solteros, esa que ellos decidieron suspender tras los atentados del 11-M. La Casa del Rey asegura que en ese viaje sólo les acompañó una pareja de amigos –Javier López Madrid y su esposa, Silvia Villar Mir– y tres miembros de los servicios de seguridad de La Zarzuela, y que si se marcharon fuera de España fue atendiendo una invitación de un viejo amigo del Príncipe que les ofreció tranquilidad y discreción para pasar unos días de descanso. Letizia responde rápidamente cuando se le dice: “qué enamorado se le ve al Príncipe”. “Yo también estoy muy enamorada”, advierte. Sus amigos aseguran que hacen una buena pareja, incluso llegan a proclamar eso de que son “almas gemelas”. Las amigas de Letizia siguieron paso a paso la historia de su amor con don Felipe. Ella, al día siguiente de conocerle en casa de Erquicia, les llamó para decirles que era muy “majo”, y cuando en primavera él llamó por primera vez, también se lo contó. Don Felipe inició su conquista como tantos otros hombres: muchas llamadas al móvil y muchos mensajes. El día que el Príncipe dio el paso de proponerle una cita, ella sugirió que fuera en grupo. Así, hasta que las amigas de Letizia descubrieron que había algo más entre ellos. Cuando comprobaron que aquello iba en serio cerraron filas alrededor de la pareja. Letizia, dicen sus amigas, sigue llamando todos los días y la ven incluso con más frecuencia que antes porque no quiere que su nueva vida la aparte de la anterior. Incluso intenta que su círculo de amigos se relacione con los del Príncipe. Una de las ocasiones fue en la fiesta que dieron tras su petición de mano. Para Letizia Ortiz, la del 22 de mayo fue su segunda boda. Se casó civilmente en 1999 con el escritor Alonso Guerrero Pérez, que fue profesor de literatura en el instituto Ramiro de Maeztu de Madrid y de quien se divorció un año después. Esta circunstancia fue medida por el palacio de la Zarzuela, pero no se consideró un obstáculo. Un portavoz de la Casa del Rey señaló, antes de hacer público el anuncio de su compromiso, que en el ámbito del palacio de la Zarzuela se había valorado en la elección de Letizia Ortiz que “se trata de una persona muy seria que sabe perfectamente dónde se mete. Se trata de una mujer del siglo XXI, una profesional del periodismo, una mujer de hoy día”. Y añadió: “¿Qué mujer de 31 años no tiene pasado?”.
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