Los Grandes Hoteles del Mundo

Cualquiera diría que a Río de Janeiro no le faltaba nada para ser maravillosa. Sin embargo, una nueva perla se suma ahora al largo collar de encantos cariocas: el Sheraton Barra Hotel & Suites, llegado para derrochar confort con vista al mar.

 


Ya era hora. La animada Barra da Tijuca, ese floreciente jardín urbano en el que Río de Janeiro parece mirarse en el espejo de Miami tiene, por fin, un hotel cinco estrellas. Hermano menor del ya consagrado Sheraton Río Hotel & Towers de la avenida Niemeyer, el flamante coloso de Barra está llamado a cambiarle la cara al barrio.

Emplazado estratégicamente frente al mar, en el corazón de la avenida Lúcio Costa (ex Sernambetiba), el edificio está compuesto por dos torres firmadas por el arquitecto Marcos Sá, que se empeñó en conseguir que todas y cada una de las habitaciones mantuvieran privacidad sin renunciar a las vistas oceánicas y privilegió la luz natural mediante la construcción de un aplaudido atrio central cubierto por una deslumbrante claraboya.

Cada color y cada curva del edificio, constituyen un intelectualizado homenaje a la arquitectura modernista carioca y entablan un armonioso diálogo con el paisaje local.

Por su lado, la decoración a cargo de la experta Janete Costa sorteó la dificultad de mantener las referencias al lenguaje estético brasilero sin romper relaciones con los códigos impuestos a nivel internacional por la globalización. El diseño, de corte contemporáneo, fue enriquecido por piezas y detalles de arte popular. La artista plástica Hebe Moura dirigió un equipo de casi 50 personas que ejecutaron 1.400 cuadros: cortaron papeles especiales y prepararon tintas, desarrollaron colores a partir de pigmentos minerales y vegetales, hojas de oro y plata, y se valieron de técnicas como el estampado, la impresión y el grabado.

No menos cuidado fue el concepto paisajístico que privilegió jardines tropicales de especies nativas de la costa atlántica como bromélias, orquídeas, clúseas y palmeras Jerivá. El proyecto fue obra del paulista Sergio Santana, que se llevó todos los elogios tras la incorporación de 16 palmeras imperiales, de unos 15 metros de alto cada una, llegadas especialmente desde la vecina Cabo Frío.

En semejante marco, el hotel se las ingenia para atender con el mismo esmero a los turistas de negocios y de placer. Hay 292 habitaciones, de unos 46 metros cuadrados de promedio (16 más que el común del mercado carioca, según datos provistos por la cadena Sheraton), todas con balcón y vista a la playa de Barra da Tijuca.

Un modernísmo Fitness Center con paredes vidriadas, un centro de convenciones con cinco salones de uso flexible, canchas de squash, piscinas de ensueño, dos hidromasajes al aire libre, sauna seca y a vapor, acceso a internet por banda ancha y las célebres Sheraton Sweet Sleeper Beds (camas ultra confortables que representan un nuevo concepto en el arte de dormir y que desembarcan por primera vez en América Latina) completan los requiebros del hotel.

Los 70.000 metros cuadrados también dejan lugar a una segunda torre, destinada a 324 apartamentos que conjugan la privacidad de un residencial de lujo con los servicios de un hotel cinco estrellas.

Naturalmente, también hay espacio para delicias gastronómicas varias, servidas en el restaurant Terral o en el Bar de las Palmeras.

¿A quién no se le hace agua la boca?




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