Yo
no soy alcohólica
Las mujeres son más sensibles al alcohol que los hombres porque
tienen menos cantidad de agua corporal. Si hace veinte años atrás
el alcoholismo femenino era secreto, solitario y controlado por el sentimiento
de pudor que desencadena la culpa, hoy es frecuente que las mujeres tomen
a la par de los hombres.
Según Cecilia Dell’ Acqua, el alcoholismo degrada más
rápida y profundamente a la mujer que, entre otras cosas, puede
desarrollar una cirrosis hepática bebiendo menos cantidades que
el hombre. Eso no es todo: en Occidente, el consumo de alcohol durante
el embarazo es la primer causa de retardo mental en los recién
nacidos. El alcohol atraviesa la placenta y produce el síndrome
alcoholo fetal que provoca malformaciones faciales. Por eso, durante el
embarazo se recomienda consumo cero. Por otra parte, se estima que en
nueve de cada diez casos, una mujer alcohólica será abandonada
por su marido.
Uno de los principales problemas del alcoholismo es que quienes lo padecen
lo niegan. Consecuentemente, el porcentaje de alcohólicos que busca
ayuda y se recupera es generalmente bajo.
El infierno empieza cuando se produce la adicción y se intenta
dejar el alcohol. Entonces se descubre todo lo que el alcohol ha quitado.
Ruben (64 años) lo sabe mejor que nadie. Fue alcohólico
durante dos décadas y logró recuperarse con la ayuda de
Alcohólicos Anónimos. “Empecé a tomar a los
dieciocho años pero llegué a no tener fuerza de voluntad
para parar. De pronto estaba todo deteriorado: primero se postergaron
los ascensos, luego se truncó mi carrera, y finalmente me separaron
del cargo. En ese interín perdí a mi familia. Un día
llegué a casa y encontré un cedulón que me instaba
a abandonarla en un máximo de 48 horas. Todo eso viene acompañado
por la pérdida de amistades y el alejamiento de los familiares,
que no quieren saber nada con el alcohólico porque cuando uno toma
hace toda clase de barbaridades y no respeta a nadie”.
A pesar de haber vivido en el infierno, Ruben puede considerarse un afortunado:
sólo el 5 por ciento de los alcohólicos se recuperan efectivamente,
logran dejar la bebida, y no reincidir.
Para quienes concurren a Alcohólicos Anónimos (la institución
que tiene el mérito de haber recuperado más alcohólicos
en el mundo), la abstinencia es la única ruta segura. Para ellos,
el alcoholismo es una enfermedad tratable, pero que no tiene cura. Eso
significa que si un alcohólico ha estado sobrio por un determinado
periodo de tiempo, todavía es susceptible de sufrir un desliz o
recaída. El alcohólico en tratamiento no puede volver a
tomar, pero puede aprender a vivir feliz sin hacerlo.
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Los
familiares de los alcohólicos tampoco la tienen sencilla.
Para saber cómo lidiar con un bebedor compulsivo existen
grupos como Al-Anon y Alateen. “Te empezás a aislar
de la sociedad, la gente deja de invitarte a las reuniones, los
chicos no quieren traer a casa a sus amigos. Lo peor es que sos
impotente ante el alcoholismo del otro”, cuenta Lilián,
esposa de un alcohólico.
En la misma cuerda, el consejero en drogadicción Damián
Rapela, integrante del equipo terapéutico de la Clínica
Crea, opina que el alcohólico puede tener una calidad de
vida buena, con la única limitación de no poder ingerir
sustancias alcohólicas nunca más, y la recuperación
pasa por terapias individuales, familiares y grupales. |
A su entender, no hay recetas para el tratamiento de la adicción.
“Los métodos se van instrumentando de acuerdo a lo que precisa
cada persona. Hay un falso concepto de que hay que internar a todo el
mundo en un centro siquiátrico, cuando en verdad las internaciones
nuestras, de ser necesarias, no pasan de quince días y son en sanatorios
generales. Los siquiátricos no son lugares para los alcohólicos,
salvo que padezcan una patología siquiátrica asociada. La
persona tiene que adquirir mecanismos de defensa para mantener su abstinencia.
Tratamos de enseñarles a vivir sin consumir drogas, pero eso no
se cambia de un día para el otro”, explica Rapela.
Actualmente, los alcohólicos cuentan con una sustancia llamada
Naltrexona (antagonista de los opiáceos) capaz de disminuir el
trabing o compulsión de tomar, amedrentar el deseo, aplacar la
compulsión y permitir periodos más prolongados de abstinencia.
Según la toxicóloga Dell’Acqua, el síndrome
de abstinencia que puede llevar al delirium tremens es más duro
que la abstinencia a la heroína. No se trata con reposo y sedantes,
sino ingresando en enfermo al C.T.I.
Se sabe: el alcohol bebido con moderación, y el abuso de alcohol
no son la misma cosa. Toda droga es, por definición, una sustancia
que comprende a la vez el remedio y el veneno. Sólo del consumo
responsable dependerá que el alcohol sea un amigo agradable y no
un poderoso adversario capaz de poner al vecino contra el vecino, al marido
contra la esposa, a los hijos contra sus padres, a los padres contra sus
hijos. Y al bebedor contra sí mismo.
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