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La
moda ya se impuso en Buenos Aires, donde las celebridades gays sacan número
para confesarse ante cámaras y marchan al frente de una nueva tendencia
según la cual ser homosexual es casi prestigioso. Y a juzgar por
la velocidad con que las modas porteñas cruzan el Río de
la Plata, vale preguntarse: ¿estarán dispuestos los famosos
vernáculos a seguirles el tren? "¡Ni loco! Yo me debo a mis clientes. Por más que ellos sepan que soy gay, no puedo salir en una revista diciéndolo", contesta un conocido diseñador y empresario. "Consultar esto me parece una pavada, realmente una estupidez. Yo no ando por la vida preguntándole a la gente si es corrupta o no. Indagar en la condición sexual de la gente es de muy mal gusto. Lo interesante es vivirla dentro de cuatro paredes", dice a su turno un actor. "No hay que hacer como Fernando Peña, que insiste en decir soy puto, puto, y puto. ¡Por favor! No es necesario, lo que importa es el ser humano", opina un periodista televisivo que también pide reserva. Negativas como éstas se suceden cada vez que se intenta seducir a notorios homosexuales uruguayos para que asuman públicamente su condición y hablen de sexo con la misma naturalidad que dedican a otros temas. Expertos en encontrar nombres para fenómenos de toda índole, los estadounidenses inventaron hace tiempo una expresión para referirse a la "discreción" gay: "to be in the closet", que puede traducirse como "estar dentro del armario". Una metáfora de tono doméstico para mostrar que el homosexual no asumido públicamente opta por el camino del encierro. Hace ya un par de años que el sociólogo uruguayo Carlos Basilio Muñoz eligió otro camino. En 1996 publicó Uruguay Homosexual, una investigación académica en la que, de paso, hacía pública su condición gay. "Se me enseñó a tener vergüenza de aceptar mi homosexualidad públicamente. Muchos de mis propios amigos 'liberales' entienden que la orientación sexual es un asunto privado: más literalmente, cada cual 'hace de su culo un pito' (...) Mientras en Norteamérica la aceptación pública de la homosexualidad es un valor social, aquí es una indiscreción". Tiene razón Muñoz. Por ahora, el paraíso rosa sigue siendo Estados Unidos. Aunque la lucha por los derechos de los gays se remonta a la Alemania del siglo XIX (en la que Karl Henrich Ulrichs proclamó que los homosexuales no eran ni enfermos, ni pecadores, ni criminales, y los instó a asumir públicamente su condición), los activistas suelen afirmar que el movimiento gay nació en un boliche del Greenwich Village (célebre barrio bohemio de Manhattan) la noche del 27 de junio de 1969, cuando cansados de las razzias, los gays se amotinaron y resistieron durante todo un fin de semana. Cuatro años después, la Asociación Americana de Psiquiatría eliminó a la homosexualidad de su manual de enfermedades mentales, y a finales de los '80, la Organización Mundial de la Salud hizo lo propio. El 11 de Octubre de 1988 se celebró por primera vez en Estados Unidos el National Coming Out Day, es decir, el Día Nacional para asumir públicamente la homosexualidad, celebración gay que se mantiene hasta hoy y se ha extendido a otros países. Uno de los promotores de la idea, el activista homosexual Robert Eichberg, ha dicho: "es imperativo que salgamos del armario y le dejemos saber a la gente quiénes somos para sacarles los miedos y borrar los estereotipos". Más lejos aún, la página web abierta en Internet para difundir la jornada sugiere: "tienes una mascota? Mientras le haces mimos repítele: dicho sea de paso, soy gay"; "acude a un acontecimiento gay o lésbico. En serio. No te van a morder"; "seamos honestos. La gente ya lo sabe, están esperando que digas algo"; "¿todavía no se lo dijiste a tus vecinos? Compra una remera que diga: yo no soy gay, pero mi novio sí lo es, y úsala para lavar el auto en la vereda". |
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LA OLA GAY |
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Este furor
de cuño yankee puede no haber llegado aún a Uruguay, pero
ya desembarcó en Argentina, donde varias celebridades se han sumado
a la nueva onda según la cual ser homosexual parece social y políticamente
correcto. "Ahora se les dio por esto" -comenta en Montevideo
el periodista radial Enrique Mrak- "antes comieron pizza con champagne,
después vino la fiesta menemista y, dentro de ese gran cambalache,
