EL SHOW DEL BISTURI
Por Fabiana Scherer
“Mi vida era miserable, me hundía en mi baja autoestima, hasta que escribí acerca de mi caso y ustedes me seleccionaron. No pensé que los resultados fueran tan fabulosos”. La frase se repite, palabras más, palabras menos, entre los participantes de Extreme Makeover (Sony), el reality show que tiene a la cirugía estética como un entretenimiento más. La tendencia a la naturalización de este tipo de cirugías se extendió en otros programas, como Dr. 90210, que recientemente estrenó E! Entertainment Television. |
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El doctor Robert Rey es la estrella de este reality que rinde culto a la belleza y la perfección. El programa sigue de cerca al especialista en plena acción, transformando rostros y cuerpos, incluidos el de su esposa y su propia nariz. Llevándolo al extremo, MTV presentó en el país del Norte I want a famous face. Sin fecha de estreno en América Latina, el programa se mete nuevamente en el quirófano, pero esta vez con la intención de que los pacientes salgan con la cara de sus ídolos. Los rostros más pedidos son los de Britney Spears y Jennifer López.
Adaptado a estos tiempos, el clásico cuento del El Patito Feo, de Andersen, se transformó en The Swan, el reality que Fox estrenó en Estados Unidos. Allí, supuestas “patitas feas” son atendidas por diversos cirujanos, estilistas y personal trainers durante tres meses, para luego presentarse ante un jurado que elegirá al mejor cisne en un concurso de belleza.
En otra línea Nip/Tuck ofrece una mirada despiadada hacia el superficial mundo de la cirugía estética, en una serie de ficción (que se parece demasiado a la realidad) que fue calificada por Usa Today como “repugnante, absorbente y completamente audaz”.
“Convertirse en bello duele”, advierten en Extreme Makeover. Ya sin hadas madrinas ni varitas mágicas de por medio, los ciclos de tevé venden una supuesta felicidad, esa que dice que sólo con una cara bonita uno puede alcanzar.
Opiniones Uruguayas
Por Silvana Silveira
Para el cirujano plástico uruguayo Hugo Mercatini existen parámetros de belleza universales y atemporales que se modifican a impulsos de modas, tendencias e influencias culturales. “Las proporciones de la figura de la Divina Proporción de Da Vinci siempre van a ser bellas. Un David también siempre será bello”, dice a modo de ejemplo. A su entender, los patrones de belleza corporales contemporáneos de la sociedad uruguaya se mantienen intactos. Pero puede que la mirada ya no encuentre el atractivo donde antes, que se haya modificado la concepción del atractivo en pro de una belleza menos estandarizada, más llamativa. Con perdón de beldades como Claudia Schiffer o Valeria Mazza –rubias de ojos celestes, nariz pequeña y boca perfecta que representan el prototipo de belleza hegemónico– Mercatini opina que “ya no llaman mucho la atención”, y agrega que “hoy se prefieren bellezas con más personalidad”.
Al parecer, no todo es cuestión de proporciones. “Un buen cirujano no pretende que una nariz sea perfecta, sino que sea armónica con el resto de la cara, que tenga un toque de naturalidad y otorgue originalidad al rostro. Carolina Pelleretti me parece una cara linda sin ser perfecta. Con la belleza pasa como con la pintura. Un trazo puede no ser perfecto, pero tiene que sugerir algo. La belleza no es lo material que se ve en una cara sino lo que ésta sugiere. La persona tiene que transmitir algo. Yo reconozco que Valeria Mazza tiene una cara perfecta, pero personalmente no me transmite nada. A la Pelleretti yo le encuentro un rasgo original”.
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Para su colega Alvaro Ventós, las pautas que regulan los deseos en estas latitudes no se rigen por las tendencias dictadas a nivel mundial, sino por las modas que cruzan desde Buenos Aires. “El ideal de belleza del Río de la Plata está más influenciado por las modelos argentinas que por las europeas o las tendencias mundiales”, opina Ventós, que no desestima el papel de los medios a la hora de fijar cánones estéticos. A su juicio, no se puede hablar de una belleza ideal, pero el culto al cuerpo, o tener un físico atlético con músculos marcados, es un paradigma de hermosura cada vez más arraigado en determinada franja social. “Ser delgada, tener un cuerpo proporcionado, es un patrón que durará muchos años, pero la belleza está en un conjunto de rasgos armónicos, en la simpatía, en la personalidad”, sentencia el cirujano uruguayo.
¿Y a qué habría que atribuir este viraje de la mirada occidental hacia los rasgos multirraciales? “Pueden ser meras razones comerciales. Una modelo no vende sólo en Estados Unidos u Occidente. Un producto se vende en todo el mundo, entonces tienen que buscar una cara que sea más global, que su belleza sea efectiva en Estados Unidos, Europa o Asia”, reflexiona Mercatini. |
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