No hay nada nuevo bajo el sol, mal que le pese a la prensa amarilla de Londres. Ya a principios del siglo pasado, la corona británica intentó por todos los medios acallar la bisexualidad de Jorge de Kent, tío de la actual reina Isabel. Su amor por el dramaturgo Noel Coward nació en 1923 y duró 19 años, hasta la abrupta muerte del duque en 1942. Una serie de cartas explícitas en posesión de Coward, que luego desaparecieron, dieron cuenta de esta intensa relación que no se apagó pese al matrimonio que se convino con la princesa Marina de Grecia y la llegada de tres hijos, el actual duque de Kent, la princesa Alejandra y el príncipe Michael.
Sin embargo, es a partir de los recientes años ‘90 cuando la bisexualidad se hace más visible, incluso en Uruguay, comenta Spinelli.
A mayor visibilidad, nuevos actores –no sólo modelos negativos– para identificarse y mayor tolerancia, especialmente entre los jóvenes. Pero la mayor visibilidad no tiene efectos sobre la realidad –es decir: no aumenta la proporción de bisexuales– ni permite relacionar algunos códigos actuales de la adolescencia –como darse pequeños besos en la boca entre chicas y entre chicos– con la bisexualidad definida.
Lo cierto es que con el quiebre de la sexualidad exclusivista (hétero-homo) y con la flexibilización de los estereotipos de género (masculino-femenino), la gran ganadora parece ser la ambigüedad.
Del dicho al hecho
La cultura se va nutriendo de íconos de la bisexualidad de la mano de lo ambiguo, que tiene también mucho de antojadizo y lúdico. Pero en los hechos, confesarse bisexual en el Uruguay 2004 no es un juego.
M. C. es un varón montevideano de 40 años, sin hijos, que se autodefine bisexual desde su adolescencia. Sin embargo, esconde su orientación desde entonces por temor a ser rechazado. Está absolutamente convencido que perdería su empleo –en un instituto educativo– si diera a luz su verdad.
“Soy bisexual. Mi vida sexual y afectiva puede darse tanto con mujeres como con hombres. Me di cuenta en mi infancia, pero lo pude aceptar en mi adolescencia. Para saber qué me sucedía primero busqué libros sobre el tema. Los primeros que leí eran sobre homosexualidad, pero no sentí que fuera eso, hasta que descubrí que existía la bisexualidad y eso me permitió de cierta manera encontrarme. Luego lo hablé con amigos y amigas, y me sorprendió encontrar a otros que sentían como yo. Finalmente, bastante después, lo hablé con mi familia. Estoy en pareja, y lo he estado anteriormente. Cuando me vinculo amorosamente con alguien soy fiel. El ser bisexual no me impide ser monógamo. Mi actual pareja es varón. En el pasado tuve tres parejas estables de varios años: otro hombre y dos mujeres. Si me vinculo con una mujer la vida es más fácil, ya que si bien soy bisexual, estoy en un vínculo considerado por la sociedad como heterosexual, lo que obviamente es más aceptado y puedo expresarlo abiertamente en todos los ámbitos de mi vida. Si estoy con un hombre, como esta sociedad es profundamente homofóbica aunque le gusta mostrarse como abierta y tolerante, en algunos espacios debo cuidarme, especialmente el laboral. Digamos que si bien soy bisexual la sociedad definiría mis vínculos según mi pareja del momento.
Creo que la bisexualidad genera temor, a muchas personas les cuesta entenderlo. Pareciera existir una necesidad de encasillarlo todo, de controlarlo todo, hasta la sexualidad y el amor. La heterosexualidad es aceptada, la homosexualidad es rechazada y la bisexualidad está ahí, sin que se pueda controlar mucho. Pasás a ser considerado un homosexual no definido totalmente. Considero que la vida sexual humana está en un porcentaje pequeño relacionada con la procreación, tiene más que ver con la comunicación, el afecto, el placer, y cuando tengo sexo no importa cuál es el sexo del otro, eso se resuelve en la cama. Lo que importa es el vínculo que tenga con el otro, no si es mujer u hombre. En mi caso es exactamente lo mismo aunque no todos los bisexuales son iguales: a algunos les gusta más estar con personas de su propio sexo y a otros, con personas del sexo diferente. Bueno, en realidad la sexualidad de todas las personas es diferente. A mí me gusta ser bisexual. Si la orientación sexual fuera una opción, como creen algunos, elegiría ser bisexual. Me ha permitido disfrutar más de mi erotismo y conocer más mi erogeneidad. La bisexualidad es más común de lo que se cree, sólo que muchas veces se vive en silencio. Pero también hay espacios de visibilidad y apertura, generalmente relacionados con el teatro o la música, que dan importancia a la experimentación y a la creación. Pero no existen lugares de encuentro específicos de bisexuales, ni códigos. No existe una comunidad bisexual, existe gente bisexual. Tampoco la bisexualidad tiene que ver con el consumo de alcohol y drogas. Ni creo que ser bisexual te lleve a ser más promiscuo, eso tiene que ver más con los tipos de personalidad que con la condición sexual del individuo”.
La sociedad tardó décadas en reconocer y abrir lugar a lo que se conocía como “la otra” opción, la homosexualidad. Y cuando de hecho muchos aún no han dado ese paso y quizá nunca toleren la idea, asoma esta tercera orientación que hasta hace pocos años se remitía a su estado latente. Por si fuera poco, parece molestar tanto a hetero como a homosexuales. ¿Quién tira la primera piedra?
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