Cambio de conducta
La buena noticia es que, advirtiendo la presencia de factores de riesgo y poniendo en práctica una serie de consejos bastantes simples, las posibilidades de contraer una trombosis venosa profunda bajan sensiblemente.

Es importante desterrar ciertos hábitos que ha impuesto la “cultura” de los viajes en avión. Como se sabe, quien más, quien menos, sueña que el viaje en avión sea una siesta lo más larga posible, incluso inducida con somníferos u otras pastillas. Si el sueño no se concilia fácilmente, vendrá bien abundante material de lectura, y se hacen votos para que proyecten películas de cine entretenidas para matar el tiempo. Otros asocian el vuelo con la idea de desquitar, al menos, una parte del costo del boleto
 

tomando cuanto vino o champagne se pueda y probando las delicias del catering de a bordo, siempre y cuando las haya. No sospechan que cada uno de estos factores cooperan para desarrollar una trombosis y que, sumados, se potencian enormemente.

Si a la trombosis la desencadena la inmovilidad, el pasajero debe ingeniarse para estar en movimiento. A riesgo de remedar un desfile de modas, la profilaxis indica que hay que levantarse del asiento al menos una vez cada media hora, caminar aunque sea unos pasos y ponerse en cuclillas. Además de caminar –asunto que naturalmente puede complicarse a causa de carritos de bebidas, avisos luminosos, turbulencias y demás– hay otras medidas profilácticas igualmente efectivas que requieren menos despliegue.

A juicio de Martínez, una sugerencia primordial es el uso de medias de descanso: “el tejido elástico comprime las venas exteriores de las piernas obligando a las interiores, donde se suele formar la trombosis, a estar más activas”.

Entre los ejercicios de movilidad destaca el tensar las pantorrillas, respirar profundamente y mover rítmicamente la caja torácica y los brazos. Además hay que estar atento a cambiar seguido de posición, evitando posturas forzadas y cruzar las piernas.

También será conveniente evitar la ropa ajustada, no colocar equipaje en el espacio destinado a las piernas, aflojar los cordones de los zapatos y el cinturón, comer moderadamente y preparaciones livianas, beber abundante líquido excepto alcohol y bebidas con cafeína, y eludir los fármacos. Aunque hay versiones contradictorias, en general se desaconseja la ingestión de aspirina como anticoagulante preventivo. “Su acción anticoagulante no es específica para una trombosis” –advierte Lem Martínez– “porque está elaborada para actuar sobre las arterias y no sobre las venas, lo que la hace poco eficaz”.

Una vez producida, ya sea en casos de mayor o menor gravedad, la trombosis se trata siempre con anticoagulantes y, salvo casos extremos, se deja al organismo generar sus propios mecanismos para licuar el coágulo. Afortunadamente, la medicina uruguaya está “más que preparada” para actuar en casos de trombosis severas de diversas causas, apunta Martínez, ya que “es una de las causas más frecuentes de ingreso o complicación en un sanatorio. Estamos acostumbrados”.

A tribunales
Emma Christofferson, una joven galesa de 28 años, falleció por esta causa en Octubre de 2002 en el aeropuerto de Heathrow, instantes después de completar un vuelo de 20 horas procedente de Australia. La autopsia dictaminó una muerte por trombo embolismo pulmonar provocado por permanecer un largo tiempo inmovilizada en el asiento del avión. El episodio desató alarma y polémica, y fue la primera vez que un caso de esta naturaleza derivó en un juicio ante los tribunales. Familiares de la víctima, junto a otros 50 damnificados por esta afección, reclamaron millones de euros a varias compañías aéreas ante el Alto Tribunal de Londres. Alegaban la estrechez de los asientos y los largos lapsos en los que debieron permanecer sentados, sumado a que las aerolíneas no advierten a los pasajeros de los riesgos, pese a que se conocen desde hace años.

Sin embargo, el marco legal vigente es de 1929 y establece que las aerolíneas son responsables de los daños sólo si un accidente ocurre mientras el pasajero está a bordo. Los responsables de los aviones sostienen que la trombosis profunda venosa no es un accidente, que afecta a gente con factores de riesgo, y que no es una enfermedad “propia” ni “inherente” a los vuelos. Finalmente, la Justicia británica fijó jurisprudencia al dictaminar que los pasajeros que desarrollan un coágulo de sangre no pueden demandar a las aerolíneas. La decisión fue tan sólo un respiro para las compañías, porque casi simultáneamente una corte australiana falló en contra de British Airways y Quantas, estableciendo que una trombosis venosa profunda sí puede calificarse como un accidente.

Hoy las aguas están divididas y las aerolíneas en ascuas. Lo concreto es que en los últimos tiempos la mayoría de ellas incorporó material informativo para los pasajeros, ya sea mediante los videos que proyectan a bordo como en sus revistas y páginas web. Allí insisten en que la trombosis venosa profunda no se trata de una afección exclusiva de los aviones sino que es propia de cualquier situación de inmovilidad y adjuntan múltiples medidas de prevención.

Lufthansa fue una de las primeras compañías en proyectar videos aconsejando ejercicios de movilidad, “hace por lo menos diez años”, estima Hildegard Jahn, representante de la compañía en Uruguay. Sin embargo, fue más recientemente que la empresa alemana optó por hacer una mención explícita a la trombosis y sus posibles consecuencias. El video se proyecta especialmente de mañana, después que el pasajero estuvo algunas horas inmóvil. Además, los tripulantes recuerdan a los viajeros la importancia de realizar ciertos ejercicios. Asimismo, en Alemania la empresa ofrece a los interesados cursos de información y entrenamiento previos al vuelo.

“Pluna adhiere a la salud”, sintetiza por su lado la licenciada Gabriela Avedisian, de la asesoría de marketing de Pluna-Varig. Es por eso que distribuyen en la revista de a bordo un gráfico explicativo de los ejercicios que recomiendan realizar, acompañados de la leyenda “Si usted sigue estos consejos logrará reducir los riesgos asociados a la inmovilidad y a la sensación de fatiga, problemas tan comunes en viajes largos y cortos”.

El apartado Personal Health de American Airlines en internet describe la trombosis venosa profunda y los riesgos de la inmovilidad, aunque puntualiza que la aerolínea “no está al tanto de algún estudio epidemiológico que establezca una relación causal entre el viaje aéreo y la DVT”. Igualmente, aconseja medidas preventivas, entre ellas estirar las piernas cuando se va al baño, recordando al mismo tiempo


que “los pasajeros deben permanecer en sus asientos con los cinturones ajustados todo lo que sea posible por la eventualidad de una turbulencia”.

Varig brinda una explicación científica muy detallada de la afección, así como medidas para ayudar a prevenirla, pero recalca que “términos como Síndrome de Avión o Síndrome de la Clase Turista son por lo menos engañosos y no deberían continuarse empleando”.

Por su parte, la estadounidense United Airlines ofrece en su página web gráficos explicativos con los diversos ejercicios, y promete “mejoras ergonómicas en surs asientos”.



Copyright © Revista Paula diario El Pais. Todos los derechos reservados

Optimizado para una resolución de monitor de 800X600
<%certificaPath="/suplementos/paula/"%>