llegó esto". La saga de confesiones famosas arrancó con el multifacético actor y conductor Fernando Peña (que dicho sea de paso es uruguayo) autodenominado "puto triste". Después siguió Gastón Trezeguet, el niño terrible del promocionado reality show Gran Hermano 1, que confesó su bisexualidad ante cámaras y relató en numerosas entrevistas sus encuentros cercanos con marineros, bomberos, y entrenadores de ski. Sin tanto detalle lujurioso, el famoso bailarín Julio Bocca, siempre renuente a hablar de intimidades, le contestó al periodista Jorge Lanata que "todavía" no era homosexual. "Por ahora soy bisexual", resumió. La última perla del collar corrió por cuenta del periodista y conductor televisivo Juan Castro (ahora al frente de Confianza Ciega, otro reality show) quien declaró a la revista Planeta Urbano: "para mí, de chico, lo más normal del mundo fue sentirme atraído hacia un hombre. Y tuve novias, y en mi adolescencia, cuando terminaba de masturbarme, me obligaba a pensar en chicas. Una vez que pude sacarme todo eso de encima y soltarlo dije ¡ya está!". El boom gay argentino viene precedido por oleadas similares en otras partes del mundo. En plena campaña electoral en España, el candidato a diputado Miquel Iceta decidió salir del armario durante un encuentro de la Juventud Socialista de Cataluña. En una de las varias entrevistas que concedió tras la confesión, Iceta, de 39 años, se mostró sorprendido ante tanta notoriedad. "Para mi sorpresa, llevo veintidós años en la política y resulta que adquiero notoriedad por decir que me acuesto con un hombre (...) Me confirma que aún hay mucho camino hasta llegar a la normalidad. Lo ideal será cuando esto, un día, no llame la atención. Entonces no hará falta decirlo, como no digo que colecciono sellos, porque da igual". Del otro lado del Atlántico, en Estados Unidos, el actor Nathan Lane estaba cansado de ingeniárselas para evitar "la palabra maldita". "Soy soltero, tengo cuarenta años y amo las comedias musicales...saquen sus propias conclusiones", solía decir. El asesinato de un gay y la confesión pública de Steven Kmetko (conductor del canal de cable E!) lo conmovieron tanto que decidió cruzarse al bando de los valientes. En 1998, el caso de la actriz norteamericana Ellen Degeneres había sido comidilla de diarios, revistas, programas de radio y shows de televisión. La relación amorosa con su colega Anne Hetche dio que hablar a medio mundo, y Degeneres terminó agotada. Hoy, separada de Hetche -que ahora prefiere la compañía de un hombre- evaluó como muy positivo su coming out. "No imaginé que me convertiría en líder de la comunidad gay (...) No hay paga por este trabajo y es fastidioso. Debo ser gay las veinticuatro horas del día, todos los días. Y es agotador. Amo hacer reír a la gente y es por eso que quiero ser conocida (...) Puede sonar cursi, pero hice algo que era importante y necesario para ser plenamente quien soy y no esconderme más, para liberarme de la vergüenza que me acompañó durante demasiado tiempo". |
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¿Y POR CASA? |
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Asumir
públicamente la homosexualidad no es nada sencillo. Los homosexuales
deben enfrentar sus propios prejuicios acerca de la reacción de
quienes los rodean, y perder el miedo fundado al qué dirán
los demás. Eso fue exactamente lo que consiguió Fernando Frontán, una suerte de caballo de Troya de la comunidad gay uruguaya, conocido públicamente por su participación como panelista del programa televisivo Debate Abierto. Desde que en 1997 escandalizó a la teleaudiencia al asumir su orientación sexual durante una emisión del programa El Reloj, que por entonces conducía Angel María Luna, Frontán dice haber despertado a una "conciencia política", y lucha sin descanso para insertar a los homosexuales en todos los niveles de la vida pública. La valiente confesión le costó lo suyo: debió renunciar a su trabajo en la enseñanza y la empresa que aún lo tiene como empleado prefirió que se hiciera cargo de una actividad alejada del público. Sin embargo, Frontán asegura que el esfuerzo "valió la pena", y aunque aclara que no lo considera "obligatorio", insta a todos los homosexuales a pronunciarse públicamente. "Creo que la energía que esas personas pierden tratando de ocultarlo, la podrían utilizar en cosas más creativas. Sus mecanismos de defensa son tremendos. Cuando lo asumí públicamente, descubrí que aunque sigue habiendo tanta gente homofóbica como siempre, también hay otra que valora positivamente la autenticidad. Y lo que es más maravilloso, es que hay muchachos y muchachas homosexuales que no tienen referentes positivos, y que al verme públicamente se serenan y piensan que su vida puede ser más digna. Si transparentamos las cosas, beneficiamos a todos. Como aprendí desde el área religiosa, la verdad te hace libre". Pero nada es tan sencillo. "En Uruguay no están dadas las condiciones para que un gay pueda vivir abiertamente" -opina un conocido actor- "acá siguen asociando a los homosexuales con el sida, acá no te permiten nada. Por eso venimos a la cola de tantas cosas". El que nunca escondió su condición gay es su colega Petru Valenski, que igualmente aclara: "yo no hago de esto una bandera, no voy ni iré a ninguna manifestación, lo vivo como algo mío. Comprendo a quienes no se animan porque sufren presiones políticas o de algún patrón, pero es como