Duelos mortales

–Esto de que los hombres que le corresponderían a una mujer de su edad anden con chicas más jóvenes, ¿qué le parece?

–Creo que el hombre que me correspondería a mí andaría conmigo y no con una pendeja, y yo tampoco andaría con un tipo menor. No podría.

–¿Por qué?

–Porque encuentro que a estas alturas de la vida una tipa como yo tiene que caminar con alguien que le haga biográficamente peso. Es una cuestión de ondas, de historias, de ritmo.

–Y sus parejas, ¿han sido de qué rubros?

–Bien variado: arquitecto, actor, periodista, siquiatra...

–¿Siquiatra?, ¿su siquiatra?

–Sí.

–Ese numerito sí que es de antología.

–De antología, sí. Era mi siquiatra y se sabe que el proceso de transferencia pasa por sentimientos que hay que manejar. Pero en este caso nos enamoramos y ahí no hay nada que hacer.

–¿Cómo le fue?

–Tuvimos una etapa muy buena, rescatable en un montón de aspectos, pero la escena final de la película no fue tan bonita como la de Casablanca. Yo llegué a la terapia en un momento muy difícil, muy complicado: después de la muerte de mi mamá. Mi mamá se suicidó.

–¡Qué grave!, ¿cuándo fue eso?

–Hace ya diez años. En febrero cumpliría 71 años.

–En verdad debe ser devastador.

–Fue un golpe tremendo, incomprensible. Te salen miedos, una rabia infinita que no sabía que existía en mí porque es tu mamá, tu ángel protector, tu cordón con la vida.

–Lo sintió como una traición.

–Claro, porque si ella decide que no quiere estar más aquí significa muchas cosas. Es muy difícil aceptar que tu mamá decida morirse. También te da un miedo terrible de ti misma, porque dices: ¿y yo voy a poder frente al próximo problema grave que tenga? Después supe que no es la primera vez que hay un suicidio en mi familia y que no son conductas hereditarias, aunque sí pueden ser imitativas.

–¿Cree que podría llegar a hacerlo?

–El imitar es una opción, y yo nunca la voy a tomar, eso siempre lo he tenido claro. No está en mí y nunca jamás haría pasar a Vicenta por un dolor así. Hasta el día de hoy me da rabia y, recién el otro día, iba en auto y vi a una señora cruzando la calle en un pésimo lugar. Me acordé instantáneamente de mi madre, porque la señora iba con un traje dos piezas y un pañuelo igual a los que usaba ella…Yo la adoraba.

–¿Pudo entenderla?

–Me costó muchísimo, pero lo sigo encontrando una tragedia. Era una mujer inteligentísima, demasiado sensible y se cansó no más. Se cansó.

 

Locas pasiones

–¿Qué tipo de hombres son los que la han conquistado?

–Hombres inteligentes con mucho sentido del humor y que, en general, han tenido un muy buen corazón. Sí, me fascinan los hombres brillantes, un poco desfachatados que te hacen reír a carcajadas. Lo malo es que suelen ser muy egocéntricos y, a estas alturas, ya no tengo paciencia si hay que comprarles el ego: tiene un costo demasiado alto y uno no puede hipotecarse de esa manera.

–¿Preferiría uno más tranquilo y estable?

–Supongo que habrá especímenes intermedios, porque me aburre el tipo pausado, el tonto grave, el previsible: salgo corriendo, me mata, lo encuentro una lata. Me gustan los hombres con los que uno no sabe muy bien lo que va a pasar; que te dejan así, un poquito en vilo.

–Usted, que se ha sicoanalizado, ¿se ha diagnosticado un poquito histérica?

–Más que histérica le diría que tengo una parte neurótica constante, que yo encuentro que he ido canalizando cada vez mejor.

–¿Si no está enamorada se siente incompleta y fallada?

–Me siento triste.

–¿Pierde la ilusión y, con eso, la conexión con su ser mujer?

–No. Puedo estar alicaída en ese sentido, pero nunca pierdo esa conexión con mi parte femenina. Desde chica. Y en la única parte que me siento identificada con los cuentos de princesas es cuando están en el balcón con el corazón en la boca mientras se acerca a todo galope un hombre embozado y de capa al viento. Entonces tú saltas al caballo. Me gusta esa sensación de caer al vacío: fall in love.

–¿Siente que le han querido más a usted o que usted ha querido más?

–Siento que me han amado mucho pero que yo he querido más de lo que me han querido. Mire, lo que pasa es que uno tiene una parte encantadora, autosuficiente, asertiva, vital y otra que es frágil, insegura, latera, hincha pelotas, y en eso no me he sentido amada integralmente.

–Pero no ha tirado la esponja

–No, espero que el amor me llegue, o que si anda por ahí, se manifieste. Quiero un compañero de vida. No quiero más locas pasiones.


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