La reina soy yo Lorenzo considera que la dificultad femenina para delegar tareas domésticas es un atavismo, pero también hay algo de celo heredado. “De algún modo, es como dejar un lugar que antes era un reinado”, ironiza la presidenta de la Liga de Amas de Casa. La periodista Carolina García, que conduce Subrayado Dominical junto a su esposo Gerardo Sotelo, intuye que “a las mujeres nos cuesta perder el control de las cosas. Y de algún modo las tareas domésticas son un lugar de poder. Creo además que es algo cultural y que se lleva en los genes”. Intuye bien. Salvo rarísimas excepciones, en todas las civilizaciones la mujer tiende a estar al frente de los ámbitos domésticos. Ese es un fenómeno fuertemente relacionado con la reproducción biológica, explica la antropóloga Rostagnol, ya que las madres siempre han preferido ejecutar sus tareas cerca de lo que pudiera entenderse como hogar, o salir con los hijos a cuestas. Según la antropóloga, el modelo hegemónico actual de “lo femenino” tiene que ver con los espacios de legitimidad de la mujer dueña de casa, madre y esposa. “No delegar es una forma de conservar ese espacio de legitimación. Para que eso cambie, las mujeres tienen que encontrar otros espacios de legitimación de lo femenino”. |
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Ellas no saben delegar y ellos no tienen iniciativa. Y sólo cuando el agua llega al cuello se escucha: “¿no ves que preciso ayuda?”. Verónica Correa, encargada de Comunicación Corporativa del laboratorio Schering, esposa y madre de Rodrigo (4) y María Clara (5) acumula una lista de descargos a favor de las mujeres, pero también tiene claro que “la culpa no es del chancho...” |
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Soy yo la que los llevo al dentista, al médico, Por su lado, a Carolina García (madre de Mateo, Sofía y Facundo) lo que más le cuesta es “no estar al tanto de determinadas cosas de mis hijos”. Cada vez que una suplencia o el trabajo extra la obliga a llegar a casa muy tarde y no puede encargarse de acostarlos a dormir, imparte indicaciones sobre comida y baño desde el Canal, aunque su marido esté en casa. Siempre siente que la responsabilidad es suya. Y aunque dos por tres Sotelo la espera con la cena pronta, ella, desconfiada como la mujer del aviso de Aspirina, suele preguntar: “¿qué le pusiste a la salsa?”. |
Cuestión de entrenamiento ¿Qué pasará mañana? Si la educación empieza por casa, la respuesta es por lo menos dudosa. Hay hogares en los que los niños tienen tareas asignadas y efectivamente cooperan, pero en muchos otros, no se hacen ni la cama. Un error –insiste la experta en asuntos domésticos Ana Durán– que ella misma cometió. Hoy intenta enmendarlo con sus nietos, que viven con ella y religiosamente se lavan la ropa interior. En los colegios privados, ya no hay distinciones de género en las actividades extracurriculares.El viejo corte y confección dio paso a la plástica y la informática para ambos sexos. Un caso particular es el del Crandon, con su tradicional departamento de Economía Doméstica. En su origen era un colegio para señoritas, pero hoy tanto varones como mujeres aprenden a coser botones y dobladillos, planchar, utilizar un taladro o pelar cables. “Cuanto menos tiempo tenemos se hace más necesario aprender”, explica la directora del departamento, profesora Mónica Decurnex. Desde su punto de vista, dominar los asuntos domésticos tiene hoy más sentido que ayer. “Con el cambio cultural se ha perdido la transmisión de padres a hijos de una parte muy importante de la educación del hogar. Desde los modales para comer a cómo administrar el dinero de la casa. Esas cosas antes se aprendían aún por ósmosis, ya que todo se hacía en el hogar, pero hoy muchas veces se organiza la casa desde la oficina”. En el Instituto Crandon los liceales de primero a tercer año aprenden, entre otras tareas, a zurcir, coser botones y dobladillos, hacer una valija, iluminación, lavado de ropa, planchado decamisa y pantalón, cómo guardar la ropa en el placard, quitado de manchas, tender la mesa y la cama, repostería, instalaciones de agua, guía para planificar un menú y cocina salada. |
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