si yo tuviera un ojo muy desviado y lo negara. Toda la gente lo ve, sería una estupidez. Yo no lo puedo ocultar. La vida hay que vivirla con dignidad y eso implica decir: este soy yo". Por su parte, un destacado diseñador local sostiene que "la gente todavía no está preparada para este tipo de confesiones. Yo nunca he tenido problemas por mi condición sexual, pero en realidad, ni el país ni yo estamos preparados. Además, para los que por nuestra tarea somos notorios, es mucho más difícil". La fotógrafa lesbiana Diana Mines, reconocida activista por los derechos de las minorías sexuales, cuenta que "la sensación interna de paz que da hacer pública tu condición de homosexual es innegable. Si supieran lo bien que hace, no dudarían en hacerlo. Además, los efectos del ocultamiento son muy jorobados. Observaciones empíricas me hacen ver que la mitomanía que hay en la comunidad gay y lésbica es enorme. Hay gente que miente cuando no necesita hacerlo, ni ellos saben qué es verdad y qué es mentira, no saben a quién le dijeron qué, y al final se miran al espejo y no saben quiénes son. También están aquellos que lo hicieron público en círculos más inmediatos, y no dudo que conquistaron una parcela de felicidad en su vida privada. Pero no son libres", remata Mines. Para el historiador José Pedro Barrán, autor del libro Amor y transgresión en Montevideo: 1919-1931 (que incluye referencias a las dificultades que experimentaban los homosexuales montevideanos de la época para concretar sus romances) la renuencia de los gays uruguayos a asumir públicamente su condición es una posición "muy respetable". "Supongo que será por la homofobia reinante" -dice Barrán- "decirlo públicamente puede implicar consecuencias muy negativas: desde la posibilidad de perder el empleo, hasta la posibilidad de ser rechazados socialmente". |
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HOMOFOBIA A LA URUGUAYAS |
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los homosexuales
uruguayos no les alcanza con invocar a la diosa Venus Urania, popularmente
conocida como la deidad de esa comunidad. Según ellos, necesitan
un dios aparte para combatir el rechazo y la discriminación de
que son víctimas. A tal conclusión puede arribarse tras consultar el ranking de homofobia elaborado por el grupo Diversidad, que nuclea a activistas uruguayos en pro de los derechos de las minorías sexuales. Publicado en su página web (www.geocities.com/diversidad2000/ranking.htm), el listado está encabezado por el mismísimo presidente de la República, Jorge Batlle. ¿La razón? En una entrevista publicada por el prestigioso diario estadounidense The New York Times, el mandatario uruguayo dijo que Sitges, cuna catalana de la familia Batlle, era mejor en otras épocas: ahora "está lleno de gays alemanes". El periodista, acostumbrado a la libertad sexual imperante en el Norte, no creyó lo que estaba escuchando, y ensayó una segunda pregunta que recibió una respuesta más categórica aún: "prefiero la normalidad" -replicó Batlle- "digo lo que creo y no soy un hipócrita. En pocas palabras, me gustan las mujeres". La reacción gay no se hizo esperar. Airadas cartas firmadas por comunidades de homosexuales de todas partes del mundo llegaron a Montevideo, al tiempo que el Presidente se hacía acreedor al primer puesto en el mencionado ranking de homofobia, en el que también aparecen el conductor radial y televisivo Orlando Petinatti, el "Clan de la Cruz" (sic), Alejandro Rico, director del Instituto Nacional de la Juventud (Inju) y el senador frenteamplista Alberto Cid, entre otros. Rico se ganó un lugar en el ranking tras haber afirmado que el modelo de familia a difundir entre los escolares uruguayos no podía ser otro que el de la pareja heterosexual, aunque debía garantizarse el ejercicio pleno de la libertad de elección sexual. "Me parece que esas organizaciones le han dado un vuelo al tema que no merece", opinó el director del Inju. "Es razonable que en la etapa escolar se le trasmita a los niños que la pareja es heterosexual, conformada por un hombre y una mujer. Los otros modelos de familia no deben ser promovidos por la sociedad. Eso sería la extinción de la raza humana", sentenció. Por su lado, el senador Cid se enteró que integraba la lista de homofóbicos al ser consultado por Paula, y confesó sentirse realmente "molesto". La organización Diversidad había condenado su proyecto de ley sobre reproducción asistida, presentado en 1996, por no contemplar a las lesbianas. "El proyecto excluye la posibilidad de que los homosexuales accedan a las técnicas, pero no supone una visión homofóba. No soy para nada homofóbico. Tengo muy buenos amigos homosexuales y lesbianas que no me generan complicaciones afectivas", dice Cid. |
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"¿Cómo
es posible que esto no se apruebe rápidamente?" -se queja
el legislador- "la sociedad tiene bolsones muy conservadores.
