"Los británicos tienen muchas facetas. Me divierten porque a veces son un poco excéntricos. Hablemos de la moda, por ejemplo. En mis dibujos Daffy siempre trae la misma ropa y creo que ésa es mi interpretación de que en Inglaterra la ropa tiene que ser cómoda. Incluso si se trata de una persona de la aristocracia, si ella encuentra algo cómodo que ponerse, adonde vaya se puede vestir igual. Yo también soy un poco así. Los ingleses nos atrevemos a ser como nos gusta y no nos importa qué opinan de nosotros; es parte de nuestra idiosincrasia. La alta moda no nos enloquece. En principio nos agrada la idea de ser elegantísimos, pero en la práctica, el gusto no nos dura más de media hora." En otra historia, cuando Daffy quiere aprender a utilizar la computadora, se le hace muy lógico usar el mouse como si fuera un pedal porque ella sólo sabía operar su máquina de coser. Ése es el tipo de retratos que a Tempest le gusta realizar: "soy una observadora de la naturaleza humana. Me gusta reírme con la gente, no burlarme de ella; eso resulta mucho más fácil. Siento que mis observaciones no son agresivas, sino que se asemejan más a un comentario social". No necesariamente digo cosas nuevas, -observa- pero plasmo en el papel algunas situaciones que muchas veces la gente sabe y no puede expresar. El dibujo es un maravilloso medio de comunicación. Hay quienes compran uno de mis cuadros para decirle a su pareja: 'Esto es lo que pasa en mi casa...' En la vida cotidiana siempre hay pequeños detalles irritantes, y al verlos dibujados resulta más fácil para las personas comunicarse sin tener grandes discusiones". Me encanta cuando alguien me dice: '¡Dios mío, parece que conoces a mi esposo!', o '¡Creo que ya has estado en nuestra casa!' Yo vivo en el campo, en Inglaterra, en una zona aislada, y me gusta percibir que no importa dónde estemos los seres humanos, todos nos parecemos", concluye con certeza.

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