tomando
cuanto vino o champagne se pueda y probando las delicias del catering
de a bordo, siempre y cuando las haya. No sospechan que cada uno de
estos factores cooperan para desarrollar una trombosis y que, sumados,
se potencian enormemente.
Si a la trombosis la desencadena la inmovilidad, el pasajero debe ingeniarse
para estar en movimiento. A riesgo de remedar un desfile de modas, la
profilaxis indica que hay que levantarse del asiento al menos una vez
cada media hora, caminar aunque sea unos pasos y ponerse en cuclillas.
Además de caminar –asunto que naturalmente puede complicarse
a causa de carritos de bebidas, avisos luminosos, turbulencias y demás–
hay otras medidas profilácticas igualmente efectivas que requieren
menos despliegue.
A juicio de Martínez, una sugerencia primordial es el uso de
medias de descanso: “el tejido elástico comprime las venas
exteriores de las piernas obligando a las interiores, donde se suele
formar la trombosis, a estar más activas”.
Entre los ejercicios de movilidad destaca el tensar las pantorrillas,
respirar profundamente y mover rítmicamente la caja torácica
y los brazos. Además hay que estar atento a cambiar seguido de
posición, evitando posturas forzadas y cruzar las piernas.
También será conveniente evitar la ropa ajustada, no colocar
equipaje en el espacio destinado a las piernas, aflojar los cordones
de los zapatos y el cinturón, comer moderadamente y preparaciones
livianas, beber abundante líquido excepto alcohol y bebidas con
cafeína, y eludir los fármacos. Aunque hay versiones contradictorias,
en general se desaconseja la ingestión de aspirina como anticoagulante
preventivo. “Su acción anticoagulante no es específica
para una trombosis” –advierte Lem Martínez–
“porque está elaborada para actuar sobre las arterias y
no sobre las venas, lo que la hace poco eficaz”.
Una vez producida, ya sea en casos de mayor o menor gravedad, la trombosis
se trata siempre con anticoagulantes y, salvo casos extremos, se deja
al organismo generar sus propios mecanismos para licuar el coágulo.
Afortunadamente, la medicina uruguaya está “más
que preparada” para actuar en casos de trombosis severas de diversas
causas, apunta Martínez, ya que “es una de las causas más
frecuentes de ingreso o complicación en un sanatorio. Estamos
acostumbrados”. A
tribunales
Emma Christofferson, una joven galesa de 28 años, falleció
por esta causa en Octubre de 2002 en el aeropuerto de Heathrow, instantes
después de completar un vuelo de 20 horas procedente de Australia.
La autopsia dictaminó una muerte por trombo embolismo pulmonar
provocado por permanecer un largo tiempo inmovilizada en el asiento
del avión. El episodio desató alarma y polémica,
y fue la primera vez que un caso de esta naturaleza derivó en
un juicio ante los tribunales. Familiares de la víctima, junto
a otros 50 damnificados por esta afección, reclamaron millones
de euros a varias compañías aéreas ante el Alto
Tribunal de Londres. Alegaban la estrechez de los asientos y los largos
lapsos en los que debieron permanecer sentados, sumado a que las aerolíneas
no advierten a los pasajeros de los riesgos, pese a que se conocen desde
hace años.
Sin embargo, el marco legal vigente es de 1929 y establece que las aerolíneas
son responsables de los daños sólo si un accidente ocurre
mientras el pasajero está a bordo. Los responsables de los aviones
sostienen que la trombosis profunda venosa no es un accidente, que afecta
a gente con factores de riesgo, y que no es una enfermedad “propia”
ni “inherente” a los vuelos. Finalmente, la Justicia británica
fijó jurisprudencia al dictaminar que los pasajeros que desarrollan
un coágulo de sangre no pueden demandar a las aerolíneas.
La decisión fue tan sólo un respiro para las compañías,
porque casi simultáneamente una corte australiana falló
en contra de British Airways y Quantas, estableciendo que una trombosis
venosa profunda sí puede calificarse como un accidente.
Hoy las aguas están divididas y las aerolíneas en ascuas.
Lo concreto es que en los últimos tiempos la mayoría de
ellas incorporó material informativo para los pasajeros, ya sea
mediante los videos que proyectan a bordo como en sus revistas y páginas
web. Allí insisten en que la trombosis venosa profunda no se
trata de una afección exclusiva de los aviones sino que es propia
de cualquier situación de inmovilidad y adjuntan múltiples
medidas de prevención.
Lufthansa fue una de las primeras compañías en proyectar
videos aconsejando ejercicios de movilidad, “hace por lo menos
diez años”, estima Hildegard Jahn, representante de la
compañía en Uruguay. Sin embargo, fue más recientemente
que la empresa alemana optó por hacer una mención explícita
a la trombosis y sus posibles consecuencias. El video se proyecta especialmente
de mañana, después que el pasajero estuvo algunas horas
inmóvil. Además, los tripulantes recuerdan a los viajeros
la importancia de realizar ciertos ejercicios. Asimismo, en Alemania
la empresa ofrece a los interesados cursos de información y entrenamiento
previos al vuelo.
“Pluna adhiere a la salud”, sintetiza por su lado la licenciada
Gabriela Avedisian, de la asesoría de marketing de Pluna-Varig.
Es por eso que distribuyen en la revista de a bordo un gráfico
explicativo de los ejercicios que recomiendan realizar, acompañados
de la leyenda “Si usted sigue estos consejos logrará reducir
los riesgos asociados a la inmovilidad y a la sensación de fatiga,
problemas tan comunes en viajes largos y cortos”.
El apartado Personal Health de American Airlines en internet describe
la trombosis venosa profunda y los riesgos de la inmovilidad, aunque
puntualiza que la aerolínea “no está al tanto de
algún estudio epidemiológico que establezca una relación
causal entre el viaje aéreo y la DVT”. Igualmente, aconseja
medidas preventivas, entre ellas estirar las piernas cuando se va al
baño, recordando al mismo tiempo
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