A los uruguayos nos gusta decir que somos bárbaros, tolerantes
y divinos, pero francamente, tengo la impresión de que en los
temas étnicos y en aquellos vinculados a la orientación
e identidad sexual, hay una veta autoritaria muy inquietante. Nos
ha ganado el localismo.
Por ende, nos gana la perspectiva parroquial y terminamos hablando de nuestras miserias cotidianas y no nos damos cuenta que la construcción de la convivencia pasa también por un Estado democrático que no formule juicios de orden moral sobre cómo las personas desarrollan sus vidas". La sexóloga y sicóloga Gabriela Michoelsson coincide con Abdala en tildar a los uruguayos de pacatos que marcan a fuego con su estigma al homosexual, y también reclamó "abrir la cabeza". Para ello, la función de los medios de comunicación es fundamental. "Las reglas están cambiando porque los medios están creando un nuevo ámbito cultural. Todos sabían lo de Rock Hudson, era la charla obligada de Hollywood. Pero nadie escribía acerca de ello. Esa es la diferencia", opinó Maer Roshan, editora gay de la revista New York en una entrevista concedida a The Advocate. Pero la batalla tampoco es fácil en la prensa. Cuando la revista OutWeek de Estados Unidos publicó un reportaje sobre la vida homosexual secreta de Malcolm Forbes se armó un verdadero escándalo. Forbes, que había muerto en 1990, era un millonario reconocido internacionalmente por porte empresarial y su condición de director de la famosa revista que hasta hoy lleva su nombre. Ante los embates contra el indiscreto artículo, Gabriel Rotello, editor de OutWeek, contestó: "editores de diarios, productores de televisión, y hasta el público parecen coincidir con la Suprema Corte en que, sin importar cuán humillante sea, si una historia sobre una figura pública es verdadera, y el público está interesado en ella, se publica. Después de todo, si puedes escribir sobre relaciones extramaritales, abortos, el problema de drogas de alguna Primera Dama, o la violencia doméstica reinante en la casa de una estrella de la música, ¿por qué no puedes escribir sobre la orientación sexual de Malcolm Forbes?" |
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EL FACTOR GENETICO Numerosos científicos han dedicado años a descifrar las posibles causas de la homosexualidad. Algunos con la intención de "curarla", como los célebres sexólogos estadounidenses Masters y Johnson que, si bien reconocieron que no era una enfermedad, aseguraban ser capaces de hacerla desaparecer en pocas semanas. De más está decirlo, sus intentos fracasaron estrepitosamente. En 1994, el doctor Simon LeVay se apasionó con un grupo de células denominado INAH3, ubicadas cerca de la parte anterior del hipotálamo, en el cerebro. El tamaño de las INAH3 masculinas duplica al de las femeninas. Luego de internarse en 19 cerebros de hombres gays y 16 de heterosexuales, descubrió que ese grupo celular era entre dos y tres veces más grande en los heterosexuales que en los homosexuales, independientemente de la causa de su muerte. Así quedó formulado uno de los primeros antecedentes para establecer la diferenciación biológica de los hombres que se enamoran de otros hombres. El doctor Dean H. Hamer descubrió que una pequeña zona situada en el extremo del cromosoma X, conocida como Xq28, contiene un gen que podría influir en la orientación sexual masculina. |
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