En un mes de resonancias múltiples como éste, hace 11 años, firmé la primera página de la Revista de El País, que nacía bajo el nombre de Paula en concordancia con la chilena del mismo nombre. La editorial Lord Cochrane del país andino, propietario de la marca, buscaba así expandir por América Latina el nombre que más tarde conocerían otros países: Paula-México y Paula-Paraguay, actualmente fenecidas, se sumarían a aquella naciente Paula-Uruguay y por supuesto a la madre Paula-Chile.
    ¿Una revista con lenguaje propio y fuera de la colonización que Argentina venía desde siempre sometiendo al rubro en el Río de la Plata?
    Contra variados vientos y mareas, pero lógicamente con el apoyo del director de El País de aquellos tiempos, me impuse la conviccion de sacar adelante un producto gráfico satinado exacerbadamente cuidado en zonas de primera relevancia como el respeto al lector y la veracidad de información tanto periodística como publicitaria, que también se mantuviera ajeno a la permanente queja de la realidad uruguaya y, a cambio, en cada número significara el aporte de un grano de arena que frenara la plena degradación de valores del ámbito local en rubros como la estética (en todas sus acepciones, claro) o la buena onda de visualizar el mundo circundante con colores vivos, ausentes la melancolía y la tristeza tan caros a la ideosincrásia charrúa.
    El arribo mensual -y puntual- de Paula a los hogares uruguayos, su creciente aceptación con el paso del tiempo, justificó precisamente los esfuerzos acometidos y hasta evidenció que no habían sido errados los objetivos. Palabras como fashion o glamour, que posiblemente todavía hieren los oídos de algunos, permitieron a Paula nadar como pez en el agua ya en los años siguientes al '95, como quien dice con apenas tres años de vida. Pero más allá de fomentar profesiones aparentemente insustentables como el Modelaje o la Moda, la Belleza o la Decoración entre otros, más allá de sumar notas y reportajes insospechados en su temática hasta el momento en suelo charrúa, el tiempo consolidó un mercado publicitario inexistente hasta entonces en prácticamente todos los medios gráficos locales. Perfumes y cosmétiaca en general al apoyar comercialmente el proyecto han demostrado, con creces, que en Uruguay existe un mercado consumidor de marcas selectivas y, más que obvio, un público lector capaz de adherir al trabajo editorial con real fidelidad, mes a mes, año tras año, cuando el mismo se constata amasado con amor, sobre el visible afán de lo auténtico y la irrenunciable superación, en suma, la honestidad y el respeto en cada una de las distintas áreas que conforman una revista.
    Suficiente, pues, para decir ahora "tarea cumplida", cerrar el ciclo de estos once años, y sentirme capaz de abrir alas hacia nuevos vuelos. Lo que es decir, estoy aquí renunciando a la dirección de Paula y, ni qué dudarlo, agradeciendo de corazón todo lo que ella me ha aportado a mi crecimiento personal y profesional, los valles de risas y lágrimas que he debido cruzar desde aquel lejano '92, siempre agradeciendo desde el fondo de mi alma a Dios por el don del periodismo, a mi hermano Luís por la serenidad que día a día me envía desde el Más allá, y por supuesto a la adhesión de lectores y avisadores, sin duda amigos a esta altura de mi vida.
    Y basta de cháchara: a recorrer ya las páginas del último número del año 2003 que no será el final de esta Paula que hace 11 años ¡¡¡sale los viernes y se agota!!!
    Feliz y mejor 2004 a todos. Como siempre.




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